Isabel Celaá, Begoña Gómez y Carmen Calvo, el pasado 8-M ÁNGEL NAVARRETE
¿Se ha hecho puritana parte de la izquierda? «En la
pornografía se educan las manadas», declaraba hace mes y medio a 'El Español'
la diputada más joven del Congreso, Andrea Fernández (26 años), del PSOE.
«El feminismo insensato forma parte de esa izquierda
moralizante que resuelve la discrepancia con prohibiciones», dice Félix
Ovejero, profesor de Ética y Economía, y fundador de Ciudadanos: la diputada
aclaró luego sus palabras declarándose no prohibicionista, sino abolicionista
de la pornografía «en una sociedad ideal». Esto es: propugna Fernández «que sea
la propia sociedad la que acabe con la pornografía».
«Lo que pasa», tercia el escritor y periodista Ricardo
Dudda, «es que la izquierda ha ganado muchas guerras culturales y por eso se ha
hecho conservadora, para defender su botín».
En contrario, devuelve Ignacio Sánchez-Cuenca,
sociólogo y filósofo: «Se critica a la izquierda por atrincherarse en la
identidad y el multiculturalismo, y olvidar a la clase obrera, pero ojo:
siempre ha habido rigorismo en la izquierda, pensemos en el comunismo y la
homosexualidad».
Es el estribillo del debate en los últimos años, con
la frase de la diputada Fernández como penúltimo lance: la izquierda puritana,
secuestrada por la política correcta, y la derecha rupturista y 'punk', más
tirada a la rebeldía.
"Si lo material está resuelto, la identidad"
La CUP defiende a la pareja que mantuvo sexo público y crítico “el
puritanismo” de “Santa Inquisición”. Hay que abolir el porno o se ha vuelto la
izquierda
Partamos, por aquello de ser incorrectos en la
exposición de motivos, de la visión contraria, la de Sánchez-Cuenca: «Yo no he
investigado estos temas, pero me parece certera la visión del sociólogo Ronald
Inglehart: dice que Occidente pasó en los años 60-70 del materialismo, de
preocuparse sobre todo del bienestar material, a un pos materialismo -respeto a
las minorías, medio ambiente, etc.- que luego en los 2000 ha terminado
denominando 'valores auto expresivos': la expresión del yo y sus atributos. Es
una visión empírica, apoyada en datos y estudios, y despojada de ideología. Me
parece plausible que, si lo material está resuelto, el debate se centre en ña
identidad».
Sin embargo, otra visión -por ejemplo la del
historiador estadounidense Mark Lilla- propugna que la derecha alternativa de
Donald Trump se hizo con el poder en Estados Unidos precisamente apelando al
votante blanco (la basura blanca del Medio Oeste) que precisamente sí
está preocupado por sus condiciones materiales -porque tiene motivos para ello
o porque se percibe a sí mismo como amenazado... Mientras la izquierda de
Hillary Clinton se centraba más patriciamente en defender a las minorías, en el
multiculturalismo y... de nuevo en cuestiones morales.
«Es indudable que parte de la izquierda se ha vuelto
más conservadora y puritana», dice Félix Ovejero, que ha construido un corpus
en torno al concepto en su libro titulado, precisamente, La deriva
reaccionaria de la izquierda (Página Indómita).
Andrea Fernández (PSOE), diputada más joven del Congreso con 26 años. EL
MUNDO
Lo resumimos: a partir del 68, la izquierda sitúa como
eje de su discurso la diferencia en vez la igualdad, y cambia igualdad,
libertad y fraternidad como su tríada mágica, formulada a la manera del ideal ilustrado,
por otros rasgos con los que el ciudadano se integraría en la sociedad: su
género, su orientación sexual, su religión. Su identidad. La política pasa
entonces a ser el lugar en el que no se busca lo que iguala, sino que se
subraya lo que diferencia.
Una izquierda nacionalista y 'pro-religiosa'
De ahí a las posiciones ideológicas extremas
imposibles de acercar actualmente, y de ahí, por parte de esa izquierda
-siempre según Ovejero-, a tolerar/empatizar con las identidades nacionalistas
(en vez de soñar con una ciudadanía universal) y religiosas (en lugar de
militar en el laicismo).
