Luis Parejo
Ya sea por higiene, por imagen o para satisfacer a su
pareja, cada vez más españoles se depilan sus zonas íntimas. Pero los expertos
alertan de que no siempre rasurar más implica tener los genitales más limpios
Basta con comparar fotografías o pinturas de hace un
par de décadas con las actuales para ver la evolución que ha tenido el aspecto
de la zona íntima de la mujer. Como en el controvertido cuadro El origen del
mundo de Gustave Coubert(1866), que retrata una vagina tupida de vello
púbico. O en los post que hoy se comentan y alaban en las redes
sociales: cuerpos con pieles de porcelana y libres de vello, incluso bajo el
bikini.
Cremas depilatorias, cuchillas, cera o rayos láser
forman parte del arsenal para podar la entrepierna. Y los estilos van desde no
dejar ni un centímetro de pelo hasta esculpir alambicadas figuras o teñir los
vellos de colores chillones.
Para los griegos no tener pelo era signo de belleza,
juventud e inocencia. En la sociedad moderna, la depilación íntima, tanto
femenina y masculina, es tan importante como ir al salón de belleza o a la
barbería. Pero, ¿cuál es la manera más adecuada de mantener las partes íntimas?
Para Diana Fernández Saro, sexóloga y miembro de la
Asociación Estatal de Profesionales de la Sexología (AEPS), el vello cumple
numerosas funciones. Entre ellas, destaca mantener la zona púbica con un nivel
adecuado de temperatura, humedad y evitar posibles agentes infecciosos.
«Tenemos la idea de que depilarse es higiénico, pero
despojarse de todo el vello púbico nos expone a mayor cantidad de infecciones,
roces e irritaciones», asegura. «Además, tras la depilación o el afeitado, la
aparición de pelos incipientes puede provocar la rotura de preservativos».
Aunque es una práctica que tiene sus pros y sus
contras, es un hecho que las mujeres se depilan más. Y la mayoría lo hacen
antes de un encuentro sexual: un 83% de las mujeres, frente a un 66% de los
hombres. De hecho, ellos a veces delegan esta engorrosa tarea en su pareja ya
sea con máquinas de afeitar, tijeras o cera caliente. Así lo demostró un
estudio de la revista médica estadounidense JAMA Dermatology, llevado a
cabo en 7.570 hombres y mujeres entre los 18 y 65 años.
Más del 60% de los encuestados atribuyeron la
depilación a razones de higiene, mientras que el 45% aseguró que era parte de
sus hábitos, el 30% que así conseguía que sus genitales resultaran más
atractivos y un 20% que lo hacía porque así lo preferían sus parejas. Por ejemplo,
Blanca, madrileña de 27 años, cuenta que en alguna ocasión ha evitado tener
relaciones por no tener acicalados sus genitales. «Para mí, la depilación
funciona como un lubricante», explica.
Si se desea depilar el vello
púbico, se aconseja respetar el pelo de la piel de los labios mayores
VICENTE M. LEIS
Al igual que la lencería juega un papel importante en
la cama, el aspecto de la cintura para abajo puede resultar afrodisíaco o ser
un matapasiones.
La cuestión es: ¿cuánto menos vello, más placer? «Tener
una autoestima corporal positiva puede conllevar, para algunas personas,
cumplir con criterios estéticos establecidos, como estar depiladas para muchas
mujeres», cuenta Estela Buendía, psicóloga y sexóloga también miembro de la
AEPS. «Aquellas que están cómodas con su cuerpo se muestran más dispuestas a
mantener relaciones sexuales, y éstas, además, suelen ser más satisfactorias».
La norma a seguir es simple: que cada uno se sienta
cómodo con su cuerpo. Sin embargo, se recomienda buscar aquel método con menor
riesgo de irritaciones o heridas y cuyo efecto sea lo más prolongado posible.
«Lo más adecuado sería el láser, siempre realizado por personal bien
preparado», sostiene Vicente M. Leis, miembro de la Academia Española de
Dermatología y Venereología. «Si se desea depilar el vello púbico, se aconseja
respetar el pelo de la piel de los labios mayores, para conservar en alguna
medida su función protectora».
Las opciones son variadas y para todos los gustos,
incluido el bikini o el brasileño, que es eliminar el vello por completo.
Aunque la tendencia actual es la depilación total,
también existen algunos defensores acérrimos de los pelos como la actriz Cameron
Díaz, quien los luce orgullosa en zonas prohibidas de su anatomía como las
axilas, además del pubis. Así lo defendió en un capítulo de su libro The
Body Book (2013): «Es como una bella cortina que hace que todo resulte más
misterioso para aquel que quiere cortejar tu lado más sexy y así se anime a
mirar más de cerca aquello que tienes que ofrecerle».
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