El 30% de las mujeres españolas
ha sido infiel a su pareja, y la cosa va en aumento; las apps de citas se
dirigen hoy a ellas y hablan de "empoderamiento"
Ellas también son infieles; cada
vez, más. ANTONIO GUILLEMSHUTTERSTOCK
"El que quiere
ser infiel busca la manera". En Gleeden tienen preparada la respuesta
tipo para la acusación tipo: "Promovéis la infidelidad". Se definen
como "el primer sitio para encuentros extraconyugales pensado por
mujeres" y no hacen más que crecer, así que algo saben del tema. Por si su
propia experiencia no fuera suficiente, han decidido encargar al prestigioso
Instituto Francés de Opinión Pública Ifop un estudio objetivo y de él se
extrae, de entrada, una cruda afirmación: el 30% de las mujeres españolas ha
sido infiel en algún momento de su vida, el 14% a su actual pareja; lo ha sido
y lo reconoce, añadimos. Son dos puntos más que en 2014; la cosa va en aumento.
Si hace una década el
de la infidelidad era un negocio principalmente masculino, los últimos años han
venido cambiando la tendencia. "Sí, cada vez hay más mujeres
infieles", confirma Francisca Molero, presidenta de la Federación
Española de Sociedades de Sexología FESS. Por su consulta han pasado, desde hace más de 20
años, parejas de todo tipo con los problemas más variopintos. Eso sí, matiza:
"El concepto de infidelidad tiene connotaciones diferentes".
El Observatorio
Europeo de la Infidelidad inspirado por Gleeden se ha elaborado en base a 5.000
entrevistas por cuestionario online a mujeres europeas -1.000 a mujeres
españolas- con una muestra representativa en base a su edad, su profesión y su
estado civil. Y todo arranca, precisamente, con una aclaración sobre el
concepto de infidelidad. Distingue la encuesta tres tipos: la psíquica, que
consiste en fantasear con otra persona; la física, que consiste en mantener
relaciones sexuales o besar a otra persona; la virtual, que versa sobre el sexting
y el flirteo vía mensajería instantánea. Y ojo, que no todo es lo que
parece y en España somos bastante estrictas en lo que a fidelidad se refiere.
Más organizadas, más difíciles de
pillar
Para la mitad de las
españolas, que su pareja haya hecho el amor con ellas pensando en otra sí
constituye una infidelidad, aunque no sería motivo de ruptura; para el 34%
serían cuernos incluso soñar que se hace el amor con alguien que no es la
pareja. Nos rasgamos también las vestiduras con el flirteo online,
aunque menos que nuestras homólogas europeas: un 45% es comprensiva si su chico
sigue "periódicamente" la cuenta de una ex en redes sociales y una de
cada tres pensaría que que él intercambiara mensajes y fotos picantes con otra
no es una traición a su pareja.
Esto último, el sexting,
es un problema frecuente en la consulta de Molero, y sí, duele igual o más que
unos cuernos, digamos, clásicos. "Es más difícil pillar a una mujer que a
un hombre porque nosotras somos más organizadas", explica, así que su
experiencia va más hacia una mujer que pilla a un hombre coqueteando por
Whatsapp: "Lo viven realmente como una infidelidad con todo el dolor que
conlleva sentirse traicionada".
Al 77% de las
españolas les sigue chocando más que sea la mujer la que haya traicionado a su
pareja, pero ojo, que hay dos situaciones concretas en las que les sorprendería
más que el infiel fuera él: que el otro miembro de la pareja haya engordado
mucho o que no quiera tener relaciones sexuales. Porque en cuestión de
motivaciones para la infidelidad, las mujeres infieles están rompiendo
estereotipos: se acabó lo de que ellos buscan sexo y ellas amor. La mitad de
las mujeres españolas que han sido infieles a sus parejas pasaron a la acción
motivadas por una atracción física o sexual. Suman nueve puntos más que las que
se enamoraron de otro.
Explica la sexóloga
que una relación se basa en tres pilares: la atracción, la intimidad emocional
y un proyecto de futuro. "A veces, aunque el resto funcione no queda
cubierta una actividad sexual satisfactoria", dice, "y hay mujeres
que quieren conservar lo demás pero buscan fuera lo que les falta". Apunta
aquí Molero a un fenómeno simultáneo que quizá pueda explicar el crecimiento de
la infidelidad femenina: los hombres cada vez tienen un deseo sexual más bajo.