La sustitución, en suma, del ideal ilustrado (la
«razón en movimiento» que se cantaba en La Internacional) por el ideal
romántico, que comprende y ampara la política fundada en sentimientos e
hipersensibilidades vinculadas al yo.
«Bueno, ésa es la crítica clásica que se le hace por
ejemplo en Francia al Mayo del 68 desde posiciones conservadoras», dice Sánchez
Cuenca: «Que más que una explosión de libertad fue una glorificación de la
identidad y del egoísmo... Personalmente la crítica a un supuesto puritanismo
la enmarco yo en ese contexto. Además, eso de que la izquierda vencedora tiene
que defender sus victorias culturales tampoco lo veo: es sorprendente cómo en
un país como España ciudadanos que se reclaman de derecha coinciden en valores
morales con otros de izquierda: en realidad, la izquierda siempre fue un poco
por delante, pero el consenso en temas como la homosexualidad o la situación de
la mujer es producto de la pura modernización, no de ninguna victoria
ideológica de nadie», dice el autor que ha propugnado editorialmente nada menos
que La superioridad moral de la izquierda (Contextos), con prólogo de
Íñigo Errejón, sobre la derecha.
"El sexo sigue siendo tabú aún hoy"
Volviendo al porno, Félix Ovejero: «Es increíble y
paradójico que esa izquierda, la misma que había conseguido desacralizar el
sexo, vuelva a cubrirlo de oscurantismo... Pero es que es un misterio cómo el
sexo sigue siendo un tabú, el poder que tiene ese tabú aunque hace tiempo que
aceptamos que vivimos en una sociedad liberal en la que sabemos que tenemos que
convivir con cosas que no nos gustan. La pulsión censora siempre vuelve, a
veces por donde menos la esperamos: no hay ninguna evidencia empírica de que la
pornografía genere violencia, más bien generará alivio, dicho a la manera
renacentista», bromea.
Más en profundidad, la lectura del profesor de
Filosofía del Derecho del Pablo de Lora, que acaba de publicar Lo sexual es
político (y jurídico), en Alianza: «No hay prueba de vinculación entre
pornografía y agresiones sexuales, más bien al revés... Otra cosa es que eduque
en una forma de encarar las relaciones sexuales a los jóvenes. Pero,
¿violencia? Ese es un debate muy antiguo al que ha vuelto un feminismo neo
puritano que ya se estilaba en Estados Unidos en los 70, y que viene a leer las
relaciones sexuales como relaciones de poder, con toda una simbología de la
dominación, donde el hombre siempre hace que la mujer se arrodille. Tras eso
hay una visión muy sesgada, y da lo mismo que les mentes el éxito que tiene
entre los hombres por ejemplo las escenas lésbicas, o el hecho de que sea el
hombre muchas veces el que se arrodille a dar placer a la mujer. Es muy
puritano y, desde luego, muy sorprendente encontrar esto en manos de la
izquierda».
Interviene, más en el marco general, Manuel Arias
Maldonado, politólogo: «El conflicto se ha moralizado, se ha resquebrajado la
distinción entre vida pública y privada y lo curioso es que los papeles se han
invertido: mientras en los 70 la derecha se preocupaba de la moral para
mantener el orden y la izquierda 'destradicionalizaba', ahora parece al revés,
aunque siempre hubo un liberalismo que buscaba ampliar el círculo de
libertades, y una izquierda no conforme con ello» -coincidiendo aquí con
Sánchez-Cuenca acerca del «rigorismo comunista»-.
Concluye Arias Maldonado: «Anthony Giddens ya señaló
en los 90 el conservadurismo de la izquierda con respecto a la consecución del
Estado del Bienestar, pero en cualquier caso es cierto que hoy una parte de esa
izquierda parece empeñada en vigilar y censurar las conductas ajenas de un modo
que parecía más propio del conservadurismo religioso. Las redes sociales
permiten ahora mantener la vigilancia en vivo».
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