· Los médicos advierten que están aumentando los embarazos, las enfermedades de transmisión sexual y los desgarros en el caso de las chicas
El vídeo dura menos de cuatro
minutos. Hay cinco chicos de 16 años sentados con las piernas estiradas y los calzoncillos
bajados en el suelo del pequeño salón. Las sillas están
apartadas en un lado junto a la mesa de madera negra. Encima hay un cenicero
con cigarrillos apagados, dos botellas de ron barato, Fanta de limón y vasos de
mini medio llenos.
Ilustración Santiago Sequeiros
Tres chicas, también menores,
apuran los últimos tragos antes de empezar y una de ellas pone el cronómetro en
el reloj. La que lo graba todo no para de reírse y de animar soltando un «¡Vamos, que se les va a bajar!». De fondo suena Ricky Martin. Empieza
el juego.
Las chicas se desnudan de
cintura para abajo y se sientan encima de tres
de los chicos forzando la penetración sin preservativo. A los
30 segundos cambian de pareja. Y así dos veces más. El vídeo termina. El juego
no. Lo hace minutos después cuando uno de los chicos eyacula. Ha perdido.
La escena transcurrió hace
unos meses en un piso de Fuenlabrada. Lo llaman el «juego del muelle». También
la «ruleta sexual». No debe causar alarma, no es la nueva moda sexual entre los
adolescentes madrileños. No ha llegado a ese nivel. Y seguramente nunca lo
haga. Pero esta práctica no es un bulo. Existe y se hace con más frecuencia de
lo debido. El rumor de que este juego ha llegado desde Medellín (Colombia) se
extiende por las comisarías de la capital. En los hospitales los médicos hablan
de cuatro
menores embarazadas en 2016 por esta práctica.
«Es algo relativo, imposible
de comprobar, pues ellas no nos lo cuentan», dicen los médicos. Lo que sí se
han encontrado son más casos de adolescentes con enfermedades de transmisión sexual.
«Eso lo hemos constatado y es alarmante en la unidad de adolescentes. Hemos
pasado de atender dos o tres casos al año a tener 10 menores en un trimestre.
Una barbaridad», explica Pilar Lafuente, ginecóloga del Hospital La Paz, quien asegura que los
menores quieren ser adultos demasiado pronto, sin saber lo que implica una
relación sexual y sin un control paternal.
La historia de G. no es un
rumor. Tiene 17 años y hace unos meses abortó. Ella asegura que se quedó
embarazada un fin de semana en la casa que los padres de un amigo tienen en la Sierra de Madrid. Eran dos
chicas y cuatro chicos. Se emborracharon y jugaron al muelle.
«No era consciente de que
podía pasar, pero... al no usar condón, hicimos varias rondas hasta que solo
quedara uno... Fue una tontería. Ya habíamos jugado más veces y nunca había
sucedido nada», relata la joven. Uno de sus amigos eyaculó dentro de ella.
«A mis padres les dije que había sido un accidente con mi novio. Menos mal que
ya ha pasado. Vaya susto. No lo hemos vuelto a hacer», explica.
El caso de esta menor no es
el único. «El problema es que se unen inconsciencia e inmadurez. Con
una buena educación sexual de base esto no sucede», asegura Ana Lombardía,
psicóloga y sexóloga, que reconoce haber escuchado hablar mucho en los últimos
meses del juego del muelle y de sus consecuencias.
«Los adolescentes están
empezando a normalizar este tipo de prácticas y crean una relación de
desigualdad entre los niños y las niñas. Son ellas las que se suben encima, van
girando. Ellos controlan la eyaculación, en ningún momento se piensa en el
placer. Se lo toman como algo divertido, otro juego más, una práctica de poder.
Las chicas se prestan a ello porque quieren demostrar estar más liberadas
sexualmente. Y los chicos compiten entre ellos para ver quién es el
más macho, el que más aguanta», explica Ana.
Foto Internet
Desgarros y heridas
«Hacen un mal aprendizaje de
la sexualidad», añade la sexóloga. «Los chicos luego pueden tener problemas de
erección, de control de la eyaculación. Pero la peor parte es para ellas. El dolor que les está
suponiendo ser penetradas sin estar excitadas les produce vaginismo;
la vagina está contraída y así se producen desgarros y heridas».
No solo eso. María Luz García
es jefa del servicio de Pediatría del Hospital Universitario Severo Ochoa de
Leganés. «El juego del muelle es muy peligroso, sobre todo para las chicas, que
están totalmente indefensas. Aunque el chico se ponga preservativo, ellas son las que van
rotando y entran en contacto con las secreciones de las demás.
Y, claro, luego aparecen el VIH, la Hepatitis C, sífilis, gonorreas, el Virus del
Papiloma Humano (VPH)... Los adolescentes son cada más precoces y acceden antes
al consumo del alcohol, las drogas y al sexo. Se aburren rápido y buscan otras
formas alternativas de divertirse sexualmente», afirma la doctora.
Hablamos con uno de los
chicos que jugaba al muelle en el vídeo de Fuenlabrada. R. dice que
han practicado el sexo de esta forma varias veces, desde que el pasado verano
se empezó a difundir por WhatsApp un mensaje que explica cómo se juega. «De
nuestro grupo normalmente lo hacemos más chicos que chicas porque a muchas de
ellas no les apetece. Lo pasamos bien y no usamos protección porque no se disfruta igual»,
añade.
LUCAS DE LA
CAL
Madrid
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