· Adicto a la variante taoísta del sexo, fue al parecer insaciable, según cuenta el doctor Li Zhisui, su médico personal durante 22 años
· Los comunistas no tienen vida privada. Excepto, claro está como veremos, si se trata del camarada presidente Mao
La figura de una mujer sobre el rostro de Mao Zedong GTRES
Cuando hablamos de China la escala cambia. No podemos
entender fácilmente, desde nuestras coordenadas, lo que allí ocurre. Lo supo
intuir Andy Warhol al serigrafiar coloreado el rostro de Mao como si de una
estrella de Hollywood se tratase. Pero hay más. No hay en occidente ninguna
figura comparable a Mao. Ningún papa, ningún rey, ninguna actriz, ningún héroe
de occidente recibe un culto comparable al que se le dispensa hoy mismo a Mao
en China. Es un culto hiperbólico que tiene su epítome en Tiananmen donde, a
diario, millares y millares de chinos hacen cola horas y horas para ver
brevemente el cuerpo embalsamado del líder. Desde esa misma plaza, en la puerta
que da entrada a la Ciudad Prohibida, el 1 de octubre de 1949 proclamó Mao la
fundación de la República Popular de China.
Antes de viajar a China, una amiga me pidió que le
trajera para su colección, todos los billetes de curso legal. Billetes de 1
yuan, 5, 10, 20, 50 y 100 yuanes (unos 13 euros). Mi amiga, enamorada
numismática no podía creerlo: todos los billetes tienen la efigie de Mao
Zedong. Un Mao algo idealizado, aunque con su pequeña verruga junto a la
barbilla. ¿Cómo es posible que hoy, con una historia que se remonta a unos
cuatro mil quinientos años documentados, el único personaje digno del honor de
aparecer en los billetes sea Mao Zedong? Este es el resultado de un proceso de
deificación, en una república oficialmente atea, iniciado en su vida y que
continúa más allá de su muerte.
"Insaciable"
En estos términos resulta ridículo pensar si en vida
de Mao, el amado y odiado líder, se acostaba con cuantas campesinas jovencitas
le facilitaban la corte de enfermeras, aduladores y guardaespaldas que lo
acompañaron en las últimas décadas de su vida. Adicto a la variante taoísta del
sexo, fue al parecer insaciable, según cuenta el doctor Li Zhisui, su médico
personal durante 22 años. Y parece estar suficientemente documentado que su
enfermera jefe, Wu Xujun, ejerció durante años esta labor de celestinazgo.
Casado en cuatro ocasiones, su vida familiar fue, como
mínimo, excéntrica. La "familia" como institución no se menciona ni
una sola vez en El Libro Rojo, que para eso está el partido. Padre de
una numerosa descendencia, durante la Larga Marcha fue dejando a varios de sus
hijos en aldeas, a cargo de los campesinos que fue encontrando a su paso. Al
parecer sólo con He Zizhen tuvo seis hijos, de los que sólo sobrevivió Li Min,
nacida en 1936. La más conocida de sus esposas fue la cuarta, Jiang Qing,
posterior cabecilla de la Banda de los Cuatro, con la que se casó en 1938 y
tuvo una hija, Li Na.
Mao Zedong saludando al Dalai LamaGTRES
Según cuenta al Doctor Li en su documentado libro La
vida privada del Presidente Mao (Memorias del médico personal de Mao),
cuando se conocieron Mao contaba con 60 años, y ya tenía problemas de
impotencia que sus antecesores intentaban solucionar con inyecciones de
extracto de cuerno de ciervo, un supuesto afrodisíaco de la medicina
tradicional china. También intentó Mao el remedio de una especialista rumana
llamada Lepshinskaia, que consistía simplemente en novocaína.
El hecho es que preso en una concepción tradicional de
la potencia sexual ligada a la longevidad, Mao estaba realmente preocupado con
la situación. Hacía tiempo que no tenía relaciones sexuales con su cuarta esposa
pero sus colaboradores más cercanos alimentaban su afición por las jóvenes,
algunas de las cuales, como Zhang Yufeng llegaron a tener altos cargos y
formaron una especie de guardia pretoriana infranqueable en torno al
presidente.
Con su cama a cuestas
En la más documentada biografía de Mao, la que se
presenta como "la biografía definitiva de Mao Zedong", Mao, la
historia desconocida, Jung Chang, a través de miles de entrevistas a
testigos y supervivientes va acercándonos al día a día de un líder que viaja
siempre con su cama. Que utiliza la cama para reuniones políticas y que pasa
gran parte de su vida leyendo en ella. Cuando Mao se desplazaba en tren a
alguna de las múltiples villas que tenía reservadas en todo el vasto territorio
chino, lo hacía con su cama, que llegó a acompañarlo en un viaje a Moscú.
Billetes con el rostro de Mao ZedongGTRES
Mao dedicó gran parte del insomnio que tuvo toda su
vida a estudiar historia. Y tenía de la historia una visión original. Utilizaba
la historia para construir el presente y, en cierto modo, encarnar esa
historia. Se identificaba con emperadores sanguinarios pero a los que rescataba
por haber ampliado el territorio de China, como Sui Yangdi. Pero su más directo
inspirador era Qin Shi Huangdi (221-106 a C), el emperador fundador de la
dinistía Qin y de una china imperial que casi duraría dos mil años, el que empezó
a construir la Ciudad Larga (la Gran Muralla). Pero Mao no miraba la historia
como pasado sino como presente. Y la historia de la longevidad estaba ya
contada, no había más que actualizarla. Esa tal vez sea la clave de su
insaciable deseo. Siguiendo la tradición de los emperadores chinos, hizo como
el emperador Amarillo, padre del pueblo Han (etnia mayoritaria en un 95%).
Según la tradición este emperador alcanzó la inmortalidad gracias a hacer el
amor con millares de jóvenes vírgenes. De ahí que uno de los pocos críticos que
se enfrentaron a Mao, Peng Dehuai, lo acusara de hacerse rodear de jóvenes como
si fuese una "selección de concubinas imperiales".
El héroe moderno adopta todas las caras de los héroes
clásicos. Y Mao fue muy consciente de su papel de fundador de un nuevo imperio,
aunque ya con otro nombre.
Es difícil simplificar los rasgos de un personaje
poliédrico como Mao, tan pegado a la cultura china que, como cuenta Jung Chang,
podía pasar décadas sin ducharse o lavarse la cabeza. Pero como colofón me voy
a permitir sugerirles una lectura que nos acerca al personaje desde la novela
negra. Nacido en Shandhai, en 1953, Qiu Xiaolong, publicó hace diez años El
caso Mao, una novela en la que un empresario de la construcción se
obsesiona hasta tal punto con Mao que manda construir una cama de las mismas
medidas, imita su acento de Hunan, imita su caligrafía y va coleccionando
amantes entre las descendientes de las amantes conocidas de Mao. El resultado
es un nuevo acercamiento al personaje, lejos de la solemnidad de la historia y
de la biografía pero bastante verosímil. A veces la ficción construye verdades.
ANTONIO MOLINA FLORES
No hay comentarios:
Publicar un comentario