Archivo ABC. En la época del Imperio, algunos gobernadores
romanos también sorteaban entre ellos la dirección de las provincias
Son incontables los años que
lleva la Lotería
de Navidad dando alegrías (y frunciendo más de un ceño, pues es imposible que
todos puedan llevarse a casa «El Gordo») a lo largo y ancho de nuestro país.
Sin embargo, todas estas décadas juntas son solo apenas una mota de polvo en el
tiempo si se comparan con la ingente cantidad de siglos que han pasado desde
que se idearon los primeros sorteos.
Y es que -a pesar de que existe un gran misterio con respecto a su origen- se
cree que la primera rifa que se llevó a cabo en el mundo la organizó un
emperador para sufragar la finalización de la Gran Muralla China y,
de esta forma, mantener alejados a los bárbaros (los cuales llamaban -día si y
día también- a las puertas de su imperio armados hasta los dientes).
Con todo, a día de hoy son
muchas y variopintas las teorías sobre dónde y cuándo vio la luz la primera
lotería de la historia. Así pues, no son pocos los que consideran que fue dada
a conocer por los romanos, los cuales solían
sortear todo tipo de objetos (así como tierras y propiedades) en
las orgías que celebraban en las «domus». No obstante, lo que si se sabe
a ciencia cierta es que el primero en llevar a cabo una lotería estatal fue el
monarca francés Francisco I, eterno enemigo de nuestro Carlos I (V para los
alemanes) ideó un curioso sorteo llamado la «Blancque» para sufragar las continuas guerras en las que se veía
envuelto por estos lares. Por entonces, no obstante, corría el siglo XVI y por
las páginas de la Historia
ya habían pasado más rifas que soldados bisoños pasarían posteriormente por
Flandes.
Ideada para costear una muralla
Para hallar el origen de la
que, según se cree, fue la primera lotería de la que se tiene constancia, es
necesario retroceder en el tiempo unos 2.200 años. Fue en esa época cuando
China sufrió el ataque de un pueblo que ya llevaba siglos tocando el bastón de
poder a los mandamases de por entonces. «Desde el siglo III a.C., [un] pueblo
nómada estaba en el apogeo de su poder en Mongolia, los xiongnu,
en quienes algunos reconocen la primera aparición en la escena histórica de los
que después serían conocidos como los “hunos”. Durante siglos, ambos términos
fueron sinónimos; todas las fuentes coinciden al menos en que eran oponentes
sumamente desagradables, guerreros feroces y, por desgracia, expertos», explica
el historiador John Morris Roberts en su obra «Historia del mundo: desde la
prehistoria a nuestros días».
En esas andaban aquellas dos
regiones (a pescozones) cuando subió al trono de mando de China Liu Che (de la dinastía Han, la
cual gobernó el país desde el 206
a.C. hasta el 220 d.C.). Dicho líder era más conocido
como el emperador Wu,
considerado a día de hoy uno de las grandes personalidades de la Historia Universal.
Así lo afirma, al menos, el historiador Gregorio Doval en su libro «Breve
historia de la China
Milenaria». En él mismo, señala que este líder fue capaz de
acabar con el feudalismo y establecer varias leyes como la que obligaba a los
padres a dejar una herencia similar a todos sus hijos. «Bajo su reinado, China
alcanzó su máxima expansión territorial, se afianzó el confucianismo y se
fomentó el comercio, estableciéndose las principales rutas marinas y terrestres.
Casi todo el territorio que hoy engloba China pasó a estar bajo poder imperial», explica el autor en su obra.
Andaba el calendario por el
año 100 a.C.
cuando a Wu fue atacado en el norte por enésima vez por los xiongnu. Falto de
liquidez para defenderse, cuenta la leyenda que tuvo una curiosa idea. «El
emperador […] necesitaba fondos para
restaurar lo que quedaba de la
Gran Muralla China (comenzada a construir
tres siglos atrás y deteriorada por las guerras) y extenderla hasta el desierto
del Gobi. Para ello, los consejeros del emperador crearon el “keno”, un sorteo de lotería cuyo
nombres todavía es usado en los casinos americanos», afirma Miguel Córdoba Bueno en su obra
«Anatomía del Juego: Un análisis comparativo de las posibilidades de ganar en
los diferentes juegos de azar». A su vez, se cree que estas primeras loterías
podrían haber ayudado a pagar a tocateja varias expediciones organizadas para
aplastar a los enemigos del líder.
Orgías y provincias; la lotería en Roma
La de la lotería «keno» es
una de las teorías más antiguas sobre el origen de las rifas. Sin embargo,
existen también otra serie de historiadores que abogan por situar su creación
de forma más fidedigna en Grecia y Roma.
Sea como fuere, lo cierto es que algunos expertos como Córdoba Bueno son
partidarios de que los romanos ya
celebraban pequeños sorteos (aunque no de carácter
estatal) en sus «domus» mientras llevaban a cabo orgías y bacanales. «Los emperadores solían organizar loterías
privadas en sus palacios. En ellas, cada invitado recibía un trozo de pergamino
con el cual tenía la posibilidad de obtener regalos, que podían ser esclavos o,
incluso, una villa junto al mar», destaca el experto.
Del mismo modo, el emperador
Heliogábalo (conocido por su crueldad y por ser fan de todo tipo de
perversiones) solía repartir boletos que dividía en dos mitades. Con la primera
de ellas se tenía acceso a todo tipo de premios (desde camellos, hasta
-curiosamente- moscas). Si te tocaba la segunda, no tenías derecho a nada.
