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Plagadas de imágenes con más
carga erótica que deportiva, muchas -no todas- de las grandes cuentas
motivacionales de fitness se han convertido en el escaparate de una especie de
porno dulcificado que encumbra por la vía rápida a algunas -no todas- de las
fitgirls con más seguidores del momento.
"Estoy harta de ver esas
caricaturas de mujeres por todas partes. No es porque tenga nada en contra de
las chicas con tetas y culos enormes, es porque sus esfuerzos por hacerse notar
en el mundo del fitness me resultan ridículos. La gente que está verdaderamente
en forma no necesita posar en esa especie de 'soft porn'", asegura a ZEN
Tosca Reno (@toscareno), gurú canadiense de la vida sana y el ejercicio. Reno,
una de las primeras en poner de relieve el avance de esta tendencia, no oculta
la aversión que le produce esta utilización del cuerpo femenino. "Me
encantan las mujeres fuertes y no este modelo que se está imponiendo en las
redes. Debemos ser fieles al concepto verdadero y real del ejercicio físico.
Nosotras no
estamos en venta".
RESPONSABILIDAD
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Profesora e investigadora de la Cultura del Fitness en The
New School (Nueva York), Natalia Mehlman Petrzela contempla este boom en las
redes sociales desde un doble prisma. "Es un momento extraño. Por un lado,
la naturaleza democrática de Instagram ha abierto una ventana privilegiada a
físicos hasta ahora invisibles en los medios de comunicación. La cultura de la
belleza y el fitness nunca había estado tan presente en nuestra sociedad. Pero,
sobre todo en el caso de las #fitspo -hastag abreviado de fitspiration,
imágenes y vídeos que promueven un modo de vida saludable que cuenta con
41.889.060 publicaciones en la actualidad-, proliferan las fotos de jóvenes que
no son verdaderas deportistas y que se exponen en un erotismo pasado de
moda", afirma. Se presentan como "musas inspiradoras pero no tienen
nada que ver con el deporte y usan el ejercicio físico como excusa para llamar
la atención desde un punto de vista sexual. Todo esto va en contra de lo que
debería ser nuestro papel en el fitness".
Petrzela aboga por no olvidar
que "el acceso de la mujer en igualdad de condiciones al mundo de la
práctica deportiva, en general, formó parte de la lucha feminista, algo que no
se percibe en #fitspo. También convendría recordar de que las redes sociales no
son la vida real y que es más sano seguir las cuentas que resulten interesantes
de verdad, que nos eleven... Eso, y apagar nuestros teléfonos móviles ¡para
concentrarnos en nuestros entrenamientos!".
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Con cerca de 100.000
seguidores en Instagram, la atleta callejera neoyorquina -según ella misma se
define- Robin Arzon (@robinnyc) apela directamente a la sensatez de los gurús
de la vida sana. "Los influencers del fitness ven su voz amplificada a
través de Internet, lo cual implica una gran responsabilidad que deberían ejercer
publicando consejos útiles, precisos y seguros. Es cierto que las imágenes
resultan mucho más eficaces cuando se eleva el tono. Pero, al final, sólo se
trata de una conversación visual que, si se hace bien, puede dar mucho de
sí".
La entrenadora francesa
afincada en Barcelona Magali Dalix (@magalidalix) le quita hierro al asunto.
"Es puro narcisismo y seducción masiva.
Se trata de ligar con tu público y enamorarlo para fidelizarlo". En su
opinión, "cada uno vende lo que tiene y, si no se tiene nada más
interesante que ofrecer que su anatomía, eso es lo que muestran". La
fundadora de la Sala
Magali lo observa como mera espectadora sin entrar a hacer
juicios de valor. "No lo veo ni mal, ni bien. Tampoco tengo por qué estar
o no de acuerdo con esta moda. Cada uno es dueño de su cuerpo. Eso sí, no creo
haber visto mujeres del fitness de mi generación... ¡desnudarse tanto!".
Útiles o no, lo cierto es que
estas cuentas triunfan. Yo misma las sigo en busca de nuevas tendencias.
Lástima que, a pesar de mis intentos, ni sus gestores, ni las modelos
etiquetadas en sus perfiles con las que intenté contactar respondieran a mis
preguntas.
ESTRATEGIA DE MARKETING
Como sexóloga, Ana Sierra
contempla en este fenómeno «una simple estrategia de marketing para vender más,
basada en una fusión del ejercicio y la sexualidad». Aunque también aparecen
algunos hombres, las mujeres son mayoría en este tipo de cuentas
motivacionales, "el cuerpo femenino se explota más, está
hipersexualizado".
Ellos lucen músculos y ellas,
además de mostrar sus logros en el gimnasio, adoptan posturas insinuantes. Una
vez más, se cae en el recurso fácil de explotar al máximo "la exhibición
de tías buenas haciendo deporte con poca ropa, de convertirlas en un objeto.
Igual que ocurre, por ejemplo, en la Lingerie Bowl, evento en el que modelos juegan al
fútbol americano en lencería".
La exposición de prótesis
desproporcionadas -de pecho y glúteos- proliferan en unos espacios dedicados a
divulgar las pautas para alcanzar un estilo de vida saludable. "Es una
especie de huida de lo natural para caer en el exceso. Como la tanorexia,
adicción al bronceado". En cualquier caso, la sexóloga señala que,
"como cualquier otra parafilia, si es consentida y no se lleva al límite
generando problemas de salud, es respetable. Cada cual que haga lo que
quiera".
GEMA GARCÍA MARCOS
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