Los ciberdepredadores y
ciberacosadores encuentran en la inocencia y confianza de los usuarios menores
de nuevas tecnologías y servicios de Internet su principal baza para cometer
actos delictivos. Y las redes sociales, en este caso, están en el punto de mira de las prácticas de estos
potenciales delincuentes que intentan captar por estas vías a
sus víctimas. Esta actividad se conoce como «grooming».
Según describe la Agencia
Española de Protección de Datos (AEPD), se está ante un caso de este tipo
cuando un adulto a través de las redes sociales u otros servicios de Internet oculta su identidad,
generalmente haciéndose pasar por un menor con el objetivo de ganarse la
confianza de otro menor. Hacerlo está al alcance de cualquiera por las grandes
facilidades que se les brindan las redes sociales en especial por la
posibilidad de crear
perfiles falsos y nombres inventados con el objetivo de engañar a los demás.
«En ocasiones, el adulto accede a la información personal del menor sobre
sus gustos, hábitos y aficiones, que utiliza para ganarse su amistad y
confianza», recalcan fuentes del
organismo. El problema viene en el momento en que el usuario se ha ganado la
confianza de la potencial víctima y consigue que le cuente cosas o que le envíe
fotos o vídeos de actos o
comportamientos comprometidos y de contenido sexual.
Esta situación puede que más
de uno piense que «eso no me pasará a mí» o «mis hijos son más inteligentes».
Craso error. Cualquiera, sobre todo en un momento de flaqueza y dudas
emocionales se expone a sufrir un problema porque este tipo de personas van
poco a poco camelándose a la víctima. «Una vez obtenida esta información, le
pide más fotografías o vídeos o tener encuentros con fines sexuales y, si no se
los da o acepta, es cuando le amenaza con contar lo que le ha dicho o con publicar las fotos y vídeos que le
envió», lamentan fuentes del organismo público.
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