Los trofeos hechos de cráneos
humanos son un indicio de la existencia de conflictos regionales en la época
del misterioso colapso de la civilización maya
Fragmento del cráneo
trofeo de Pacbitun. Christophe Helmke / Jesse Pruitt
Dos cráneos trofeo descubiertos
por un equipo de arqueólogos en la selva de Belice pueden ayudar a arrojar luz
sobre el enigmático hundimiento de la poderosa civilización maya del período
clásico.
Las calaveras
descarnadas y pintadas, que se usaban como colgantes para llevar al cuello,
fueron enterradas hace más de 1.000 años en la ciudad maya de Pacbitun junto
con un guerrero. Al parecer, se trata de espantosos símbolos de poderío
militar, trofeos de guerra elaborados a partir de las cabezas de los enemigos
vencidos. Ambas guardan similitud con las representaciones de cráneos trofeo que
lucen los soldados victoriosos en los petroglifos y los recipientes cerámicos
pintados de otros yacimientos mayas.
Un grabado de la ciudad maya de
Yaxchilán representa al jefe local obligando a un prisionero en actitud de
sumisión a besar el escudo de su captor. En la parte baja de la espalda, el rey
victorioso lleva un cráneo trofeo. Ian Graham,
Los orificios
practicados en ellas seguramente servían para sujetar plumas, tiras de cuero o
las dos cosas. Otros se utilizaban para mantener las mandíbulas en su sitio y
colgar el cráneo del cuello del guerrero. La parte posterior se había serrado
para que la calavera quedase plana sobre el pecho de su portador.
Uno de los hallazgos
está decorado con pequeñas manchas de pintura roja y con glifos tallados entre
los que figura lo que mi colaborador Christophe Helmke, experto en escritura maya, cree que constituye el primer ejemplo conocido
del término "cráneo trofeo" en la lengua de esta civilización.
¿Qué nos dicen estos
huesos ‒el lugar donde fueron encontrados y la persona a la que pertenecían‒
del final de un poderoso sistema político que floreció durante siglos y abarcó
el sudeste de México, Guatemala, Belice, y parte de Honduras y El Salvador? Mis
compañeros y yo pensamos que ofrecen
pistas para entender este tumultuoso periodo.
Las causas del fin de una
civilización
El vasto imperio maya
se desarrolló de una punta a otra de Centroamérica y sus principales ciudades
aparecieron entre el 750 y el 550 a. C. Sin embargo, en el siglo VIII d. C. la
población abandonó los grandes centros urbanos de todo el territorio, empezando
por las tierras bajas de Guatemala, Belice y Honduras. A los arqueólogos nos
fascina el misterio de lo que llamamos "la caída" del que fuera un
poderoso imperio.
Los primeros estudios
se centraron en identificar una única causa del hundimiento. ¿Pudo ser la
degradación ambiental producto de las
crecientes demandas de unas ciudades superpobladas? ¿Tal vez la guerra? ¿Quizá la pérdida de confianza en los
líderes? ¿O fue la sequía?
¿Qué nos dicen estos huesos ‒el lugar donde fueron
encontrados y la persona a la que pertenecían‒ del final de un poderoso sistema
político que floreció durante siglos y abarcó el sudeste de México, Guatemala,
Belice, y parte de Honduras y El Salvador?
No cabe duda de todos
estos factores intervinieron, pero ninguno acaba de explicar por sí mismo lo
que los investigadores sabemos sobre la ruina que se propagó paulatinamente por
el territorio en el lapso de un siglo y medio. Hoy los arqueólogos reconocemos la complejidad de lo sucedido.
Está claro que la
violencia y la guerra contribuyeron al fin de varias ciudades de las tierras
bajas meridionales, como demuestran las fortificaciones construidas precipitadamente identificadas mediante
prospección aérea con tecnología lídar (siglas en inglés de laser imaging
detection and ranging, detección con ayuda de haces de láser) en varios
yacimientos.
Junto con una lista
cada vez más larga de hallazgos aislados de otros asentamientos de Belice,
Honduras y México, los cráneos trofeo proporcionan una interesante prueba de
que el conflicto pudo ser de carácter civil y enfrentar a los poderes
emergentes del norte con las dinastías tradicionales del sur.
