Nuevos hallazgos pueden arrojar luz en el tratamiento de la pérdida del
cabello o la curación de heridas
«Adán y Eva», de Jan Gossaert, en la National Gallery de Londres - Archivo
A medida que nuestros ancestros evolucionaban fueron
perdiendo el pelo corporal hasta convertirse en el único mono desnudo del
planeta. Sin embargo, el pelo no
desapareció del todo, sino que se repartió por algunas zonas concretas
mientras que dejó otras completamente lampiñas. Por ejemplo, los brazos y
piernas humanas son (más o menos) peludas pero no las palmas de las manos ni de
los pies. ¿Por qué? Investigadores de la Escuela de Medicina Perelman de la
Universidad de Pensilvania creen haber encontrado la respuesta a esta pregunta
fundamental en la evolución humana.
Sus hallazgos revelan la existencia de un inhibidor
natural secretado en el desarrollo de la piel sin pelo que bloquea una vía de
señalización, conocida como la vía WNT, que controla el crecimiento del pelo.
«Sabemos que la señalización de WNT es crítica para el desarrollo de los
folículos pilosos; bloquearla provoca que la piel no tenga pelo y encenderlo,
la formación del mismo», señala la autora principal del estudio, Sarah E.
Millar. «En este estudio, hemos demostrado que la piel en regiones sin pelo
produce naturalmente un inhibidor que evita que WNT haga su trabajo».
El inhibidor natural es Dickkopf 2 (DKK2), una
proteína que se encuentra en tejidos embrionarios y adultos específicos donde
desempeña una variedad de funciones. Los investigadores analizaron la piel
plantar de ratones, aproximadamente el equivalente al lado inferior de la muñeca
humana, y encontraron que el DKK2 estaba altamente expresado. Cuando eliminaron
genéticamente el DKK2, el cabello comenzó a crecer en esta región de la piel
normalmente sin vello.
«Esto es significativo porque nos dice que WNT todavía
está presente en las regiones sin pelo, simplemente está siendo bloqueado»,
dice Millar.
Algunos mamíferos, como los conejos y los osos
polares, desarrollan naturalmente el pelo en su piel plantar. El grupo de
investigación de Millar descubrió que, a diferencia de los ratones, el DKK2 no
se expresa en niveles altos en la piel plantar del conejo, lo que explica por
qué el vello se puede desarrollar allí. Estos hallazgos sugieren que la
producción de DKK2 en regiones específicas de la piel se ha alterado durante la
evolución para permitir que se formen diferentes patrones de piel con o sin
pelo de acuerdo con las necesidades del animal.
Quemaduras graves
Los folículos pilosos se desarrollan durante la vida
fetal, pero su producción se detiene después del nacimiento. Como resultado,
los folículos pilosos no vuelven a crecer después de quemaduras graves o
heridas extensas y profundas en la piel. Millar y su equipo investigan ahora si
los inhibidores de WNT secretados suprimen el desarrollo del folículo piloso en
estos escenarios.
Mientras que algunas regiones del cuerpo humano son
naturalmente lampiñas, otras se vuelven así debido a una variedad de
enfermedades. Según la Academia Americana de Dermatología, más de 80 millones
de personas en Estados Unidos tienen alopecia androgenética, también llamada calvicie de
patrón masculino o femenino. Los estudios de asociación de genoma han
identificado el DKK2 como un posible gen candidato asociado con esta condición,
sugiriéndolo como un posible objetivo terapéutico.
«Esperamos que estas líneas de investigación revelen
nuevas formas de mejorar la curación de heridas y el crecimiento del cabello, y
planeamos continuar persiguiendo estos objetivos en el futuro», afirma Millar.
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