sábado, 18 de mayo de 2019

Camarones yonquis en los ríos ingleses

Biólogos británicos encuentran cocaína en el 100% de los crustáceos analizados en cinco ríos de la región de Suffolk
Camarones de río en aguas de Inglaterra. / R. C. 
El avance de la contaminación en las aguas por los efectos humanos parece no tener límites. La comunidad científica británica contempla asombrada cómo todas las muestras de camarones de agua dulce de varios ríos de zonas rurales del condado de Suffolk (en la costa este de Inglaterra) registran Diseñodiferentes dosis de cocaína, productos farmacéuticos y pesticidas. Un estudio liderado por investigadores del King's College de Londres junto a expertos de la Universidad de Suffolk ha demostrado por primera vez el avance de la 'huella humana' mucho más allá de las áreas metropolitanas. Aparece publicado en la última edición de la revista 'Environment International'.
Este equipo recogió muestras en cinco ríos de la región (Alde, Box, Deben, Gipping y Waveney) y en 15 tramos diferentes para hacer un trabajo que fuera lo más amplio y representativo posible. La sorpresa final ha sido que las muestras de cocaína aparecen en el 100% de las tomas. El director de este informe, el biólogo del King's College, Thomas Miller, explica en la publicación que «aunque las concentraciones fueron bajas, pudimos identificar compuestos que podrían ser preocupantes para la naturaleza y que podrían poner en riesgo de manera crucial la vida silvestre». En esos análisis destaca, junto a la cocaína, la presencia de ketamina (un anestésico alucinógeno) e incluso de un pesticida que está prohibido llamado fenuron.
Las dosis halladas descartarían los riesgos en caso de consumo humano de estos camarones de agua dulce (Gammarus pulex), que los científicos consideran también «bajos».
Desde hace tiempo, las autoridades del Reino Unido realizan campañas para luchar contra la costumbre de verter productos de consumo, sobre todo medicamentos, a los ríos. Miles de sustancias de todo tipo se arrojan en áreas metropolitanas. De hecho, altos niveles de benzoilecgonina, el principal metabolito de la cocaína, se habían detectado en trabajos previos en las aguas residuales de Londres. Los científicos también habían encontrado en 2018 evidencias de microplásticos en el interior del cuerpo humano después de analizar restos de heces.
Contaminación farmacéutica
El nuevo hallazgo incrementa los temores de la comunidad científica. Uno de los coautores, el profesor de la Universidad de Suffolk Nic Bury, reflexiona que «si la presencia de cocaína en animales acuáticos es un problema solo para mi región o es un hecho más generalizado en el Reino Unido, e incluso en el extranjero, solo lo sabremos si seguimos investigando».
Junto a sus colegas, Bury insiste en sus conclusiones en que «el impacto de la contaminación química 'invisible' (caso de las drogas) en la salud de la vida silvestre requiere un mayor enfoque en Gran Bretaña, ya que la política necesita a menudo informes así». En este sentido, reclaman que la preocupación por la salud pública no se centre solo en el cambio climático o el avance de los microplásticos y tenga en cuenta elementos incluso más peligrosos.
Las prácticas nocivas en la gestión de medicamentos suelen circunscribirse a países en vías de desarrollo. Pero el informe 'Resistencia a los antibióticos' de la organización Changing Markets incidía en las complicidades en la cadena de suministros desde la fabricación hasta su llegada a las estanterías de las farmacias. Denunciaba la venta directa de marcas blancas fabricadas en China y la India a hospitales de Europa y Estados Unidos. Unas prácticas que relacionan con el aumento de la resistencia a los antibióticos en áreas de fabricación asiáticas donde los vertidos no son bien gestionados.
Los estudios más recientes ya avisaban del impacto de los fármacos en la vida silvestre aunque se usen en dosis muy bajas. «Las poblaciones de muchas especies que viven en paisajes alterados por el hombre se están reduciendo por razones que desconocemos. Es hora de explorar áreas como la contaminación farmacéutica», alertó Kathryn Arnold, científica de la Universidad de York.
ANTONIO CORBILLÓN

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