lunes, 17 de septiembre de 2018

Diamantes de laboratorio: más éticos, baratos... e imposibles de distinguir de los naturales

Se fabrican en laboratorios, son idénticos a los naturales... pero cuestan infinitamente menos. El gigante De Beers los venderá a sólo 800 dólares el quilate para conquistar un mercado en el que ya invierten famosos como Leonardo DiCaprio
Un diamante sintético DIAMOND FOUNDRY
Transparente y brillante, símbolo de estatus y poder desde tiempos inmemoriales, el diamante es el mineral más duro del planeta y el mejor conductor térmico. Más allá de sus cualidades físicas, pocos objetos tienen el poder de fascinación que ejerce en el ser humano esta piedra preciosa generada hace millones de años en el interior de la Tierra. Pero lo que convirtió a la madre de todas las joyas en el símbolo que es ahora fue una campaña de marketing de 1947 con un inolvidable eslogan: Un diamante es para siempre, elegido el mejor del siglo XX por la revista Ad Age.
Con la inestimable ayuda de Marilyn Monroe, Audrey Hepburn y otras estrellas del celuloide, DeBeers, la compañía que desde finales del siglo XIX poseía el monopolio mundial y controlaba artificialmente los altísimos precios, logró identificar en el imaginario colectivo el definitivo regalo de compromiso: el anillo de diamantes. Desde entonces, el gran desafío al que se habían enfrentado las corporaciones del sector fue desligar la procedencia de sus piedras de los países en conflicto, los llamados diamantes de sangre
Diamantes de sangre
Después de la tormenta, los dilemas éticos y una enorme inversión en publicidad positiva, llegó la calma. El diamante recuperó su tendencia alcista tras la firma del Proceso de Kimberley en 2000, un sistema de certificación que pretende garantizar al consumidor que los diamantes que adquiere en su joyería no proceden de países en conflicto.
DeBeers, Alrosa, Rio Tinto y las demás compañías que dominan el mercado se las prometían muy felices. Pero ahora este negocio se enfrenta a un desafío aún mayor: el boom de los diamantes fabricados en laboratorio. Con las mismas propiedades ópticas, físicas y químicas que los naturales, su despegue pone en riesgo un negocio que mueve 75.000 millones de euros al año.
Ante semejante panorama, DeBeers acaba de lanzar su propia empresa de diamantes sintéticos (Lightbox). Para muchos analistas, se antoja como una medida casi desesperada: tirar los precios hasta los 800 dólares el quilate para romper el mercado

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