Zona boscosa en la provincia de Barcelona. ANTONIO MORENO
La madera ilegal que decora en España jardines,
piscinas, suelos y exteriores procede de países como Brasil, Camerún o la
República Democrática del Congo. Entra por los puertos de Valencia, Galicia o
Algeciras. Con excepciones como Cataluña, donde se sancionó a una empresa por
la importación ilegal de teka desde Birmania, en el pasado no ha habido control
del mercado de un negocio multimillonario que se ceba con los bosques y genera
pobreza y dinero negro. Pero la Guardia Civil ha realizado en fechas recientes
operaciones en el territorio español -una de ellas, en la provincia de Girona-
y reclama más controles en la extracción de la madera para evitar un
multimillonario comercio ilegal.
En Perú, uno de los principales países exportadores de
madera ilegal, los escalones más bajos del sector los ocupan los encargados de
supervisar las entradas y salidas en el puerto. Conocidos como despachadores,
son el nexo entre vendedores y compradores locales de un negocio que mueve
grandes cantidades de madera y de dinero en todo el mundo: más de 100.000
millones de euros cada año, según los cálculos de la Interpol. La mayoría
proviene del Amazonas, donde los recursos de control escasean. Desde 2014,
Brasil pierde 1,62 millones de hectáreas de selva al año. Al gigante
sudamericano le siguen Bolivia, con 180.000, y Perú, con 140.000 hectáreas.
El tráfico de madera genera más pobreza que el de
armas, drogas y personas, advierten desde Greenpeace. Y amenaza con una
destrucción masiva de bosques a escala planetaria: en 2019, se registró una
pérdida de 26 millones de hectáreas. Las talas alimentan el trasvase de madera
ilegal, que supone entre el 15% y el 20% de todo el comercio mundial de este
producto.
Se trata de un problema global contra el que se debe
actuar de manera local, explica a EL MUNDO el teniente jefe de la sección del
Seprona de la Guardia Civil de Barcelona, Humberto Quiroga. «Desde hace dos
años, ya trabajamos en profundidad esta problemática, mucho más importante de
lo que se cree. La tala masiva de la Amazonia, sumada a los incendios
forestales, supone el 20% de las emisiones de dióxido de carbono a nivel
mundial. La pérdida de biodiversidad deriva en que muchas especies se quedan
sin hábitat», refiere Quiroga, que participó hace unos días en unas jornadas
formativas de la Guardia Civil sobre el tráfico ilegal de madera. «Ponemos en
común de los agentes todo tipo de proyectos y operaciones dirigidas a la lucha
contra el contrabando».
Explica Quiroga que las maderas más codiciadas son las
que tienen una serie de características que las hacen valiosas para su uso en
muebles de lujo, instrumentos musicales u objetos de decoración. «Existen dos
tipos de madera que, sin estar protegidas, requieren nuestra atención: la de
teca, procedente de Myanmar, y la de Ipe, de Brasil. Las dos corren el riesgo
de ser víctimas de un aprovechamiento ilegal», expone el responsable del
Seprona. «Gozan de prestigio por su calidad y su exotismo. Están consideradas mejores
que las nativas, y llaman la atención. Si se construye un barco o una casa de
lujo, es habitual que las maderas sean de teca. Y lo mismo con los trofeos de
caza de fauna exótica».
Las maderas tropicales no sólo se usan para la
construcción. «También para instrumentos musicales y muebles. La madera
convencional, la de nuestro país, es más accesible, ya que está producida en
casa y tiene precios de mercados más bajos que las que llegan desde África o
Asia. El pino y el castaño los tenemos aquí», indica el teniente, que recuerda
que existe «un comercio legal y uno ilegal de madera, por lo que la policía
medioambiental pone el foco en el segundo y, a base de controles, trata de
certificar que la empresa que la importa y el país que la produce están regulados».
Atractivo para las mafias
El negocio de la madera ilegal es atractivo para las
organizaciones criminales por dos motivos: las penas asociadas son menores que
en el de las drogas y las armas; mueve cada día más dinero. «Se estima en más
de 152.000 millones de dólares el volumen de negocio ilegal de madera a nivel
mundial. Las mafias, que tienen la costumbre de diversificar sus actividades,
están en la madera ilegal. Les da dinero a un menor riesgo». Los delitos
relacionados con el medio ambiente, ligados al blanqueo de dinero y a la
corrupción, traen de cabeza a las autoridades. «Los delitos medioambientales
constituyen una alta preocupación para el 85% de cerca de 70 países que
respondieron a una petición de Interpol en 2015», incide Quiroga, que recaló en
el Seprona tras varios años destinado en el aeropuerto de El Prat. «Tras
especializarme en medio ambiente, constaté que el delito que más dinero mueve,
tras las drogas y las armas, es el relacionado con la flora, la fauna y las
emisiones ilegales a la atmósfera. Y, en ese grupo, la madera, junto al tráfico
ilegal de fauna, está en cabeza».
En Cataluña, subraya el teniente de la Guardia Civil,
hay mucha y buena madera. «Los recursos forestales son potentes. Es cierto que
se cometen infracciones, pero muchas menos que antaño. Y la política ambiental
de la Generalitat es que se haga consumo de la madera local». Las unidades del
Seprona realizaron el año pasado en Cataluña trece inspecciones a empresas del
sector en las que observó irregularidades. En los expedientes, todavía en fase
de trámite, destaca una posible infracción penal.
La operación Quercus II utilizó la inteligencia
para poner contra las cuerdas a las empresas importadoras de madera con mayor
riesgo de haber cometido irregularidades. «Más de 15.000 empresas españolas
están relacionadas con la madera, pero sólo 2.000 cumplen la normativa», apunta
Quiroga. «No hay garantías de que los países desde los que importan estén
cumpliendo las garantías. Muchos no saben que lo hacen mal. No se trata solo de
comprar la madera a un proveedor».
HÉCTOR MARÍN
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