"Cuando las enfermeras me quitaron la escayola gritaron, me sentí como
un monstruo", dice la víctima. El médico le dejó tejido necrosado y no es
seguro que el desastre quirúrgico tenga solución
"Cuando me quitaron la escayola de la cara y las
enfermeras vieron lo que había... Bueno, una de ellas incluso gritó. Me sentí
como un monstruo. No me pusieron un espejo delante, pero hasta me hicieron
fotos con el móvil. Fue el peor día de mi vida".
Badiaa Zahri, española de origen marroquí de 44 años,
llora al recordarlo. Fue a hacerse una simple rinoplastia a una clínica del
centro de Madrid, junto al parque del Retiro. Pero en lugar de mejorar su
respiración y la estética de un apéndice nasal que ella juzgaba "demasiado
largo", todo salió mal: le amputaron parte de la nariz y la dejaron
desfigurada y clínicamente deprimida por el perjuicio estético, con
dificultades incluso para respirar.
Todo ello acaba de sentenciarlo el juzgado de Primera
Instancia número 44 de Madrid, que obliga a que el seguro de responsabilidad
civil del médico indemnice a la víctima con casi 100.000 euros, intereses
incluidos. El cirujano demandado, T. L., licenciado por la Universidad de La
Habana, no tiene el título convalidado en España (según declaración propia en
un procedimiento anterior), aunque sí reconocido por el Colegio de Médicos de
Madrid.
Tras la desastrosa operación, la víctima llegó a dejar
su trabajo como camarera, deprimida por el perjuicio estético y de salud
sufrido: "Estuve año y medio con la nariz tapada por gasas... Trabajaba de
cara al público, y hubo un momento en que me estaba paranoica. Tuve que
dejarlo".
Ya vi claro al llegar a casa que los agujeros de la
nariz habían quedado raros
La intervención, una simple rinoplastia cerrada,
contratada por la mujer para mejorar la estética de su nariz, tuvo lugar el 20
de julio de 2015, y a la víctima del error se le cobraron por ella 5.000 euros.
"Fue una amiga la que me recomendó ir allí. Luego, miré por internet y vi
que se habían operado muchos famosos, así que me decidí. Mi aspecto estético es
importante porque trabajo siempre de cara al público".
Allí conoció al médico, que "me dio mucha
confianza", dice. Se produjo la operación y el cirujano informó a la
paciente, a la salida del quirófano, de que todo había ido bien. "Sin
embargo, ya vi claro al llegar a casa que los agujeros de la nariz habían
quedado raros".
Siete días después, al retirar la escayola con la que
se cubrió el apéndice, la paciente descubrió que nada había salido como
esperaba, ni estéticamente, ni en la funcionalidad: sufría fuertes dolores en
la nariz y casi no podía respirar por el orificio derecho.
"El médico me dijo que no me preocupara, que me
operaba otra vez, que podía rellenar la cicatriz, que igual se podía hacer
láser. Me dio esperanzas, empecé a usar cremas... Pero luego busqué otras
opiniones y ahí se me vino el mundo encima. Me dijeron que no iba a recuperar
el trozo que me habían amputado. Era tejido necrosado, muerto. Se había muerto
parte de la nariz".
El médico mantenía que la herida se había ulcerado por
efecto de la escayola, y que ante ese daño debían intervenirla de nuevo, pero
para eso había que esperar al menos medio año a que se regeneraran los tejidos.
La mujer, sin embargo, denunció primero por vías penal, donde los hechos fueron
archivados, después por la civil, donde se le da ahora la razón, en una
sentencia -recurrible no obstante- a la que ha accedido EL MUNDO.
El juez estima ahora que T.L.C. ha incumplido la lex
artis médica, que ha causado un daño estético "clamoroso" a la
víctima, que le ha amputado la punta nasal en el perfil derecho, que le ha
generado una probada insuficiencia ventilatoria y una deformidad
ósea-cartilaginosa, todo ello provocado por una "resección excesiva de los
tejidos de la nariz" por una operación "mal ejecutada" que le ha
terminado por causar "ansiedad y depresión". Una "extirpación
parcial" de la nariz nada menos.
De remate, en la sentencia se da por hecho que la
rinoplastia secundaria para reparar las lesiones de la primera costaría
alrededor de 10.000 euros, y que el resultado ni siquiera estaría garantizado
dada la enorme complejidad del cuadro consecuencia de la primera.
Tengo claro que de alguna manera experimentaron
conmigo
El perito imparcial del juzgado fue tan duro con el
cirujano, de hecho, que el abogado del demandado llegó a admitir mala praxis en
sus conclusiones del juicio, y admitiendo la pertinencia de una indemnización
de 30.000 euros. Finalmente fueron 69.880 euros, cantidad que con los intereses
asciende a cerca de 100.000 euros, según los abogados de la víctima, Javier de
la Peña y Adrián Carriedo, del despacho especializado en negligencias Lex
Abogacía, de Madrid.
"Tengo claro que de alguna manera experimentaron
conmigo", dice Zahri, que lleva 19 años en España. "Y la verdad es
que todavía estoy recuperándome. He vuelto a trabajar, de camarera, 12 horas al
día, desde las 13 horas hasta la madrugada. Varias veces al día alguien se me
queda mirando. Es siempre inevitable: 'Oye, ¿puedo hacerte una pregunta? A
algunos les digo la verdad. A otros, que fue un accidente de coche",
remata.
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