Dos actrices desnudas charlan en una pausa de un rodaje en una plaza
sevillana. / R. C.
La chica, que responde al nombre de Valerie TV (lo de
TV no se sabe muy bien si es apellido), acaba de pedir disculpas a todo aquel
que se haya sentido ofendido después de verla masturbándose por unos cuantos
rincones de Palma. Una suerte de tour porno-turístico mallorquín en el que esta
pelirroja de 25 años nacida en Rusia recorre lugares como el Parc de la Mar o el Huerto del Rey, unos
jardines situados entre el Palacio de la Almudaina y la Avenida Antoni
Maura, cerca del puerto viejo, mientras se toca apasionadamente a la vista de
quienes disfrutaban de la imponente vista del alcázar.
La cosa podría haber quedado en poco más que una
anécdota si no fuera porque el vídeo promocional de la película circula desde
hace días por WhatsApp. Las imágenes, solo un extracto de un corto que durará
cerca de 25 minutos y que se incluye en la categoría bautizada como
'squirting', se publicita en inglés como «masturbación en público en España».
Suficiente para incendiar, además de las redes sociales, un debate que lleva
tiempo sobre la mesa.
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EL FENÓMENO
500 millones de webs Aunque es muy complicado manejar
datos absolutamente fiables, un estudio publicado por la Universidad de Navarra
(UNAV) en julio-septiembre de 2015 hablaba de que en la actualidad existen en
el mundo más de 500 millones de páginas web de acceso a material pornográfico.
800.000 españoles entran cada día en alguna página web de contenido erótico y cada
aficionado pasa una media de 8 minutos y 4 segundos ante la pantalla del
ordenador. Eso sí, la mayor parte son hombres. Por cada tres varones que
consumen porno hay una mujer.
La palabra más buscada
Analizando las 150 millones de consultas que se
realizan diariamente desde más de 100 países al buscador de Google, se hace
evidente que el tema por el que más se interesa la gente es el sexo. Si uno
escribe 'sex' en el buscador, tendrá acceso, en apenas ocho centésimas de
segundos, a la friolera de 285 millones de resultados.
13 es el puesto que ocupa España
En el listado
de países que más porno consumen a través de internet. Un 'ranking' que
encabeza Estados Unidos, de donde proviene el 41% de los usuarios, seguido por
Reino Unido e India.
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Hace un par de años, una página web porno difundió
imágenes rodadas en Madrid a plena luz del día y en lugares tan concurridos
como la Plaza
del Callao o la Glorieta
de Atocha. En los vídeos, un cámara acompaña a un par de mujeres desnudas -o
casi desnudas- mientras filma escenas sadomasoquistas ante la mirada atónita de
los viandantes.
Entonces, el Ayuntamiento de Madrid fue claro: no
tenía constancia del rodaje y, en cualquier caso, una productora no está
obligada a pedir permisos si no utiliza un trípode para grabar las secuencias.
Más o menos, lo que estos días han venido repitiendo las autoridades
municipales de Palma. «Es un hecho que el vídeo que se ha publicado en las
redes se grabó en la vía pública pero, en principio, no hay ninguna norma que
prohíba hacerlo. No es un delito salvo que estén presentes menores o discapacitados.
Uno puede tener al respecto la opinión que considere, pero la realidad es que
no es delito», afirma Juan Carlos Palos, portavoz del gabinete de comunicación
del Ayuntamiento balear, dejando muy claro que no tienen ningún interés en
alimentar la polémica.
También la Policía Nacional de la isla se ha apresurado a
calmar los ánimos de quienes consideran que estamos a un paso de tener que
sortear cada mañana a un par de tipos fornicando en el parque al que
acostumbramos a llevar a los niños a jugar. «Hoy un poco del Código Penal ante
la duda que muchos nos habéis planteado. Art. 185 dentro del capítulo IV 'De
los delitos de exhibicionismo y provocación sexual': El que ejecutare o hiciere
ejecutar a otra persona actos de exhibición obscena ante menores de edad o
personas con discapacidad necesitadas de especial protección, será castigado
con la pena de prisión de seis meses a un año o multa de 12 a 24 meses», apuntan los
agentes en su cuenta de Twitter. Muchos ciudadanos, sin embargo, se preguntan a
quién corresponde poner orden en este tipo de asuntos.
En manos municipales
Preparativos del rodaje en pleno centro de Madrid. / R.C.
Leandro Núñez, del bufete de abogados Audens, expertos
en privacidad, derecho de intimidad y redes sociales, explica que, desde el
punto de vista legal, todo lo que tiene que ver con el civismo depende de los
ayuntamientos; que es a las ordenanzas municipales a las que corresponde
limitar este tipo de cuestiones y que, de la misma manera que ya hay
ayuntamientos que no permiten pasear por la vía pública en traje de baño,
tienen potestad para afrontar este otro tipo de actividades. Las sanciones, en
cualquier caso, solamente podrían ser administrativas si no concurren elementos
agravantes. «Desde el punto de vista penal, la cosa está clara. Solo en caso de
la presencia de menores o personas con discapacidad estaríamos ante un delito»,
dice el experto, quien reconoce que hablamos de normas nacidas en una época
analógica y que desde esa ley, aprobada en 1982, las cosas han cambiado, y
mucho. «En teoría, actualmente un padre no puede utilizar una imagen de su hijo
menor sin contar con el permiso del fiscal. Según esto, todos los padres que
cuelgan en las redes una imagen con ellos estarían cometiendo un delito. Está
claro que debería actualizarse el marco normativo. No prohibir, pero sí buscar
un equilibrio y, sobre todo, adaptarlo a la nueva realidad», expone.
