Tres jóvenes meditando en una posición de yoga
La espiritualidad es
inherente a la naturaleza humana. Si consideramos los ritos funerarios, estaría
presente hace más de 40.000 años. Darwin señalaba que la tendencia a la
religiosidad se podría explicar por un proceso de selección natural ventajoso para la
supervivencia de nuestra especie. En la actualidad, varios
estudios apuntan en esa dirección. El último, publicado en «Jama Internal
Medicine», sugiere que las mujeres que asisten a servicios religiosos más de una vez a la semana
tienen un 27% menos de riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular
y por cáncer. También se reduce en un 21% en comparación con las que nunca van
a esas prácticas. Los investigadores utilizaron datos de 74.534 mujeres de un
estudio realizado con enfermeras. La religión y la espiritualidad podrían ser un recurso poco apreciado
en medicina, destacan los investigadores.
Para Miren Morillas, vocal de
la Sección de
Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española
de Cardiología, en este estudio «parece que tener una motivación religiosa y encontrar un
sentido a la vida hace que la persona, por sentirse más útil, acabe fomentando el
autocuidado, tan importante por la enfermedad cardiovascular».
Además, el estudio tiene un valor añadido por estar hecho en mujeres «que
tienen condicionantes de riesgo cardiovascular poco valorados, porque el
diagnóstico es más tardío y el tratamiento menos intenso que en los hombres».
El motivo es que se pueden confundir los síntomas, que no son tan típicos, y
atribuirlos a la ansiedad. Este sesgo está ampliamente demostrado», asegura
Morillas.
Según destaca esta
especialista, «hay una relación muy clara entre ansiedad, depresión, hostilidad (personalidad
tipo D) y una mayor predisposición a caer en adicciones,
exclusión social y menos autocuidado. Y esos hábitos llevan a la obesidad,
tabaquismo, hipertensión, azúcar alto, que son factores de riesgo de enfermedad
cardiovascular.
Mayor apoyo social
La espiritualidad es una
orientación hacia la sensación y el deseo de estar conectado a algo más grande
que uno mismo y la búsqueda de lo sagrado en la vida. Y las religiones (más de
10.000 en todo el mundo) serían el lenguaje en el que se expresa la espiritualidad.
¿Cómo estos conceptos tan abstractos pueden tener consecuencias tangibles en la
salud? «Las personas que practican alguna creencia religiosa encuentran una
mayor aceptación, apoyo social y mayor facilidad para evitar esos hábitos
perniciosos, además de tener menos ansiedad y depresión. En la espiritualidad
se encuentra sentido a la vida», aclara la doctora Morillas.
Otro estudio reciente de la Facultad de Medicina de
Monte Sinaí proporciona otra pista, en esta misma línea. Tener una meta en la vida
protege el cerebro y el corazón, y esta vez sin distinción de sexo.
Encontrar sentido a la existencia y tener objetivos puede reducir el riesgo de
accidente cerebrovascular y enfermedad cardiaca, aumentando la longevidad más
de un 20%. En concreto, estar altamente motivado reduce un 23% la mortalidad
por todas las causas. Otro estudio de 2014, esta vez de la Universidad de Oregón,
matiza que la
religión ayuda a regular el comportamiento y los hábitos saludables,
mientras que el concepto más amplio de espiritualidad regularía las emociones y
cómo nos sentimos. Aspectos clave cuando se trata de la salud.
Conectados con la vida
«Una motivación para seguir
viviendo te da energía y fuerza para luchar contra una situación adversa, como
una enfermedad. Con las creencias religiosas tienes algo a lo que agarrarte,
especialmente en momentos de bajón y desesperación. Ir a un servicio religioso
te hace salir de casa, arreglarte, seguir conectado con la vida.
Aunque también pueden jugar en contra, porque algunas personas muy creyentes en
el momento de un diagnóstico se rebelan y eso puede generar un conflicto,
explica Marta de la Fuente,
psicooncóloga del MD Anderson Cancer Center de Madrid
Y hay quienes buscan incluso
el gen de la espirituahttp://www.abc.es/sociedad/abci-espiritualidad-prolonga-vida-201605212025_noticia.htmllidad, que estaría relacionado con el neurotransmisor
dopamina, implicado precisamente en procesos de motivación y en el sistema de
recompensa del cerebro. Tan solo la variación de una «letra» del ADN de un gen nos haría más o
menos propensos a los sentimientos trascendentes y a los beneficios que conllevan.
