Una instructora de yoga de 35 años sufrió graves heridas después de
perderse y caer desde lo alto de un barranco de seis metros en una zona muy
escarpada
De izquierda a derecha y de arriba abajo, Amanda Eller con dos de sus
rescatadores, la estadounidense en una foto anterior a su desaparición, en el
hospital con familiares y amigos y una imagen desde el helicóptero de
salvamento cuando fue localizada.
La profesora de yoga Amanda Eller nunca imaginó que su
plácido paseo en la Reserva Forestal de Makawao en el Estado de Hawái
concluiría 17 días después. Entre el 8 y el 24 de mayo, mientras cientos de
personas la buscaban en la isla de Maui, caminó desorientada por un peligroso y
tupido bosque, se alimentó de raíces y de las polillas que aterrizaban en su
cuerpo y durmió cubierta por plantas y helechos sobre el barro. Llegó a
pernoctar en la guarida de un jabalí, uno de los animales salvajes que habitan
el frondoso paraje.
Pero esos no fueron los únicos problemas a los que
tuvo que enfrentarse la estadounidense. En un intento desesperado por localizar
el sendero a través del que se había internado en la espesura y cuando
intentaba orientarse para volver al punto de partida, se precipitó por un
barranco de seis metros de altura. Las consecuencias fueron catastróficas: una
pierna rota, el menisco de una de sus rodillas afectado y magulladuras por todo
el cuerpo.
Para entonces llevaba tres días perdida.
Para entonces llevaba tres días perdida.
La búsqueda de Amanda Eller comenzó cuando fue
localizado su vehículo en el aparcamiento de la reserva forestal con su
documentación, su teléfono y una botella de agua, en el interior. Tras varias
jornadas de batida, sus familiares, que crearon una página de
Facebook con la que conseguir apoyos para encontrarla,
comenzaron a sospechar que la profesora pudiera haber sido secuestrada y
estuviera retenida contra su voluntad. Llegaron a ofrecer una recompensa de
50.000 dólares (45.000 euros) a quien pudiera facilitar algún dato sobre su
paradero.
Transitar malherida por el bosque no fue sencillo para
la mujer, que trabaja también de fisioterapeuta, ya que la reserva está
salpicada de barrancos, tupida vegetación, helechos gigantes, rocas volcánicas
y vertiginosos barrancos. Según The
New York Times, la profesora de yoga perdió su calzado y llegó a moverse gateando para buscar raíces, frutos o cualquier cosa que
pudiera llevarse a la boca. En su accidentada aventura perdió siete
kilos.
Amanda
Eller vivió momentos anímicos muy complicados. Desde la cama del hospital
al que fue trasladada tras el rescate reconoció que tuvo tentaciones de
rendirse: "Pero la única opción que tenía era la vida o la muerte".
Un bosque con animales salvajes, con bajas temperaturas, alta humedad, lluvia
constante, hambrienta, con el dolor de las heridas y vestida con una camiseta
sin mangas y un fino pantalón no parece un escenario muy halagüeño.
Los voluntarios que trataban de localizar algún
vestigio para esclarecer la misteriosa desaparición rastrearon piscinas
naturales y cuevas y descendieron por endiabladas cárcavas. Según el periódico
neoyorquino incluso llegaron a abatir jabalíes para revisar los intestinos e
intentar localizar restos humanos. Al menos uno de estos voluntarios fue
atacado por uno de estos animales.
Cuando no quedaban muchas esperanzas de encontrarla
con vida, 17 días después, un helicóptero de salvamento amplió el
radio de búsqueda y voló a unos 11 kilómetros del
lugar donde se perdió su pista. Vieron algo que parecía una persona entre dos
cascadas, en el fondo de un precipicio, que no paraba de gesticular. "Miré
hacia arriba y [la aeronave] estaba justo encima de mí. Me vine abajo y comencé
a llorar", explicó la superviviente. Lo siguiente es la historia de
un rescate: ascendió al aparato dentro de una canasta y fue trasladada a un
centro sanitario, donde se recuperaba de las heridas que casi le cuestan la
vida.
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