Suele coincidir con los siete años de matrimonio, cuando las cosas empiezan
a torcerse. O a enderezarse, según se mire
Miguel Ángel Bargueño
Hemos contado qué empuja a las personas a la infidelidad y qué, por el
contrario, les hace resistir la tentación… Nos
faltaba por saber cuándo son más infieles. A qué edad o en qué etapa de la vida
el ser humano es más propenso a buscar sexo fuera de casa. Ahora también lo sabemos.
Dos encuestas realizadas por páginas web de citas desvelan las edades a las que
los hombres y las mujeres son más propensos a engañar a sus parejas. Y tienen algo en común: (casi) siempre acaban en nueve.
La primera, realizada por la página de relaciones
extramatrimoniales Ashley Madison, reveló que los hombres suelen ser infieles
cuando se acerca el final de una década (o el principio de la siguiente). Es
decir, a los 39, 49 y 59. Lo mismo ocurre con las mujeres, que, según la web de
citas Victoria Milan, tienen su primer affaire fuera del matrimonio a
los 39,1 años. Aunque en este caso se trata solo de las españolas y hay
diferencias con otras nacionalidades: las brasileñas esperan hasta los 33,4
años, de media, mientras que las húngaras hasta los 44,5 años para engañar a
sus maridos.
La crisis de los 39
El hecho de que en muchas ocasiones coincida con el
final de una década no es baladí. El libro ¿Cuándo? La ciencia
de encontrar el momento preciso, de Daniel H. Pink, que
recoge distintos estudios científicos para explicar los distintos momentos en
los que debemos realizar distintas actividades (como por ejemplo cuál la mejor hora
del día para hacer ejercicio según nuestro objetivo), explica
que "la aproximación a una nueva década representa una frontera destacada
entre las etapas vitales y funciona como marcador del progreso a lo largo de la
vida". Se trata de un momento de autoevaluación en el que aparecen preocupaciones como la
de envejecer o la búsqueda de un sentido de la vida, apunta citando un estudio realizado por expertos de la Universidad de
Nueva York.
Pero el dato de la encuesta realizada por la web Victoria
Milan no solo revela la edad a la que las mujeres españolas son más propensas a
engañar a sus parejas, sino también cuánto tiempo ha durado la relación hasta
llegar a ese momento. El resultado es una media de 6,8 años. Una cifra que se
sitúa en la media internacional. O lo que es lo mismo: aproximadamente siete
años es el tiempo que, en general, transcurre antes de que una mujer casada
decida tener una aventura.
El 'seven-year itch' o ¿el momento en el que acaba el
amor?
La cifra, con todo, no causa sorpresa a los
psicólogos, que desde hace años manejan un concepto llamado seven-year itch
(algo así como el picor o el cosquilleo de los siete años) para explicar el
momento en que disminuye la felicidad en una pareja. Lo saben los psicólogos y
lo sabía hasta Billy Wilder, que en 1955 filmó la memorable Seven year itch
(estrenada en España como La tentación vive arriba), en la que Tom Ewell
encarna a un ejecutivo de mediana edad que se queda de rodríguez y
Marilyn Monroe, la nueva y dicharachera vecina por la que perderá la cabeza.
Helen Fisher, bióloga de la Universidad de Rutgers
(Nueva Jersey, EE UU), alega una justificación antropológica: "Tanto los mamíferos
monógamos (solo un 3%) como las aves (un 90%), permanecen juntos solo el tiempo
suficiente para criar a sus vástagos. Cuando los
petirrojos jóvenes vuelan lejos del nido o los zorros que maduran abandonan la
madriguera por última vez, sus padres también se separan".
Por tanto, añade, "los humanos conservan rastros
de este patrón reproductivo natural. En sociedades de cazadores-recolectores
más contemporáneos, las mujeres tienden a parir a sus hijos cada cuatro años.
Además, en esas sociedades, después de que el niño sea destetado alrededor de
los cuatro años, a menudo se une a un colectivo de niños o es cuidado por
hermanos mayores y parientes. Esta estructura de cuidado permite que las
parejas infelices se desintegren y encuentren un compañero más adecuado para
tener más hijos".
La primera bofetada de realidad, a los cuatro años de
relación
También se ha constatado que en la primera década de
matrimonio se producen no uno sino dos grandes bajones. Partiendo
del hecho de que casi la mitad de los matrimonios terminan en divorcio, el
profesor Larry A. Kurdek, de la Universidad Estatal de Wright (Ohio, EE UU),
encuestó a 522 esposos y esposas una vez al año durante sus primeros 10 años de
vida en común, a fin de medir la progresión de su felicidad conyugal. Descubrió
que a los cuatro años se producía una caída de la misma bastante abrupta, y
otra después de los siete. Esto les ocurría tanto a ellos como a ellas, y de forma
más acusada si tenían hijos.
La crisis de los cuatro años sería como la primera bofetada
de realidad. Cuando el hecho de que tu pareja deje tirados los calcetines en cualquier
sitio deja de parecer encantador para causar irritación. "La segunda caída
es más difícil de explicar", declaró este investigador a The New York
Times. "Puede ser el resultado de estar metido en algo mucho tiempo.
Comienzas a reexaminar. Tal vez sea la curiosidad natural, una especie de
reflexión acerca de qué más hay por ahí".
Es al cabo de esos siete años (que coinciden con los
39, de media, de las españolas) cuando las mujeres se han liberado de la parte
más dura de la crianza, y se abre ante ellas una nueva realidad. "Es la
edad a la que una mujer ha dejado de criar hijos, porque ya son mayores, y
vuelve a encontrase consigo misma como mujer digna de ser amada", afirma
la psicóloga Mara Cuadrado.
Para Miren Larrazábal, psicóloga clínica, sexóloga y
coordinadora del Grupo de Psicología y Sexología del Colegio Oficial de
Psicólogos de Madrid, "ese pico de
los siete años coincide con una época en la que ya ha
quedado muy atrás la etapa del enamoramiento (que suele durar alrededor de
dos)". Incluso que los niños aún sean pequeños puede erosionar la relación
de pareja. "Es el momento de centrarse en ellos, cuya demanda es tremenda,
en la carrera profesional… En muchas ocasiones, las parejas suelen tener crisis
entonces precisamente porque dedican poco tiempo a su relación", describe.
Por supuesto, todo lo que has leído aquí les ocurre a otros (codo, codo, guiño,
guiño).
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