Reconstruir el
contexto social de los cráneos
Los recipientes
cerámicos hallados junto al guerrero de Pacbitun (o la guerrera, los huesos se
encontraban demasiado fragmentados ara determinar el sexo con seguridad) y su
cráneo trofeo se fechan en los siglos VIII o IX, justo antes del abandono de la
ciudad.
En esa época
comenzaba la decadencia de este y otros núcleos urbanos mayas de las tierras
bajas del sur, mientras que los centros políticos del norte, en la actual
península mexicana de Yucatán, iban adquiriendo una posición dominante. El
ritmo y la naturaleza de esta transición del poder siguen siendo inciertos.
En muchos núcleos
urbanos septentrionales el arte de este periodo tiene un carácter notablemente militar. En él abundan las
representaciones de cráneos y huesos, así como de ejecuciones y decapitaciones
de prisioneros.
Fragmentos del cráneo trofeo de
Pakal Na, encontrado en el sur junto a un guerrero del norte. Patricia A.
McAnany.
En Pakal Na, otro
yacimiento de Belice, en el sur, se encontró un cráneo
trofeo similar con motivos de fuego
y animales incisos que recuerdan el simbolismo militar del norte, lo cual
indica que el guerrero con el cual fue enterrado procedía de los territorios
septentrionales. La presencia de parafernalia militar norteña como estos
cráneos podría ser indicio de una pérdida de control por parte de los jefes
locales.
La arqueóloga Patricia McAnany sostiene que la presencia de individuos procedentes del norte en los
valles fluviales de Belice central se puede relacionar
con el lucrativo negocio del cacao, la planta a partir de la cual se elabora el
chocolate. El cacao era un ingrediente importante en los rituales y un símbolo
de riqueza y poder de las élites mayas. Pero la geología de Yucatán dificulta
su cultivo a gran escala, por lo que era necesario establecer una fuente segura
de abastecimiento en otra zona.
En el yacimiento
septentrional de Xuenkal, en México, Vera Tiesler y sus compañeros
utilizaron los isótopos de estroncio para determinar el origen geográfico de un guerrero y
su cráneo trofeo. El resultado fue
que el soldado procedía del norte. En cambio, el cráneo trofeo que se llevó con
él a casa y que se encontró encima de su pecho en su tumba pertenecía a una
persona que había crecido en el sur.
Otras evidencias de
diversos yacimientos de las tierras altas meridionales parecen indicar un final
violento y repentino del orden dominante en la comunidad. Los arqueólogos hemos
descubierto pruebas de la ejecución de
una familia gobernante y la profanación de lugares sagrados y tumbas de las élites. En la capital regional de
Tipan Chen Uitz, situada a unos 30 kilómetros al este de Pacbitun, mis
compañeros y yo encontramos restos de varios grabados
monumentales en piedra al parecer rotos y esparcidos intencionadamente delante de la principal
pirámide ceremonial.
Otro fragmento del cráneo trofeo
de Pacbitun. Shawn Morton.
Cráneos trofeo y dinámicas de
poder
A los arqueólogos no
solo nos interesa determinar el ritmo del colapso y los factores sociales y
ambientales relacionados con él, que varían de
una región a otra. También intentamos
averiguar cómo respondieron las comunidades concretas y sus líderes a las
combinaciones de elementos de presión específicas a las que se enfrentaron.
Si bien los datos de
un puñado de cráneos trofeo no demuestran de manera concluyente que los
guerreros del norte invadiesen las tierras bajas del sur, como mínimo apuntan
al papel de la violencia y, posiblemente, la guerra como uno de los factores
que contribuyeron al fin del orden político establecido en Belice central.
Estos macabros
objetos añaden un interesante elemento a la oleada de acontecimientos que
desembocaron en el final de la cultura más rica, sofisticada y científicamente avanzada de su época.
Gabriel D. Wrobel es
profesor asociado de Antropología de la Universidad del Estado de Michigan.
Cláusula de
divulgación. Gabriel D. Wrobel no trabaja para ninguna empresa u
organización que pueda beneficiarse de este artículo, no las asesora, no posee
acciones en ellas ni recibe financiación. Tampoco declara otras vinculaciones
relevantes aparte del cargo académico mencionado.
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