· "Dar derechos a las trabajadoras sexuales no es incompatible con luchar contra la trata", afirma la prostituta feminista Valérie May
· Hablan los clientes de la prostitución: "Pago por sexo, pero no soy una bestia"
A la izquierda, un lemas abolicionista. A la derecha, la máxima de las
feministas 'prosex' LUIS PAREJO
La ministra de Trabajo definió como "un gol por
la escuadra" la creación de un sindicato de prostitutas. Sin embargo,
muchas feministas dan la bienvenida al debate que ha provocado
"Dar derechos a las trabajadoras sexuales no es
incompatible con luchar contra la trata", afirma la prostituta feminista
Valérie May
Hablan los
clientes de la prostitución: "Pago por sexo, pero no soy una bestia"
"¡Por fin un Gobierno abolicionista!",
exclamaba en junio una feminista en Twitter cuando Carmen Calvo se convirtió en
vicepresidenta y responsable de Igualdad. "Como si el Gobierno anterior
estuviera a favor de legalizar la prostitución", respondían, irónicamente,
otras feministas.
Desde que cambiara el Ejecutivo, el feminismo ha sido
su enseña y ha introducido en la conversación social no sólo la necesidad de
igualdad sino también los grandes asuntos sobre los que las feministas
divergen, y en los que está siempre presente el cuerpo de la mujer. A saber, la
gestación subrogada o vientres de alquiler, el abuso de la mujer en la
industria del sexo y, por supuesto, la prostitución.
Cuando el Gobierno dio luz verde a la Organización de
Trabajadoras Sexuales (OTRAS) puso sobre el tapete el más peliagudo de los
debates entre feministas, el que mezcla a mujeres que afirman ejercer la prostitución
por voluntad propia -y quienes las apoyan desde una perspectiva feminista pro
sexo- y a quienes consideran, sin matiz alguno, que toda prostitución es
explotación.
Imagen Internet
En el camino, la ministra de
Trabajo, Magdalena Valerio, se vio obligada a admitir la
semana pasada que le habían metido "un gol por la escuadra", recurrió
después a la Abogacía
del Estado para anular el sindicato y aceptó la rapidísima dimisión de
Concepción Pascual, la que fuera ex directora de Trabajo y responsable de dar
el visto bueno al sindicato tras comprobar que la solicitud reunía las
condiciones legales.
La división entre feministas ya se palpaba, pero se
hizo evidente cuando la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, declarada feminista,
se manifestó a favor del sindicato OTRAS dos días después de que se conociera
su existencia. Lo hizo enviando a dos miembros de su equipo a la rueda de
prensa que OTRAS ofreció en Barcelona, y también en sus redes sociales y medios
de comunicación como La Sexta,
donde afirmó: "El debate de la prostitución es complejo, pero es hipócrita
negar la voz al principal sujeto".
Imagen Internet
Esa voz es la de Aprosex,
Asociación de Profesionales del Sexo y embrión del sindicato en cuestión.
Aunque prefieren no hacer declaraciones estos días, en una entrevista reciente
con este periódico hablaban así: "A las feministas abolicionistas se les
ha olvidado el principio básico del movimiento feminista. Al
institucionalizarse, rechazan a la mayoría de mujeres que estamos luchando por
nuestros derechos, nuestro salario, nuestros hijos... Nuestras vidas. Estas
señoras tienen la vida resuelta, nada las mueve a manifestarse contra un
sistema que las ampara y les pone el plato en la mesa, con maridos con puestos
importantes y kellys a su servicio".
Principal sujeto del debate también es la prostituta
feminista Valérie May, quien cree que "la realidad de
las trabajadoras sexuales no se construye bajo el yugo del abolicionismo,
porque el trabajo sexual es una realidad en sí misma y, por tanto, cómo lo vea
el abolicionismo sólo va a servir para crear unas leyes determinadas, más
criminalizadoras o menos, pero el trabajo sexual va a continuar
existiendo".
