Las técnicas del cirujano David Matlock, que trata a actrices y
'celebrities' de Beverly Hills, avanzan por todo el mundo como consecuencia del
boom de la depilación total y de la estética del porno.
'El origen del mundo' de Gustave Courbet, en el Museo d'Orsay. EM
El empoderamiento de la mujer en el terreno
ginecológico, que impulsaron de manera importante los anticonceptivos y luego
en menor medida los tratamientos para los trastornos menstruales, los síntomas
de la menopausia y los problemas derivados de la maternidad y de la edad,
también ha llegado a la estética genital.
La moda de la depilación total dejó al descubierto una
zona del cuerpo femenino a la que hasta hace poco la mujer no prestaba
demasiada atención y que ahora, también por influencia del modelo minimalista
(vulvas cerradas, casi sin labios y blanqueadas) que impera en el cine porno,
está tomando protagonismo.
Para entender qué está pasando con la estética genital
femenina hay que partir de la base de que no existen los genitales femeninos
normales -cada mujer tiene el suyo y se han descrito más de 400 posibles tipos
(tamaño, forma y color)- y que, además, van variando con la edad y,
especialmente, con los partos, los niveles de estrógenos (menopausia), algunas
patologías y medicación y años de menstruaciones, que los van tiñendo de su
característica coloración oscura.
Lo que ha cambiado es la mentalidad de la mujer, que
quiere estar a gusto con su imagen y con su cuerpo y es mucho más libre, y al
igual que se somete a intervenciones para estar más satisfecha de su nariz o de
sus pechos, también recurre a la cirugía en lo tocante a esa zona íntima.
También han cambiado sus circunstancias: el rol imperante
de esposa y madre dedicada a las labores del hogar ha quedado atrás y hoy
muchas mujeres, autosuficientes profesional y económicamente, sienten la
necesidad de considerarse perfectas, porque tienen relaciones libres o segundas
parejas, porque no aceptan problemas funcionales (molestias en las relaciones
sexuales, roces en la práctica de determinados deportes como la bicicleta) o
por la propia satisfacción de verse y sentirse bien y sentir así más confianza
sexual y una vida de pareja más placentera.
Además, hoy la mujer busca información sobre lo que
quiere y la encuentra con mucha facilidad, no siempre de calidad ni por fuentes
expertas, en internet.
«Los procedimientos de estética genital femenina, o
ginecoestética, han experimentado un notable incremento en los últimos cinco
años y son un asunto muy serio, son una subespecialidad de la cirugía del suelo
pélvico, y es muy importante la intervención de los ginecólogos porque no es
solo un tema de estética genital sino también de funcionalidad; hay que hacer
una valoración integral de toda la zona para garantizar el éxito, aprovechar
para resolver otros problemas y no correr riesgos», explican Javier Del Pozo y
María Teresa Gómez Sugrañes, los dos ginecólogos y obstetras de la Clínica
Ginecológica del Centro Médico Teknon, en Barcelona.
Un vacío en la ginecología
Admiten, no obstante, que las técnicas de
ginecoestética son tan nuevas que las sociedades científicas de su
especialidad, al igual que sucedió con la estética mamaria, aún no han entrado
de lleno (se habla de ello puntualmente en algún congreso o se organizan
jornadas o cursos específicos con cuentagotas), con lo que la mayoría de
ginecólogos jóvenes y seniors las ignoran. Del Pozo informa que, ante este vacío,
los cirujanos plásticos, estéticos y reparadores y otros médicos dedicados a la
estética sí están tomando posiciones.
«De las pacientes que consultan por relajación o
amplitud vaginal, entre el 50 y el 75% presentan otras alteraciones del suelo
pélvico y la vaginoplastia no resuelve estas disfunciones. El prolapso genital
(descenso progresivo hasta llegar a salir al exterior) debe ser corregido antes
de proceder a cualquier técnica de rejuvenecimiento vaginal. La frontera entre
procedimientos estéticos y médicos es en ocasiones muy difusa», manifiestan Del
Pozo y Gómez.
Mientras, las técnicas desarrolladas en origen (desde
1990) por el cirujano David Matlock, de Los Angeles, California, que tiene
entre su clientela a las estrellas de Hollywood y la élite de Beverly Hills,
avanzan por todo el mundo, especialmente en centroamérica y sudamérica, donde
las mujeres, según Del Pozo y Gómez, se preocupan mucho más que en Europa
(incluida España) por su aspecto físico. «Entre las actrices de Hollywood
triunfan mucho, por ejemplo, las técnicas para lograr tener un aspecto
preconcepcional (de antes de tener hijos)», apunta Del Pozo.
¿Qué procedimientos se están empleando para embellecer
y reconstruir las partes íntimas femeninas?
