Detalle de la imagen de la bailarina Joséphine Baker
que fue censurada por Facebook
Una exposición en la Fundación Telefónica
de Madrid recupera a siete bailarinas que destrozaron corsés y gritaron contra
las imposiciones
Justo al entrar en la exposición La bailarina del
futuro, que la
Fundación Telefónica dedica en el rascacielos de la Gran Vía a siete
bailarinas y coreógrafas que destrozaron los cánones, nos topamos con un corsé
clásico que contrasta con el resto de lo que veremos: esas siete mujeres
lucharon contra los corsés literales y metafóricos sobre los escenarios, como
mejor sabían hacerlo.
Rompieron las normas clásicas que el ballet imponía y,
de paso, gritaron contra las imposiciones de su época con movimientos libres y
cuerpos que adquirían conciencia de su peso.
Reglas que, sin que lo pudiesen siquiera sospechar,
hicieron saltar también por los aires muchos años después de aquellos días. Una
foto de Joséphine Baker (1906-1975) con los pechos desnudos (la que puede verse
más arriba, que pertenece a la colección del Museo Nacional del Teatro de
Almagro), que ilustraba la muestra en redes sociales, fue censurada por
Facebook a pesar de su belleza (y de forma reincidente: también a la autora de
este texto).
El arte de Baker, que visitó Madrid en febrero de 1930
y actuó en el teatro Gran Metropolitano de Reina Victoria, fue calificado en la
crónica de ABC como "danza salvaje". "Baila como nos
imaginamos que deben de bailar los salvajes: con saltos enérgicos, contorsiones
violentas y una mímica distinta a todo lo visto y aún a todo lo imaginado.
Pronto el público advierte que lo que se le ofrece es lo estrambótico, pero
vestido con elegancia, con élan, con arte, en suma. Josefina Baker
termina su danza. Ha sorprendido fuertemente".
Seis pasiones
Recreación coreográfica de Marta Graham en la
exposición La bailarina del futuro. Fundación Telefónica
Una instalación audiovisual, inspirada en la cita de
Marta Graham que denomina a los bailarines "atletas de Dios", centra
el espacio dedicado a la coreógrafa estadounidense. La bailarina Agnès López
Río recrea en seis pantallas seis movimientos repetidos en secuencia y que
corresponden a seis pasiones: alegría, tristeza, ira, miedo, amor y deseo.
Graham creía que la danza era el método idóneo para la expresión de los arquetipos.
Fue la más intelectual de las siete mujeres que reúne esta exposición y la que
tuvo más influencia en la siguiente generación de creadoras.
Junto a la
Venus de bronce, retan desde imágenes
en blanco y negro Isadora Duncan (1877-1927), Loïe Fuller (1862-1928), Tórtola
Valencia (1882-1955), Mary Wigman (1886-1973), Marta
Graham (1894-1991) y Doris Humphrey (1895-1958). Las
siete representaron, según relata María Santoyo, comisaria de la muestra junto
a Ángel Delgado, "un proceso de emancipación femenina, que también se
estaba dando en la sociedad".
La comisaria relata cómo su "desprejuicio
derivado de sus orígenes y educaciones no ortodoxas y su contacto con artistas,
escritores y científicos de vanguardia" les facilitó esas rupturas. El
público las alababa y el éxito fue su camino, aunque hoy no todo el mundo las
recuerde. ¿Las razones? "Porque eran mujeres", sentencia María
Santoyo.
El baúl, un traje y un par de carteles de la española Tórtola Valencia.
El recorrido de la exposición se para en cada una de
ellas y recupera, además de sus movimientos, frases como aquella de Isadora
Duncan de "si pudiera decir lo que siento, no valdría la pena
bailarlo" o esa otra de Marta Graham de que los bailarines se convierten
"en cierto sentido, en atletas de Dios".
Llama la atención el caso de la española Tórtola
Valencia, de la que la muestra recupera uno de sus trajes orientales y uno de
sus baúles originales. Nació en Sevilla y falleció en Barcelona, pero su rastro
apenas se reconoce. La suya es de esas historias que pueden descubrirse con una
visita a la muestra: su danza de la serpiente despertó la admiración de los
grandes nombres de la generación del 98 y triunfó en el mismísimo Nueva York.
Ella, como sus compañeras de paredes, se rebeló contra
las reglas que parecían eternas. Esta exposición es un buen antídoto contra el
olvido.
Un adjetivo para cada una
María Santoyo, comisaria de La bailarina del futuro,
elige un adjetivo para describir a cada una de estas mujeres: Joséphine
Baker: Venus de bronce Isadora: etérea,
Fuller:
eléctrica, Baker: elástica,
Valencia:
seductora, Wigman: angulosa,
Graham:
arquetípica y Humphrey: coreógrafa.
La bailarina del futuro.
De Isadora Duncan a Joséphine Baker. Hasta el 24 de junio de 2018 en la planta 4 del Espacio Telefónica (C/
Fuencarral, 3. Madrid). Horario: de 10 a 20h. Entrada gratuita. Visitas comentadas:
Jueves (10.30, 12 y 17h) y domingo (10.30h).
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