Dado que hace años que ya nadie tiene que recluirse en
la esquina más apartada del videoclub para llevarse a casa 'Garganta profunda'
bajo el jersey, y que la industria del sexo ha llegado a mover unos 500
millones de euros al año solo en España, toda esta polémica no parece preocupar
lo más mínimo a quienes se ganan la vida trabajando para ella. «Esto es como
todo, depende de la comunidad autónoma o del ayuntamiento del que hablemos. Hay
lugares en los que puedes ir en pelotas por donde quieras y practicar sexo
explícito en los coches o en la calle, y lugares en los que no», dice Bruno,
uno de los socios de la productora de películas para adultos brunoymaria.
Asegura que en España existe un enorme vacío legal en relación a este asunto y
que él, por poner un ejemplo, ha rodado en la mismísima Torre de Hércules.
Es más que probable que, animado por el hecho de haber
nacido en La Coruña,
al productor no se le ocurriera mejor lugar para filmar una de las veinte pelis
que hace al mes (descontando festivos y fines de semana, salen al ritmo de una
al día) que esa mole de piedra declarada en 2009 por la Unesco Patrimonio
de la Humanidad.
«La realidad es que aquel día fue complicado. Llegamos pronto, sobre las siete
de la mañana, pero ya había por allí alguna cámara de televisión gallega.
Grabamos un rato, pero finalmente nos marchamos porque no queríamos follón»,
dice este empresario. También confiesa haber tomado imágenes para otra de sus
producciones -habitualmente protagonizadas por su esposa y socia, María- en uno
de esos coches de caballos que se alquilan a los turistas para recorrer la
ciudad. «La idea era filmar sexo en la carroza y lo hicimos sin problema. Eso
sí, con cuidado de no dar mucho espectáculo».
Dos acrices porno, en un carruaje descubierto en Sevilla. / R.C.
Aunque a estas alturas pueda parecerlo (Bruno afirma
haber rodado también en centros comerciales), no existe una demanda creciente
de este tipo de grabaciones al aire libre. Al menos, en España. Arnaldo
Chamorro, muchos años al frente de FAKings, una de las páginas nacionales de
películas porno con mayor número de visitas, cree que es mayor la demanda en
países como Alemania y Estados Unidos. De hecho, la mayor parte de los
incidentes como el de Palma, el de Madrid o el que el año pasado obligó a la Policía sevillana a abrir
una investigación después de que varios ciudadanos denunciaran haberse topado
con unas chicas protagonizando un revolcón cinematográfico en pleno casco
urbano, tienen detrás a empresas extranjeras. «Son productoras de fuera que
vienen, graban y se van. Luego venden el producto en otros mercados», afirma
Chamorro.
«A mí no me gusta»
Pablo Ferrari, uno de los pocos actores porno
españoles que viven de esto -en su caso, desde hace ya catorce años-, se pasó a
la producción en 2011 y asegura que siempre ha tenido cuidado cuando le ha
tocado trabajar en exteriores. «La verdad es que no me gusta. Si puedo
evitarlo, lo evito; pero si es un requisito, sobre todo cuando trabajo como
actor, lo hago. Sé que se pone atención en cumplir con las normas básicas: que
no haya un colegio cerca, ni niños en la zona, ni personas mayores». Ferrari
apunta que, en cualquier caso, es legal hacerlo siempre que se tenga todo eso
en cuenta. «Una vez tenía un encargo para rodar en exteriores y lo que hice fue
alquilar una nave muy grande en una parcela muy amplia con aspecto urbano.
Simulamos allí una vía pública y solucionamos el problema».
Por más que algunos busquen la discreción, resulta
difícil explicar cómo pueden los ayuntamientos imponer normas que prohíben
pasear por el centro de las ciudades en traje de baño -o con el torso
descubierto- y queden impunes exhibiciones como las de Palma, Madrid, Sevilla o
Granada. En esta última ciudad, hace solo unos meses, un grupo de visitantes se
topó con dos actrices porno actuando ante las cámaras. Con vistas a la Alhambra.
El lugar Cap d'Agde: Aquí sí se puede
La localidad francesa es un paraíso naturista donde rige la desinhibición.
/ R.C.
Francia, país al que muchos consideran la meca del
nudismo, tiene su capital del exhibicionismo sexual en Cap d'Agde, un lugar en
el que casi no hay restricciones a la hora de mostrar el cuerpo o practicar
sexo a la intemperie. Situado a orillas del Mediterráneo, en el departamento de
Hérault, la playa, que han dividido en tres secciones, es su principal foco de
interés. Una de las zonas del arenal está destinada al recreo familiar y en ella
los niños pueden jugar como en cualquier otra playa tradicional, como Dios los
trajo al mundo. Las otras dos secciones son para adultos y permiten solazarse a
la vista de todos. Una de ellas está reservada para personas heterosexuales; la
otra, para homosexuales. Así de ordenado... y todos contentos.
IRMA CUESTA
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