La nueva medida de Dinamarca
abre el debate sobre si el gobierno debería intervenir en asuntos privados.
Foto: Getty Images
Aunque tomar la decisión de terminar un matrimonio no
suela ser una tarea sencilla, los daneses lo van a tener a partir más
complicado que otros vecinos europeos. Tal y como informa el diario The Guardian, desde el
pasado mes de abril, las parejas que deseen divorciarse en Dinamarca tendrán
que esperar tres meses y acudir a terapia de pareja antes de que el matrimonio
se pueda disolver. Las altas tasas de divorcio en el país han llevado al
gobierno a imponer una medida para que el trámite de divorcio sea lo más amable
posible para los ciudadanos.
Aunque la medida pueda parecer en otros países un
mecanismo de intrusión del gobierno en la vida privada de los ciudadanos, lo
cierto es que, tal y como informa The Guardian, la medida ha tenido
buena acogida entre los daneses.
Cómo aprender a divorciarse
En Dinamarca, las autoridades locales ya estaban
ofreciendo terapia de pareja a matrimonios con dificultades, considerándolo un
servicio al ciudadano puesto que las familias suponen un ahorro en vivienda
pública y otros servicios. Sin embargo, la nueva medida de carácter obligatorio
para parejas con hijos es un paso más allá en un país que siempre ha estado
pendiente de las familias –entre otras medidas, el país ofrece un año de baja
por paternidad y maternidad y guarderías públicas– y que, pese a todo, en 2018
recibió 15.000 solicitudes de divorcio, el equivalente a la mitad de
matrimonios de ese mismo año.
El periodo de tres meses y el curso de cooperación,
que se puede tomar online o a través de una app, pretende guiar a los
ciudadanos con hijos durante el proceso de divorcio y favorecer la comunicación
para evitar enfrentamientos y rencores. El curso incluye soluciones concretas a
potenciales focos de conflicto durante un divorcio, como por ejemplo cómo
gestionar el cumpleaños de los hijos en común o cómo hablar con la expareja si
está enfadada. Gert Martin Hald, psicólogo y asesor en el diseño del curso para
la Universidad de Copenhague, ha comunicado a The Guardian que la intención del
curso es “la de entenderse a uno mismo, tus reacciones y las reacciones de tus
hijos, es para aprender a conciliar y compartir la crianza después de un
divorcio”.
¿Un problema nacional?
Los políticos daneses lo tienen claro: los gobiernos
locales deben tomar medidas para ayudar a las familias a prosperar y a
mantenerse unidas cuando las tasas de divorcio van del 25% al 50% en los países
europeos. El coste económico de un divorcio, tanto para las familias de manera
individual hasta para el Estado en términos de nuevas viviendas, escuelas,
salud y bienestar, es demasiado alto para no considerar una intervención.
Buena o mala iniciativa
Los expertos tienen opiniones enfrentadas: algunas
voces aseguran que el proceso gubernamental puede favorecer a llevar el
divorcio de una manera más amable y terapéutica y, en última instancia, incluso
evitarlo para ahorrar al gobierno dinero a largo plazo.
Otras voces afirman que la obligación de tres meses
puede ser un handicap para aquellas personas que quieran dar un paso
hacia delante y, por ejemplo, buscar una nueva vivienda en la que rehacer su
vida, además de apuntar que no es autoridad del gobierno inmiscuirse en las
relaciones familiares y en las decisiones que tomen.
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