Otros estudios explican las ventajas para la salud de la espiritualidad a
través de la personalidad y el nivel de estrés.
Las personas que declaran
tener un alto grado de espiritualidad suelen tener rasgos de personalidad que
promueven la salud, como responsabilidad, afabilidad y extraversión, mientras que
puntúan bajo en otros rasgos considerados un factor de riesgo, como la
inestabilidad emocional. Y hay quienes van más allá y consideran que la
espiritualidad debería considerarse como un sexto factor añadido al modelo de
los cinco grandes rasgos de personalidad, que incluye a los cuatro ya
mencionados más la apertura mental.
Más optimistas y tenaces
De nuevo estos estudios
indican que la gente más espiritual suele estar integrada en comunidades
(parroquia o grupos de voluntariado) que promueven estilos de vida saludables y
apoyo social, otro factor asociado considerado un protector de la salud.
Además, suelen
ser personas más optimistas y tenaces a la hora de enfrentarse a los desafíos
de la vida y encaran el estrés de forma más favorable, como
reflejan la tasa de respiración y el nivel de ira. La espiritualidad podría
reducir la ansiedad y otras emociones negativas y en una menor reactividad del
sistema nervioso autónomo, que regula las manifestaciones fisiológicas
perniciosas del estrés.
¿Qué papel juegan los ritos
religiosos? Rezar, recitar versos y mantras son ritos comunes a varias religiones.
Un estudio de la
Universidad de Akron, en Ohio, distingue cuatro tipos de
plegarias: de súplica, rituales, meditación y diálogo distendido con el Ser
Supremo. Al parecer, desde el punto de vista de la salud, el beneficio es mayor
cuanto más personalizada y menos ritual es la relación con Dios,
porque proporciona una sensación de cercanía, guía y paz interior. Esta
sensación puede ser una ayuda en los momentos de adversidad y enfermedad.
La psicooncóloga Marta de la Fuente lo corrobora:
«Después del diagnóstico en muchos casos les ayuda rezar, como actividad
distractora. Subliman el dolor, como decía Freud, y le dan un sentido. Les
ayuda a aceptar la situación y muchas veces todo este sufrimiento se ofrece por
alguien. Y el apoyo social, compartir y expresar emociones dentro del grupo al
que perteneces, ayuda mucho a tener una actitud adecuada», corrobora Marta de la Fuente.
Beneficios de la meditación
Una de estas prácticas, la
meditación, ha transcendido el ámbito religioso y se ha popularizado por sus
probados beneficios: «Ayuda a ser consciente de las emociones, a identificarlas, a
salir del piloto automático. Permite gestionar mejor lo que
sentimos, en lugar de reprimirlo. En concreto el mindfulness se considera en
psicología una técnica de tercera generación. Tiene muchos beneficios, como la
reducción de estrés», destaca De la
Fuente.
La revista Nature
Neuroscience revisó el año pasado los beneficios para la salud física y mental
del mindfulness, o atención plena. La meditación, común a diferentes culturas y
religiones, puede ser definida como un entrenamiento mental dirigido a mejorar
capacidades psicológicas como la autorregulación atencional y
emocional.
Las técnicas basadas en
mindfulness son muy eficaces en la reducción del estrés, y es posible que tal
reducción del estrés puede mediar cambios en la estructura y función del
cerebro, mediante la formación de nuevas sinapsis (contacto entre neuronas), la
mielinización (formación de la vaina grasa que facilita la transmisión de los
impulsos nerviosos) o incluso el nacimiento de nuevas neuronas. Es probable
también, destaca Nature, que la atención afecte positivamente a la regulación del
sistema nervioso autónomo (respuesta al estrés) y la actividad
inmune, lo que puede proteger las neuronas.
Elizabeth Blackburn recibió
el premio Nobel por sus estudios sobre la telomerasa, una enzima que conserva
la longitud de los telómeros, unas estructuras en los extremos de los
cromosomas, cuya longitud predice la enfermedad y la mortalidad. Algunos de sus
estudios de sugieren que la telomerasa puede estar regulada por los niveles de estrés psicológico. Blackburn estudió también el efecto
de la meditación sobre esta enzima y vio que producía un aumento de su
actividad del 26%, por lo que propone que algunas formas de meditación, como el
mindfulness, pueden tener efectos saludables en la longitud de los telómeros.
Tal vez no sea exagerado decir que las creencias religiosas son una fuerza
poderosa y compleja de la mente humana.
ABCPILAR QUIJADAMadrid
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