La última chapuza viral de Egipto: un enorme puente encajado entre balcones
EL MUNDO
Los cairotas que peinan canas suspiran a menudo cuando
evocan el "París del Nilo", el páramo apacible de avenidas amplias y
ajardinadas. Los últimos rastros de esos bulevares acumulan polvo en los
fotogramas en blanco y negro. Esa ciudad ya no existe. Un crecimiento
demográfico desbocado que ningún militar ni político resolvió ni detuvo jamás
ha creado un monstruo de hormigón. La última aberración, elevada a viral, es un
puente que se construye tan cerca de los edificios que es posible tocarlo desde
sus balcones.
Las imágenes de las obras han circulado en los últimos
días por las redes sociales locales, con una mezcla de indignación y sorna. Los
fogonazos muestran cómo el puente avanza por una avenida del barrio cairota de
Giza -no muy lejos de las pirámides- sin guardar distancia alguna con los
bloques de pisos que lo jalonan. La estructura elevada, que se extiende a lo
largo de 12 kilómetros y tiene 65,5 metros de anchura, bloquea completamente
varias plantas de los inmuebles y está convirtiendo lo que una vez fueron sus
terrazas en auténticos zulos.
Las chanzas virales han terminado sonrojando a las
autoridades civiles y militares en un megalópolis de 20 millones de almas que,
desde el golpe de Estado de 2013, vive inmersa en proyectos de proporciones
faraónicas para tratar de descongestionar unas arterias en las que se reúnen
décadas de negligencia urbanística y construcciones ilegales.
Para los esforzados cairotas, que se refugian en el
humor en un intento desesperado de mitigar las penurias diarias, los dueños de
los inmuebles pueden ahora explotar su primera línea de puente para vender
gasolina y otros productos sin moverse del salón.
Las autoridades han respondido a las quejas de los
vecinos afectados sin demasiada compasión. El ministro de Transporte, el
teniente general Kamel el Wazir, ha declarado a los medios de comunicación
locales que un proyecto nacional como el puente es más importante que el
desgraciado sino de algunos edificios cercanos y la paz de sus moradores. Un
comité de ingenieros debe ahora supervisar las obras y examinar la escasa
distancia, de apenas 50 centímetros, entre los inmuebles y la nueva
infraestructura.
"La resolución del comité se publicará muy pronto
pero el puente tiene que construirse así y no puede ser más pequeño", ha
zanjado El Wazir. "Yo no puedo mirar sólo por dos o tres edificios e
ignorar el interés de toda una provincia. Es un proyecto nacional", ha
insistido el uniformado con rango de ministro. El presupuesto total de la construcción,
que debe estar concluida a finales de este año, asciende a los 5.000 millones
de libras egipcias (unos 289 millones de euros).
La censura a unas autoridades con escasa tolerancia
hacia la crítica ha terminado, como de costumbre, volviéndose en contra de los
propietarios de la calle Nasr Al-Din. Según el ministerio de Vivienda, algunos
de los inmuebles que el puente ha condenado al ostracismo fueron levantados sin
licencia y podrían ser demolidos. Otras fuentes gubernamentales han precisado
que aquellos dueños que no hayan cometido ninguna violación percibirán
compensaciones económicas, para las que el Estado ha hecho una provisión de 250
millones de libras egipcias (unos 14,5 millones de euros).
Seis pisos sepultados
Los damnificados por la nueva carretera que cruza el
vecindario niegan que se construyera ilegalmente y reclaman que la reparación
alcance a los propietarios de los locales y los propietarios de los primeros
seis pisos, sepultados literalmente por la mole y condenados ahora a vivir a oscuras
y con el ruido del tráfico contiguo. Recuerdan que, cuando se les informó de la
construcción, el Gobierno prometió que la nueva infraestructura quedaría a una
distancia de cuatro o cinco metros de sus hogares.
La polémica ha llegado incluso al Parlamento. Un
comité del Hemiciclo, plagado de leales al presidente Abdelfatah al Sisi,
revisará "in situ" el paso elevado y escuchará las quejas de los
vecinos. Sus señorías redactarán un informe con recomendaciones para unas
autoridades que se niegan a modificar el proyecto. En sus apariciones
catódicas, el ministro de Transportes ha bendecido la "buena
planificación" del diseño y ya ha avanzado que no aceptará el más leve
cambio.
No es, sin embargo, la primera vez que los efectos del
terrible desarrollo en Egipto se hacen virales. Hace tres años fue célebre la
apodada "Torre de Pisa" de Alejandría, en un barrio de la segunda
ciudad del país árabe. Entonces fue un edificio residencial de 13 plantas el
que se desplomó sobre un inmueble anejo. El símbolo de la negligencia
urbanística que puebla Egipto fue demolido pero, antes de desaparecer en un
callejero de precarios rascacielos, conoció un último minuto de fama.
FRANCISCO CARRIÓN
No hay comentarios:
Publicar un comentario