Lo cierto es que Roma no fue,
ni mucho menos, un ejemplo de honestidad en lo que se refiere a las rifas. De
hecho, el poeta Décimo Junio Juvenal
afirma en una de sus sátiras (la X,V,II) que, en algunos casos, los mandatarios se repartían las provincias por sorteo,
sin tener en cuenta la opinión de los ciudadanos, como sí sucedía en los
tiempos de la República.
A nivel privado, en cambio, estas prácticas fueron muy
habituales. Así pues, el historiador Suetonio afirma en su obra «Vida de
Augusto» que este líder disfrutaba repartiendo los postres por sorteo entre sus
comensales.
Un término que desconcierta
Posteriormente, y según
Córdoba Bueno, se sucedieron multitud de ejemplos de lotería o sorteos en
regiones como la India o China. Sin embargo, uno de los más
curiosos era el protagonizado por los caballeros
teutónicos, cuyo objetivo original era defender en Palestina a los
peregrinos que pudieran ser atacados por los musulmanes. «Usaban pequeñas piedras que se tiraban
al aire para decidir en suerte las disputas sobre propiedades», explica el
experto español. Según él, estos pequeños guijarros eran conocidos como «hleut», cuya traducción en anglosajón
dio como resultado la palabra «lot»
(del que derivaría el término «lotería» en los diferentes idiomas).
Esta teoría no es compartida
por todos los historiadores. Uno de los críticos con la misma es el historiador
del siglo XIX Salvador Costanzo. «La palabra lotería se compone, según los
eruditos de más nota, de dos vocablos puramente italianos, a saber lotta, que significa lucha, y ria, que significa mala o perversa;
los que creen que lotería se deriva del vocablo alemán “lot” padecen de un
grave engaño. Es cierto que esta palabra quiere decir suerte, pero no explica
la índole generalmente perjudicial de
las loterías», explica el experto en un dossier ubicado dentro de la
publicación «Museo de las familias». A su vez, es partidario de que las
loterías no se establecieron de forma oficial en Alemania hasta después de que
pasaran por Italia, por lo que considera sumamente extraño que se le pusiera
ese nombre y no se adaptara uno
extranjero.
Lo cierto es que esta teoría
parece la más plausible, pues historiadores como Gregorio Leti señalaron ya en el siglo XVII que la lotería se
había hecho popular en Italia y, desde allí, había partido hasta otros países.
Sin embargo, antes de traspasar fronteras había causado furor en ciudades como
Génova y Venecia, donde -siempre en palabras de Leti- causó la desgracia a
pobres y ricos por igual. «Todas las casas de Venecia y sus plazas públicas se
convirtieron en oficinas de loterías. Hombres muy ricos acabaron por morir sumidos en la miseria, muchos comerciantes se
declararon en quiebra y se encendió la tea de la discordia en el seno de
familias que habían tenido hasta entonces una conducta ejemplar», añade, en
este caso, Costanzo. El mismo autor explica cómo la sociedad no estaba
preparada para este juego.
La primera lotería estatal
Independientemente de las
leyendas y los sorteos, para hallar el origen de la primera lotería organiza a
nivel estatal es necesario viajar hasta la Francia del siglo XVI. Más concretamente
hasta 1539, año en que gobernaba el país Francisco I (el monarca que más molestó a nuestro Carlos I y que
fue apresado brevemente por los Tercios españoles en la batalla de Pavía). Este
gabacho, cansado de que sus conciudadanos jugasen a la lotería en lugares
clandestinos -pues estaba prohibido- organizó un sorteo en mayo con el objetivo
de sufragar su lucha contra los hispanos y, por qué no, alguna que otra
expedición militar. Según Córdoba Bueno, esta fue llamada la «Blanque», seguía
el modelo veneciano que se había instaurado años atrás y en ella se podían
obtener como premio desde joyas
hasta dinero.
«El sorteo se organizaba
utilizando dos vasijas como recipientes. En una de ellas se incorporaban los
boletos que se jugaban, y en otra tanto los premios “blancos”, es decir, todos los boletos jugados tendrían un
resultado, bien recibiendo un premio concreto, bien no recibiendo nada»,
determina Córdoba Bueno. El día del sorteo, curiosamente, las dos vasijas se
subían a un estrado y se pedía a un niño
ciego que sacara de una bola de cada uno de los recipientes y se
las diera al organizador. Este cantaba podía cantar entonces «blanco» o «beneficio» según saliera en la esfera. Posteriormente, aquel que
hubiese sido agraciado con un premio podía retirarlo en el plazo de un mes. En
caso contrario, pasaban directamente a ser propiedad del monarca. Con todo,
este tipo de rifa fue abolida poco después.
Posteriormente, a principios
del siglo XVI, en Inglaterra se planteó instaurar la primera lotería pública para hacer frente a la guerra
contra Francia. La práctica, que hasta entonces no había sido llevada a cabo
nunca de manera oficial en el país, produjo un acalorado debate en el
Parlamento que se zanjó con la siguiente frase por parte de un «exaltado»: «Callen ustedes; esta lotería es la reina de
todas las loterías». Años después, en 1660, esta práctica volvió a
brillar en Francia cuando los galos autorizaron una gran rifa para garantizar
que la boda entre Luis XIV y María Teresa de Austria era sumamente ostentosa.
http://www.abc.es/loteria-de-navidad/20151005/abci-loteria-navidad-historia-orgias-201510021917.html
Manuel P. Villatoro@abc_es / Madrid
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