La más frecuente es la labioplastia, que consiste en
reducir el tamaño y a veces cambiar la forma de los labios mayores y los
menores. A menudo se aprovecha para hacer una escisión del clítoris, un órgano
eréctil de forma cilíndrica cubierto por piel que conecta directamente con los
labios menores. Como en todas las técnicas, hay riesgo de complicaciones:
infección postoperatoria, asimetría, curación tórpida (difícil) de la herida,
retención urinaria, retracción de la piel y dispareunia (relaciones sexuales
dolorosas) transitoria, entre otras.
El aumento del punto G
Los labios mayores se pueden aumentar de volumen con
tejido graso y ácido hialurónico y plasma rico en plaquetas cuando hay
hipoplasia o pérdida de turgencia a causa de la edad, micro traumatismos
diarios (deporte, ropa ajustada) o tras una excesiva pérdida de peso o después
de liposucción abdominal y de monte de venus.
Sobre el controvertido punto G -¿existe realmente?-,
Del Pozo y Gómez informan de que hay diferentes técnicas de aumento como las
G-Shot y O-Shot, marcas registradas por el antes citado Matlock, pero reconocen
que no existe evidencia en cuanto a eficacia y seguridad de estos métodos.
El láser CO2 Scanner Fraccional intravaginal se usa
para tratar la laxitud vaginal, la incontinencia urinaria de esfuerzo leve y la
atrofia de la mucosa vaginal. Se requieren de dos a tres sesiones con el
intervalo de un mes y el efecto dura de 18 a 36 meses.
En rejuvenecimiento vaginal (este término se va
perdiendo y en la actualidad se utiliza más el de vaginoplastia) el objetivo es
devolver a los músculos vaginales la tonicidad perdida por partos o por el
envejecimiento o reconstruir o cambiar el aspecto de la vagina ya sea por
razones estéticas o no. Hay al menos tres tipos de vaginoplastia: anterior,
para corregir los prolapsos de vejiga y útero; posterior, para corregir el
prolapso del recto, y colpoperineoplastia anterior o posterior, para corregir,
reducir y tonificar la vejiga o el recto.
También hay la opción de la himenoplastia, que
consiste en restaurar el himen, una membrana carnosa en forma de anillo situada
a la entrada de la vagina cuya función fisiológica exacta se desconoce y a la
que se da mucho valor en algunas culturas porque se entiende que es una prueba
de la virginidad femenina.
Y, por supuesto, está la posibilidad de blanqueamiento
de la zona vulvar y anal, para intentar alcanzar un color rosado en las dos
zonas, más propio de la juventud. Para lograrlo se usan láser, cremas que
contienen substancias despigmentantes de la familia de la hidroquinona o del
ácido kójico y combinaciones de peelings, que suelen combinar ácido salicílico
y ácido glicólico. El uso de estos productos quema la capa superficial de la
piel, que forma una costra y se cae días más tarde.
Todas estas técnicas no deben considerarse como una
solución a la disfunción sexual femenina (alteración del deseo sexual,
dificultad de excitación o de alcanzar orgasmo), que es un problema complejo y
multifactorial. Recuperar un sexo gratificante exige, a menudo, otros cambios,
como los emocionales.
Del retoque a la obsesión
En ginecoestética, como en todo, es cuestión de
proporcionalidad: una cosa es una intervención o un retoque más o menos sutil
para solucionar un problema real y tangible y otra intervenciones continuas a
causa de una obsesión. Blanca Bueno, psicóloga clínica experta en trastorno
obsesivo-compulsivo (TOC) del Centro Médico Teknon y presidenta de la ONG TOC
2.0 Barcelona, explica que dentro del TOC, el trastorno dismorfofóbico (o
dismórfico corporal) se caracteriza por que la persona observa de manera
obsesiva una parte de su cuerpo en el espejo, con la cámara del móvil,...y, de
tanto fijarse, ve anomalías o distorsiones como, por ejemplo, la asimetría, que
es lo más natural ya que el ser humano es asimétrico. «Entonces empiezan las
consultas a los médicos en busca de cambios y, al final, surgen los destrozos
de tanta intervención en busca de perfección», afirma. Esto es algo que se ve
especialmente en estética del rostro, pero también en ginecoestética. Pone el
ejemplo del blanqueamiento, que considera una intervención agresiva: «La mujer
cada vez necesita blanquear más, nunca tiene suficiente». Se trata de conductas
obsesivas relacionadas con la excelencia corporal, que llevan a la persona a
ignorar el grado de amenaza de las técnicas a las que se somete. Avisa Bueno de
que no hay un perfil concreto de persona obsesiva: «Puede ser cualquiera, de
cualquier clase social, aunque la baja autoestima y el estrés nos hacen más
vulnerables a la psicopatología en general».
CARMEN FERNÁNDEZ @carmenfefe
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