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Según el último sondeo de
Global Sex Survey, realizado por la Web Ashley Madison entre 76.000 usuarios de 25
países diferentes, la falta de sexo es lo que incita al flirteo y al amor
infiel. La secuencia sigue una lógica, según la psicóloga Diana Resnicoff: la
insatisfacción sexual en la pareja desencadena frustración, rabia, baja
autoestima y una necesidad creciente de cariño, de sentirse deseado y de saber
cómo te perciben los demás. También el Instituto Kinsey determinó que lo que
nos arroja a otros brazos es la infelicidad que genera en una pareja no gozar
de una vida sexual satisfactoria.
El psicólogo Javier Martín
Camacho, autor de 'Fidelidad e infidelidad en las relaciones de pareja', habla
de una sensación de vacío cuando el deseo está ausente. "En algunos casos
se intenta llenar poniéndole un poco de vértigo con alguna aventura extramatrimonial.
El problema de la rutina y lo cotidiano hace que muchas personas que
parecen tener todo resuelto busquen nuevas emociones o intenten ponerle un poco
de pasión y emoción a sus vidas".
Dice que en esta búsqueda el
infiel siempre se escudará en pensamientos que justifican su actitud: "Es
solo sexo", "será solo una vez", "cualquiera que estuviese
en mi lugar lo haría". Son frases que conceden a uno mismo el permiso para
engañar, anulando la voz de la conciencia y cualquier sentimiento de culpa.
Según publicó Life&Style,
la ausencia de relaciones sexuales pudo ser una causa de peso en la separación
de Angelina Jolie y Brad Pitt. Pero ¿el mal sexo
en la pareja justifica la infidelidad? De acuerdo con Diana Resnicoff, al menos
habría que buscar alternativas antes de caer en el engaño:
Hablar. La comunicación
permite expresar nuestros gustos y necesidades.
Mimar la relación. El buen sexo
llega si antes hay afecto, muestras de cariño, roce de piel, intercambio de
miradas y placer en la desnudez. "Muchas veces uno o ambos integrantes de
la pareja suponen que por haber decidido vivir juntos resulta tácito el amarse
y el desearse sexualmente. Error. Una pareja no se mantiene así porque se va
olvidando lo más íntimo. Es necesario mantener activa la cabeza, ese órgano
sexual tan importante", aclara la psicóloga.
Confesar las fantasías que a
cada uno le gustaría hacer realidad, buscar puntos en común y comentar qué
prácticas serían o no posibles.
Dejar el resentimiento y
buscar motivos de complicidad que empiecen a propiciar el deseo.
Entender que la tensión
sexual que se genera en ciertos entornos (trabajo, amigos, viajes...) no tiene
por qué ser siempre resuelta, ni todo lo que uno fantasea tiene que cumplirse.
La fantasía alimenta la vida sexual en pareja y no tiene por qué entenderse
como una traición.
Tratar de ver si la falta de
deseo se debe a una enfermedad, un tratamiento farmacológico, un momento de
estrés o cualquier otra disfunción. Solo así se podrá poner remedio.
Vencer la pereza. La relación
en pareja necesita coqueteo, atractivo físico, alegría a pesar de las
preocupaciones y contratiempos, cuidado estético, hábitos saludables... El
deseo no nace espontáneo.
Pensar si la búsqueda de
nuevas aventuras provoca realmente satisfacción. Martín Camacho recuerda que es
posible que las infidelidades empiecen a ser más frecuentes y osadas. "Los
estímulos tienen que ser cada vez mayores, más peligrosos y atractivos".
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Si a pesar de estos intentos
la sexualidad no encuentra modo
de mejorar y si, como dice una letra de Sabina, hay "cada vez más tú, y
cada vez más yo... sin rastros de nosotros", entonces tal vez haya que dar
por finiquitada la relación y dejar de hacerse daño mutuamente.
"En definitiva -concluye
Resnicoff- cuando uno es infiel debe preguntarse a qué o a quién. Aunque la
respuesta es individual, casi siempre obliga a replantearse la relación, a
barajar y dar de nuevo".
MARIAN BENITO
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