El hombre, trasladado al HUCA con cortes en la cara y golpes por todo el
cuerpo, trató de hablar con ellas sin éxito y, según los testigos, empujó con
fuerza a una al ser rechazado
Foto Internet
La lluvia de vasos y botellas, empujones y alguna
patada, pilló tan por sorpresa a D. P. O, un ovetense de 25 años, como la
rotunda negativa de una de las chicas con las que trataba de entablar
conversación en medio de una noche de fiesta, en un bar de la calle Canóniga,
en el Oviedo Antiguo. Él acabó en el hospital, con cortes en la cara,
magulladuras y, contó a sus cercanos, "seis grapas en la cabeza".
Antes, según los testigos, discutió con una de ellas y la agredió, la empujó
con fuerza. Fue eso lo que desencadenó la ira de las otras. Con una botella y
un vaso respondieron al empujón.
La versión de quienes pudieron ver lo que sucedió dice
que el joven, que fue trasladado en ambulancia al HUCA hacia las
tres y media de la madrugada del sábado al domingo, se había acercado a las
chicas en el bar del número 8 de la calle Canóniga, un local repleto. Que las
estaba molestando, que una le dio la espalda, pero acabó discutiendo con él,
que otra se acercó y le tocó en la cara, una bofetada leve, un toque quizá en
el flequillo, que la respuesta fue lanzarla hacia atrás, empujarla con fuerza
con las dos manos y que después vino la marabunta contra él, un vaso de sidra
por la cara, una botella de cerveza en la cabeza, los golpes. Un amigo de D. P.
O, acudió al rescate, pero él se zafó y volvió a por venganza, lanzó una
botella a las chicas.
El joven estaba lleno de cortes, había sangre por
todas partes. En el suelo, en la ropa de unos y otros, su camiseta blanca se
había vuelto burdeos. El bar era una batalla campal y el asunto no tenía
buena pinta para él.
Dos coches de la Policía Nacional, durante una
intervención reciente en Oviedo. LNE
Cuenta otro testigo de la escena que intervino
entonces un grupo de amigos ajeno a la trifulca para zanjar el desbarajuste.
Sacaron al tipo del bar, "se puede decir que lo salvaron". Al
parecer, se identificaron como agentes de la Policía Local de Oviedo fuera de
servicio. Un alivio para D. P. O. y para el orden público. Se terminaba la
pelea y podía seguir la noche.
Al joven ovetense pronto lo atendieron los servicios
sanitarios desplazados al lugar. También llegó una patrulla de la Policía
Nacional. Trasladaron al herido
al hospital. Después, contaría a sus cercanos que no veía nada porque le
habían cegado con un esprai de gas pimienta, de los que llevan algunas mujeres
para repeler agresiones, como los que usa la policía en ciertas situaciones de
riesgo. Dijo que creía haber chocado con alguien y que le habían llovido los
golpes, que la gente se había vuelto loca. El asunto seguramente siga en el
juzgado.
Nada tiene que ver esta pelea con la de hace quince
días pero es otro fin de semana con jaleos en la noche ovetense. Dos sábados
atrás, un hostelero del Rosal recibió cinco navajazos. Uno en el rostro, otro en la nuca y tres en la cara. Tres menores de edad
le atacaron porque no les dejaba entra a su bar. Hubo un detenido, un joven
menor marroquí que acabó ingresado en el centro de menores de Noreña.
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