Los tatuajes están de moda.
Unos 60 millones de europeos los llevan. Desde 2003, el porcentaje ha aumentado
un 7%. Esta creciente popularidad ha llevado a la Comisión Europea
a preguntarse si la legislación actual es suficiente para garantizar la
seguridad de aquellos que deciden marcar su piel con tinta. Por este motivo, la Comisión encargó un
estudio al Joint Research Centre (JRC) y los resultados, que se acaban de
publicar, apuntan a que existe un desconocimiento generalizado en todo lo
relacionado con las tintas empleadas en los tatuajes. No existen estudios
acerca de cómo la tinta se degrada bajo la piel, ni los efectos que esta
degradación puede provocar.
Tampoco existe un control suficiente en la
fabricación de las tintas y los ingredientes empleados, y además, muchas de las
tintas utilizadas en los tatuajes no están fabricadas para ello. El aumento de la popularidad de los tatuajes ha llevado a la Comisión Europea
a plantearse si las actuales normativas son suficientes los tatuajes son
dibujos que se consiguen al inyectar tintas de colores bajo la piel y su
característica principal es que son para siempre. La investigación del JRC
pretende indagar en la seguridad de esas tintas empleadas y, para ello, ha
analizado los ingredientes de las que se encuentran en el mercado. El informe
detalla que más del 80% de los pigmentos utilizados hoy en día son orgánicos y
más de la mitad de ellos, alrededor del 60%, son de un tipo concreto llamados
azopigmentos. Al exponer los tatuajes al sol, estos azopigmentos pueden
degradarse y liberar aminas aromáticas que pueden ser cancerígenas. Pero además
de esto, las tintas pueden contener impurezas porque en muchos casos no están
fabricadas específicamente para los tatuajes. Y a través de la sangre, tanto
las impurezas como las aminas pueden extenderse por el resto del organismo.
Un elemento que tampoco ayuda
a saber si las tintas empleadas son seguras, según los investigadores, es el
etiquetado. Por ejemplo, el lugar de fabricación de la tinta se encuentra con
mucha facilidad, pero no los ingredientes empleados. Durante el análisis, los
investigadores comprobaron que la mayoría de las tintas para tatuajes se
importan desde EE UU, donde la regulación es más permisiva que en la Unión Europea,
mientras que las usadas para maquillaje permanente se producen en Europa. Uno
de los problemas que han señalado los investigadores a la hora de ejercer un
control de las tintas que se emplean en los tatuajes es la falta de una ley
específica. En ausencia de esta ley cada país ha tenido que establecer sus
propias regulaciones y algunas son más exigentes que otras. La complicación
viene con la venta de tintas por Internet entre países con distintas
normativas. Puede ocurrir que una tinta fabricada en un país con una regulación
más leve llegue a otro con una normativa más estricta sin pasar por ningún
filtro de seguridad. Más del 80% de los pigmentos son
orgánicos y algunos de ellos con la exposición al sol pueden degradarse y
liberar aminas aromáticas que pueden ser cancerígenas En una primera intención
de abordar la cuestión de los tatuajes, el Consejo de Europa elaboró en 2003 un
documento con una serie de recomendaciones para fabricar las tintas y señaló
una serie de ingredientes que no se debían usar. El Consejo revisó este código
en 2008 y amplió la lista de compuestos prohibidos. Pero no todos los países
europeos adoptaron esas recomendaciones. Solo siete países de la UE y tres de la Asociación Europea
de Libre Comercio (AELC) han aplicado estas directrices en sus normativas. España
adoptó las recomendaciones de 2008 y ha sido el único país en elaborar una
lista de productos químicos que sí se pueden utilizar en la elaboración de
tintas para tatuajes. Además, algunos países, entre los que también figura
España, exigen que un producto pase por ciertos controles de calidad antes de
poder ponerlo en el mercado. Otros, en cambio, o no someten los productos a
ningún control previo, o esos controles son más laxos. Y la importación de
tintas a través de Internet ha hecho que esto se convierta en un problema en
una industria muy delicada como la de los tatuajes y a la que le falta mucha la
regulación, según señala el estudio. Ante la falta de estudios a largo plazo en
lo relativo a los efectos secundarios de los tatuajes y la escasa regulación
específica en la industria, la Comisión Europea reclama que se elabore un manual
de buenas prácticas para la fabricación de las tintas, que se vigile el
mercado, incluidos los productos vendidos por Internet, y que los tatuadores
tengan una formación obligatoria. Pero, según los que han elaborado el estudio,
todo esto pasa por la creación de una ley única que facilite su cumplimiento.
El
País
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