Performance ayer
a cargo del artista Marc Montijano a las puertas del Museo Reina Sofía
Quienes
pasaron ayer por la mañana delante de la puerta del Museo Reina Sofía se
toparon con una situación rayana en lo siniestro: tres figuras de pie y
desnudas escoltaban a otra que permanecía sentada en el suelo. Las dos mujeres
y los dos hombres que componían este extraño cuadro ocultaban sus cabezas bajo
un saco marcado con una «X» blanca. Mientras que los tres cuerpos incorporados
portaban en sus manos cuerdas que ayudaban a cubrir sus genitales, el individuo
sedente exhibía un cartón con el título de la acción: «La fina línea que separa
el arte de la mendicidad».
El
autor de esta pieza, Marc Montijano, ha construido, en efecto, a través de esta
performance, una escena de mendicidad en la que se pretende denunciar la
situación lamentable en la que viven los artistas en España.
Todos
los recursos con los que suele trabajar Montijano en sus acciones se hallan
presentes en esta obra: el cuerpo desnudo, las cuerdas, los sacos. Estos
últimos reenvían a imágenes tan poderosas como las de las torturas de Abu
Ghraib o la desaparición del individuo operada por el coreógrafo Boris Charmatz
en «Con forts fleuve» (1999) –donde cubrió la cabeza de los bailarines con
jeans doblados y cosidos– . Por otra parte, el cartón con el título de la
acción trae a la mente las performances de Tino Seghal, en las que los
intérpretes siempre acaban diciendo de viva voz el título de la obra en
cuestión.
A
Marc Montijano le gusta calificar a sus trabajos como «arte de guerrilla». Aunque,
en la acción desarrollada ayer en la puerta del Reina Sofía, este formato de
guerrilla pareció transmutarse en aquel otro de la «crítica institucional».
De
hecho, la actitud mendicante de los cuatro intérpretes frente a la gran
institución del arte contemporáneo español pone de manifiesto la disimetría
entre un mapa de infraestructuras faraónicas y la precariedad de unos artistas
abocados a la indigencia. La mayor parte de los presupuestos públicos se
destinan a sostener infraestructuras construidas en los tiempos de la euforia
inversora. En cambio, poco –por no decir nada– de estos presupuestos se destina
a los artistas.
Happening
realizado en 1969 por Yayoi Kusama
El
discurso esgrimido por Montijano recuerda al de aquel célebre happening
realizado en 1969 por Yayoi Kusama en el jardín de esculturas del MoMA, en el
que ocho participantes desnudos desplegaron un amplio catálogo de poses
artísticas durante los veinte minutos que los vigilantes del museo les concedieron
antes de expulsarlos.
El
objetivo de esta acción lo resumió elocuentemente Kusama cuando sentenció que
«mientras los museos muestran artistas muertos, los artistas vivos mueren».
Oleo de Banksy 110 millones de euros
Los
pocos minutos que duró ayer la «escaramuza artística» de Montijano bastaron
para recuperar el carácter genuino de la performance de confrontación, la
dimensión más insobornable de una crítica institucional que, hoy más que nunca,
es necesaria para reivindicar la dignidad de un tejido artístico que muere
lentamente por inanición.
Pedro
Alberto Cruz Sánchez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario