En los años 80, apenas medio
millón de mujeres mayores de 65 años vivían solas en España. Ahora son más de
un millón, y los expertos prevén que en algo más de una década, la cifra se eleve hasta casi los dos millones.
«Va a haber un maremoto de mujeres que vivan en soledad», aseguró ayer David
Reher, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid en la
presentación del informe «Vejez y cuidados, ¿cómo viviremos y nos cuidaremos
cuando seamos mayores?», elaborado por el Observatorio Social de La Caixa.
La ecuación es sencilla: a la
vez que la esperanza de vida aumenta, los hogares se reducen y la tasa de fecundidad
es cada vez más baja. Hay más
divorcios, menos hijos y los españoles llegan a edades más avanzadas,
especialmente ellas (85 años frente a 79 de esperanza de vida). «Las mujeres
que viven solas son ahora un grupo vulnerable y numeroso, pero lo serán aún más
en el futuro», recalca el informe.
Porque los hijos siguen
siendo el factor más relevante a la hora de determinar si una persona mayor
acabará en un hogar unipersonal. Según el estudio de Reher, elaborado junto al
catedrático de la UNED Miguel Requena, casi el 40% de las mujeres que no han tenido
descendencia viven solas, frente al 26% de quienes sí los
tuvieron. «Tener hijos se puede considerar como un seguro para no estar solo»,
asegura Reher. Y cuantos más, mejor. Pero las cifras empeorarán, auguró el
experto, en cuanto la generación nacida entre 1965 y 1978 llegue a la tercera
edad. Un cuarto de esas mujeres no fue madre.
Por voluntad
Foto autor
No obstante, también hay una
corriente de mayores de 65 que prefieren
vivir a su aire. El mejor nivel educativo, económico y
de salud son determinantes en su decisión. Marta Fernández Sánchez, a sus 72 años, es una de esas
mujeres. «Vivo sola pero no en soledad», asegura. Goza de buena salud, se
mantiene ocupada y tiene «más libertad que nunca». Unos datos que corrobora el
estudio, al menos hasta los 75 años, cuando empeora de forma contundente la
salud. «Puedes querer vivir solo y que la salud se vaya quebrando hasta que esa
decisión la tome la familia o los servicios sociales», cuenta Reher. Marta se
resiste a ello. No quiere que sus hijos cuiden de ella como ella tuvo que
atender a su madre. Padecía obesidad mórbida y estuvo a su cargo durante casi
una década. Hoy es una situación que Marta «no le desea a nadie».
El problema llega junto al
deterioro de la salud. Hoy los datos apuntan a que el 50% de los mayores de 80 años
necesitan ayuda. Y en los próximos 13 años, el número de mayores dependientes se va a triplicar,
dicen los expertos. Por ello, el estudio pide diseñar «medidas públicas de las
necesidades específicas de este colectivo para actuar en consecuencia». Por
ejemplo, adecuar los hogares. También que las personas cuiden sus hábitos de
salud, tanto hombres como mujeres, recalcó el investigador del CSIC Antonio
Abellán, ya que las parejas son la unidad familiar más común entre los mayores.
«Cuando están en pareja y hay
una dependencia leve, se
apañan sin ayuda de terceros», explicó. Y apuntó a un cambio:
no serán tanto los hijos los que cuiden de los padres como las parejas las que
se cuiden entre ellas. Incluyendo
a los hombres, que aunque viven menos, suelen llegar en mejores
condiciones de salud. «Algunos lo llaman "feminización de los roles en la
vejez". El sobre envejecimiento de la población lo está cambiando todo»,
aseguró Abellán. En concreto, los hombres que cuidan mujeres son ya mayoría a
partir de los 80 años: 27.900 cuidadores frente a 20.300 cuidadoras.
Foto propia
Además, las familias no
podrán con todo. «Están mal equipadas con los recursos actuales», dijo Rehen.
La consecuencia será una gran tensión sobre ellas. «Nadie duda de la voluntad
de sus allegados, pero esta carga cuestiona su capacidad de hacerle frente».
Sin embargo, cree es «muy pronto» para
dar por «muerta» la cultura de la familia cuidadora, muy
asentada en España.
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