Las plazas ofertadas en un curso
universitario en Corea del Sur se ocupan en solo tres minutos. En el país
asiático un alto porcentaje de jóvenes no tiene pareja por decisión personal
Una pareja en una
calle de Seúl. Valery Sharifulin Getty Images
Haciendo acopio de
toda su gallardía, un joven surcoreano propone a una compañera de clase pasar
la tarde juntos. Los dos tortolitos caminan juntos al salir de clase,
compartiendo sonrisas tímidas y una conversación vacilante. Es posible,
incluso, que en algún momento sus manos lleguen a rozarse. Podría parecer una
cita, y lo es, pero por encima de todo es un examen, final y práctico, para una
asignatura llamada Género y cultura. Gracias a este curso, impartido en la
Universidad de Sejong, Seúl, los alumnos pueden aprender todo —o casi todo— lo
que hay que saber sobre relaciones sentimentales, amor y sexo.
Los datos más recientes del Instituto Coreano de Salud y Asuntos Sociales (KIHSA) llevan a pensar
que la pasión es una lección que necesita un repaso. En 2018, el país tuvo el
número de matrimonios más bajo de los últimos 46 años. Una encuesta realizada
por este organismo entre solteros de 20 a 44 años indicaba que solo un 26% de
los hombres y un 32% de las mujeres tenían pareja, y para la mayoría se debía a
una decisión personal. A los jóvenes coreanos les cuesta encontrar a su media
naranja, quizá por eso esta actualización académica del Ars Amatoria sea
tan popular: todas las plazas ofertadas para la clase se ocuparon en menos de
tres minutos. La sabiduría de Ovidio, como
corresponde a un clásico, es universal y atemporal.
Las raíces de este
celibato generalizado se hunden en la profundidad socioeconómica. El primero de
los factores es un mercado laboral muy competitivo. La tasa de desempleo en
Corea del Sur, un 3,8%
Han Heehyeon, de 22 años de edad y habitante de Seúl,
cree que su situación profesional tiene mucho que ver con el hecho de que esté
soltera: “Cuando estás en la universidad es mucho más sencillo conocer gente
nueva, pero cuando estás trabajando ya no tanto. Además, ahora debo
concentrarme en hacer las cosas bien. Mi salario ahora mismo es bastante bajo,
pero si trabajo con dedicación y esfuerzo es posible que en uno o dos años
pueda empezar a ahorrar”.
Esta encrucijada es un
lugar común para los millennials, un colectivo generacional para el que
la precariedad laboral obstaculiza la planificación a largo plazo y la
estabilidad económica que requiere formar una familia. Bae Jeong-weon, la
profesora que imparte Género y cultura, desea que su asignatura incida en esta
cuestión, por ello uno de los deberes que encarga a sus alumnos es preparar el
presupuesto de un matrimonio. En la cita final, además, no pueden gastarse más
de 10.000 won, el equivalente de 7,5 euros.
En el caso de las
mujeres, la seguridad es otro elemento muy relevante. La violencia sexual ha
aumentado en Corea del Sur desde hace varios años. Según datos de la Agencia
Nacional de Policía, en 2017 se registraron 32.000 denuncias por este motivo,
el doble de las 16.000 de 2008. La lacra social que supone la violencia de
género crece especialmente rápido: los casos han pasado de 9.000 en 2016 a
19.000 en 2018. “Hace poco una chica fue asesinada por un hombre en la estación
de Gangnam, muy cerca de donde trabajo”, rememora Heehyeon. “Paso por allí a
diario y siempre pienso que podría haber sido yo. Por eso nunca quedaría con
alguien que hubiera conocido en Internet, solo saldría con un chico que ya
conociera de antes”.
Todos estos factores
son más o menos comunes a los de cualquier país moderno, pero hay otros que
afectan a Corea del Sur de manera específica. Uno de ellos es el servicio
militar obligatorio. Los varones de entre 18 y 28 años reciben instrucción
militar durante casi dos años. “Diría que el 90% de las parejas que conozco
rompieron cuando el chico tuvo que hacer el servicio militar. Unos pocos lo
intentaron, pero durante esos meses es muy complicado mantener el contacto, ya
que los reclutas tienen un horario muy estricto. Al final acaba siendo como
estar saliendo con una persona imaginaria. Y si lo logran y continúan juntos
cuando él vuelve, la presión para el chico es enorme porque la chica le ha esperado
durante dos años, lo que a veces acaba siendo fatal. Es muy complicado. Pero, a
pesar de todo, algunas parejas lo intentan”. Heehyeon decidió no hacerlo.
Cuando se le pregunta
si asistiría al curso Género y cultura, Heehyeon duda, pero acaba respondiendo:
“Para ser sincera, la verdad es que no. Puedes aprender algo de la clase, pero
creo que es mejor salir, conocer gente y ver cómo funcionan las cosas en
distintas situaciones”.
Los dos alumnos
vuelven a casa contentos. Nunca sabremos si la cita se cerró con un beso: eso
no forma parte del programa académico.
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