A la izquierda, Jodie Foster en Taxi Driver. A
la derecha, Shirley MacLaine en Irma la dulce
Parece que dar derechos a las trabajadoras sexuales es
incompatible con luchar contra la trata, y esto tampoco es cierto
Valérie May, prostituta
feminista.
Otras voces, también feministas y, en este caso,
abolicionistas, defienden precisamente lo contrario, su derecho a no ser
prostituidas: "La prostitución no es un oficio femenino sino un privilegio
masculino". Son la
Plataforma del Dret a No ser Prostituides, una organización
vecinal y de activistas feministas formada en 2011 en La Junquera (Gerona). Para
esta organización, no sería la división entre feministas la cuestión central,
sino "el virulento conflicto de intereses económicos y sociales" que
está detrás.
"Cada año son traficadas con la finalidad de
explotación sexual más de cuatro millones de mujeres y niñas", señalan.
"Para el proxeneta, una mujer prostituida puede resultar más rentable que
su peso en cocaína. Por todo ello, el sistema proxeneta desarrolla ingentes
esfuerzos para normalizar su percepción social, elabora seductores discursos,
recupera la terminología feminista, progresista o sindical. El debate es
lícito, sí. Pero hay que atenerse a la realidad, que nos muestra un universo
sórdido y devastador. Además, la prostitución instala y reproduce en el
imaginario colectivo el sometimiento de la mujer. ¿De qué sirve dar cursos
sobre igualdad en los institutos si los muchachos pueden celebrar el fin de
curso en un burdel?".
La puta Valérie May replica, sin embargo, que en un
asunto tan complicado habría, por lo pronto, que evitar la generalización:
"Si además, nos ceñimos a los datos de la ONU y el Centro de Inteligencia Contra el
Terrorismo y el Crimen Organizado el número de víctimas de trata es de un 14%,
máximo un 30%. Por tanto, aquí la generalización es errónea y muy alejada de la
coletilla 'la mayoría de las que ejercen prostitución son explotadas'. La
tendencia debe ser siempre separar quién es víctima de trata y quién es
trabajadora sexual, unos términos que están muy claros en otros sectores y que
en el nuestro siempre se mezcla con otros conceptos, creando así una falsa
realidad. Además parece que dar derechos a las trabajadoras sexuales es
incompatible con luchar contra la trata, y esto tampoco es cierto".
Son los proxenetas los que están interesados en que
estemos divididas. Soy abolicionista
Imagen Internet
Amelia Tiganus, ex víctima
de trata y prostituta
Éste es el punto de fricción fundamental. ¿Cómo de
cerca está la trata de la prostitución? ¿Regular la segunda aumentaría la
primera? Desde la
Alianza Global Contra la Trata de Mujeres, una ONG que agrupa a distintos
países, Borislav Gerasimov, su responsable de Comunicación y también autor del
informe Sex Workers Organising for Change (Trabajadoras sexuales
organizándose para el cambio), aclara bastante esta serpiente de términos en la
que, además, confluyen moral y libertad. Gerasimov habla directamente a las
feministas españolas: "Para empezar, pueden ponerse de acuerdo en que las
trabajadoras sexuales no deben ser multadas ni extorsionadas por la Policía".
En el extenso informe mencionado, basado en investigaciones
en siete países, incluido España, se puede leer: "Que las trabajadoras del
sexo se organicen permite varios avances: luchan contra el estigma, la
exclusión y la discriminación que reciben de sociedad y autoridades, previene y
señala los abusos en la industria del sexo, la violencia, la coerción y la
explotación que, en muchos casos, están considerados legalmente como
tráfico". Es más, desde su asociación se exige a las feministas que sean
"absolutamente cuidadosas" cuando unas estén escuchando unas a otras,
así como solicita que "traten siempre de encontrar terrenos comunes".
