sábado, 7 de enero de 2017

Gran Bretaña ejecuta a un hombre de raza blanca por dejar un emparedado de tocino en la puerta de una mezquita en Bristol

Un ejemplo más del escaso o nulo valor que para los gobiernos globalistas europeos tiene ya la vida de cualquier ciudadano de raza blanca. El goteo de asesinatos sigue imparable. El gobierno británico dejó a Kevin Crehan a merced de los islamistas asesinos, sin proporcionarle ningún tipo de protección, y la consecuencia no ha sido otra que su muerte.
Puerta de la mezquita donde Kevin dejó el emparedado de tocino.
De 35 años, Kevin Crehan cumplía una condena de un año de cárcel por dejar un emparedado de tocino en la puerta de la mezquita Jamia, en Totterdown, Bristol, así como una bandera con la cruz de San Jorge en una valla sitiuada en el exterior del recinto islámico. El juez encargado del caso calificó el caso como “un crimen al país”.
Otros tres británicos: Alison Bennett, de 46 años; Mark Bennett, de 48, y Angelina Swales, de 31 años, también fueron condenados por los mismos hechos a penas inferiores a los diez meses. Aunque pudieron evitar el ingreso en prisión, pesa sobre ellos la prohibición de  acercarse a menos de 300 metros de cualquier mezquita de Inglaterra y Gales.
Las autoridades penitenciarias han confirmado que Crehan fue asesinado con arma blanca y hallado muerto en su celda el pasado martes 27 de diciembre. Nadie será castigado por este crimen tras haberse cerrado la investigación por falta de pruebas.
Las redes sociales británicas se han hecho eco del crimen. Mientras que los hombres blancos son ejecutados por dejar tocino junto a las mezquitas, los musulmanes que violan y amenazan de muerte a inglesas menores de edad eluden su ingreso en prisión por razones humanitarias. En octubre, un inmigrante iraní violó repetidamente a una niña británica. Pese a ser detenido, fue puesto en libertad a las pocas horas.
El alcalde pakistaní de Londres, símbolo de la putrefacción moral que sufre el Reino Unido.
Algunas voces, pocas, han acusado al Estado británico de este crimen. Señalan que las autoridades estatales no activaron el protocolo para garantizar la integridad física de Kevin Crehan, pese a las amenazas de muerte recibidas y a que el centro penitenciario donde cumplía su condena cuenta con una amplia población de reclusos islamistas. Incluso Dylann Roof, el estadounidense sospechoso de perpetrar la masacre de la iglesia de Charleston, el 17 de junio de 2015, durante un servicio de oración en la Iglesia Episcopal Metodista Africana, ha recibido la protección de algunos presos afroamericanos.
En el caso de Creham, su principal delito fue el de ser un ciudadano cristiano y de raza blanca en el continente equivocado. Ninguna organización progresista ha condenado el crimen. Ninguna organización antirracista ha pedido a las autoridades británicas que investiguen lo sucedido. Ninguno de los medios a las órdenes del mundialismo se ha hecho eco del horrible suceso.
Nos preguntamos si ésta era la liberación prometida a los británicos en la primera mitad de la década de los 40 por toda esa maldita patulea a las órdenes del borracho Winston Churchill.
Kevin Crehan

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