"Los roles
sexuales y de género se van acercando, aunque aún no sean igualitarios, y las
cosas que afectaban antes a las mujeres afectan ahora también a los
hombres", explica. Se refiere al reparto de las tareas domésticas o a la
crianza de los hijos, con el cansancio que conllevan, y también a una educación
sexual pornográfica que genera un cierto estrés y puede disminuir la frecuencia
de las relaciones sexuales. "Entramos en un círculo vicioso
complejo", dice, "y en muchos casos la mujer dice: estoy bien con él
pero no tengo la actividad sexual que quiero, así que la tengo fuera".
¿Es poner los cuernos una forma
de empoderamiento?
El cambio más
llamativo en las mujeres se da, pues, en el tipo de infidelidad: "Con su
amante, las mujeres buscan cada vez más tener una relación sexual pero no una
relación de pareja que les incordie o que interrumpa su vida". El giro en
la tendencia lo viene viendo la sexóloga desde el cambio de siglo, momento
también en que empezaron a flexibilizarse las relaciones de pareja:
"Encuentras parejas con desajuste de frecuencia: antes los hombres siempre
se quejaban de que ellas no querían, ahora muchas mujeres aseguran que él tiene
menos deseo. Aquí se puede hablar abrir la relación; aunque cuidado, que una
cosa son los acuerdos teóricos y otra los sentimientos y las emociones en la
práctica".
Tenemos pues hombres
menos activos sexualmente y mujeres con menos fobia al sexo casual. En Gleeden
tienen claras sus conclusiones: su app va dirigida a mujeres
empoderadas, y así justifican los datos de su Observatorio: el resurgir del
movimiento feminista ha eliminado el tabú de la infidelidad femenina. Ellas se
sienten más libres de engañar. No en vano, Gleeden cumple 10 años con 700.000
usuarios en España. El 40% son ya mujeres.
"Eso es retorcer
mucho el discurso", niega la mayor Francisca Molero, "la infidelidad
puede dar placer o satisfacción, pero muchas veces saca a la luz que las cosas
no acaban de funcionar". Y subraya: "Empoderarse sería dialogar,
dejar las cosas claras, no engañar a tu pareja".
Treintañera, urbanita y de
izquierdas
El perfil de la
infiel española es el de una mujer en la treintena, urbana y con un nivel medio
de estudios y de izquierdas que se considera "bastante guapa",
"mucho más" que su cónyuge, y ha tenido más de 10 parejas sexuales a
lo largo de su vida. Además, en el reparto de tareas en el hogar suele ser
quien menos hace, ha utilizado apps para ligar en los últimos tres meses
y encuentra a sus amantes en el círculo cercano, sobre todo en el trabajo. Ah,
el 61% de las infieles no se arrepiente de haberlo sido.
Fantaseamos con ser
infieles más de lo que pasamos a la acción. Quizá por eso somos también, en
relación a nuestras pares europeas, las que más hemos soñado con acostarnos con
otro o nos hemos masturbado pensado en un ex.
En un estudio similar
elaborado también por Gleeden en 2014, un 78% de los hombres españoles
manifestaba que creía posible ser fiel a la misma persona toda la vida. Entre
las mujeres, la fe crecía hasta el 84%. No había una gran variación entre
franjas de edad, pero sí era curioso ver que creían más en la fidelidad las
personas que siempre han sido solteras o que han tenido pareja pero no han
convivido que aquellas que han vivido con alguien. Eso respecto a la fidelidad
propia, porque uno de cada tres encuestados estaba seguro de que le habían
puesto los cuernos en algún momento.
¿Y si nos aseguraran
total discreción? En aquella encuesta se planteaba también qué haríamos si se
eliminara de la ecuación la posibilidad de que nos pillaran: un 42% de los
hombres españoles sería infiel a su pareja, frente a sólo un 20% de las
mujeres. Esta vez no lo preguntan pero todo parece indicar que la diferencia se
irá reduciendo.
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