"Hay personas que piensan que los derechos de las víctimas de trata y de
los derechos de las trabajadoras sexuales son incompatibles. Éste no es el
caso. Los derechos humanos no son un juego de suma cero. Tanto las trabajadoras
sexuales como las víctimas de trata pueden tener sus derechos protegidos al
mismo tiempo".
Pero no le va a dar demasiado tiempo este texto a
sopesar si lo que dice Gerasinov tiene algo de utopía porque, en los mismos
términos conciliadores habla Amelia Tiganus, quien fue víctima de trata,
primero, y prostituta después y para quien la mirada debería posarse no sobre
las prostitutas y tampoco sobre las víctimas de trata. "Son los proxenetas
los que están interesados en que estemos divididas". Tiganus es tan
abolicionista que tal afirmación es la foto de portada de su cuenta de Twitter:
"Soy abolicionista". Piensa que un sindicato como OTRAS "sólo
podría beneficiar a los proxenetas", pero también considera que "en
ningún caso, sería inadmisible, se debe multar a las prostitutas".
¿Cómo pueden sugerir voces del PSOE que la
prostitución es explotación mientras las multan? ¿Cómo se puede multar a una
supuesta víctima?
Loola Pérez, presidenta de
la Asociación
Mujeres Jóvenes de Murcia
Entra también, como no, en juego la terminología.
Tiganus insiste en que hay que dejar de emplear la palabra cliente. "Son
puteros o prostituyen tés. Ejercen el poder. El problema es el sistema prostituyen
te. Además, España es ya un destino de turismo sexual, de ahí también vienen
los intereses por legalizar la prostitución. Es muy fácil ofrecer a cualquier
hombre de fuera un pack que incluya playa, sol y penetración". En este
punto incide también la directora y guionista de cine social Mabel Lozano que,
el próximo 24 de septiembre, estrenará el largometraje documental El
proxeneta. Paso corto. Mala leche, "protagonizado", explica la
propia Lozano, "por uno de los grandes proxenetas españoles, ideólogo de
la trata y dueño de más de una docena de los más importantes macro burdeles de
España. Un capo de la mafia que mueve los hilos de la prostitución y la trata
en nuestro país".
"No se puede sindicar cualquiera", argumenta
quien fue actriz y también autora del volumen El proxeneta: La historia real
sobre el negocio de la prostitución. "¿Podemos hacer un sindicato de
esclavos? ¿De proxenetas? Una mujer que ejerce la prostitución puede darse de
alta en la Seguridad
Social aunque no haya un epígrafe que diga prostitución. Los
guionistas tampoco tenemos un epígrafe al que adherirnos". Podrían
cotizar, pagar impuestos. El problema es que estamos en el limbo de la a
legalidad", continúa. Y remarca un dato por el que, considera, se ha de
comenzar: "Ocho de cada 10 mujeres que ejercen la prostitución en España
son víctimas de trata".
Imagen Internet
Lo mismo, que el debate no está atendiendo a lo
importante, cree Rocío Nieto, presidenta de la Asociación para la Prevención, Reinserción
y Atención a la
Mujer Prostituida (APRAMP): "En este momento es una
barbaridad. Cuando leí la noticia me sorprendió. La prostitución no puede
reconocerse como trabajo. En 35 años, no he conocido mujer libre que quiera ser
prostituta. Eso desgasta, machaca y no te hace mujer. El que paga es el que
manda. En APRAM recibimos de 5 a
15 llamadas diarias de mujeres explotadas. Son sus problemas los que hay que
solucionar primero. Y en cuanto a regular la prostitución, el sistema alemán y
el holandés ya se ha visto que los resultados no son los deseados",
reflexiona.
Se refiere a un modelo germano que considera que la
prostitución no debe ser vista más como algo "en contra de la buena
moral" sino como un trabajo; y a un modelo holandés en el que, desde 2000,
burdeles y proxenetismo fueron derogados de las leyes. Es al modelo sueco,
donde se criminaliza al usuario, al que se adhieren las feministas que abogan
por la abolición. Una de ellas es la española escritora Laura Freixas, quien se
manifiesta así: "Si las prostitutas fueran esas mujeres que nos pintan:
libres, empoderadas, y que se dedican a la prostitución por gusto, como otras
se dedican a la moda o a la nutrición, quizá sí que su problema sería tener un
epígrafe para darse de alta de autónomas, pero los problemas de la inmensa
mayoría de prostitutas reales son mucho más básicos: pobreza, ignorancia, falta
de recursos, desconocimiento del idioma, extorsión, coacciones, falta de
alternativas... Antes que derechos sindicales, lo que necesitan y no tienen son
derechos humanos".
Imagen Internet
Divergen, y mucho, de lo que sostienen en la Asociación CATS,
Comité de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo, para quienes "las posturas
abolicionistas son fruto de la ignorancia". "Son mujeres blancas de
clase media que han leído mucho pero no saben lo que es vivir en precario, no
se han parado a escuchar a sus protagonistas. Todo debate es lícito pero seamos
conscientes de cómo repercuten las teorías y políticas anti prostitución, y el
daño que causan a mujeres como nosotras. Las trabajadoras del sexo no son
víctimas, no quieren ser salvadas, tienen identidad política y reclaman unos
derechos". Algunos miembros de esta asociación de origen murciano incluso
afirman que "el discurso abolicionista es un discurso de odio procedente
de un feminismo burgués".
Las voces no abolicionistas defienden el modelo
neozelandés, aquél que, según la Alianza Global contra la Trata de Mujeres, "es
el único que despenaliza el trabajo sexual". Según los datos oficiales del
Gobierno, Nueza Zelanda no ha registrado ningún caso de trata de personas en la
industria del sexo, a pesar de los controles frecuentes de los burdeles
legales. "Esto me lleva a otro punto importante: la Alianza está de acuerdo en
que la industria del sexo puede ser una ocupación peligrosa y que hay mucha
violencia, explotación y tráfico humano en ella", dice Gerasimov.
"Sin embargo, las razones de esto están en el estado criminalizado y
estigmatizado de la industria. La criminalización y el estigma permiten que
varias personas (propietarios de burdeles, proxenetas, traficantes, clientes,
policías y otras autoridades públicas) abusen de las trabajadoras sexuales y se
aseguren de que las trabajadoras sexuales no denuncien ningún delito cometido
contra ellas a las autoridades. Sí, hay diferentes formas de lidiar con el
trabajo sexual y ninguno de los modelos actuales es perfecto. Una afirmación
que las personas suelen hacer es que legalizar el trabajo sexual llevaría a un
aumento en el tráfico. Pero no hay datos concluyentes para respaldar tal
testimonio.
Dice Loola Pérez, presidenta de la Asociación Mujeres
Jóvenes de Murcia, especialista en integración y también en sexualidad y para
quien "el Gobierno de Pedro Sánchez se equivoca al equiparar feminismo con
abolicionismo", que el "movimiento español sabe perfectamente que
trata con fines de explotación sexual y prostitución son realidades distintas,
pero antepone su moral sobre la sexualidad antes que los derechos humanos de
las mujeres que se dedican a la prostitución".
Para apuntalar su tesis, lanza una comparación de
género: "España está llena de chaperos, pero ahí nadie dice nada. Lo que
se cuestiona es la sexualidad de una mujer, lo que hace con su cuerpo. Parece
que el sexo está bien si tienes pareja, si lo usas para complacer a otro...,
pero si utilizas tu sexualidad para sobrevivir y mantener a tus hijos, sin
coacciones, sin presiones, según ciertas ordenanzas municipales o la propia Ley
Mordaza, hay que multarte y hacerte sentir como una delincuente".
Imagen Internet
Y concluye: "Es sumamente hipócrita. ¿Cómo pueden
sugerir voces del PSOE que la prostitución es explotación mientras multan a
esas mujeres? ¿Cómo se puede multar a una supuesta víctima?".
No hay comentarios:
Publicar un comentario