La mayor parte de la riqueza patrimonial robada y recuperada por la Guardia
Civil no vuelve a su lugar de origen
Cabeza de Marco Aurelio recuperada por el grupo de Patrimonio de la UCO.
No recordaban el día exacto en el que se dieron cuenta
de que le faltaba la cabeza a Marco Aurelio. Así se deduce de la denuncia
que presentaron ante la comandancia de la Guardia Civil: “Señalaban un margen
de tres o cuatro días de febrero de 2013”, recuerda uno de los responsables de
la investigación, del grupo de Patrimonio Histórico de la Unidad Central
Operativa (UCO) de la Guardia Civil.
Hasta que los
380 habitantes de Quintana del Marco (León) se percataron del robo, el busto de
mármol del emperador romano presidía encastrado la espadaña del campanario de
la iglesia de San Pedro.
Unos ladrones procedentes de Sevilla llegaron hasta
esa pequeña población, se encaramaron con cuerdas y arneses hasta allá arriba
—a unos 15 metros del suelo— y separaron la cabeza de la túnica de piedra.
Los investigadores lograron dar con la pieza semanas
más tarde. Sus pesquisas (operación Versus) les condujeron hasta el maletero de
un coche en una gasolinera de Córdoba. Allí estaba la cabeza esculpida en el
siglo IV, de más de 25 kilos, y valorada en 400.000 euros. Sin embargo, Marco
Aurelio sigue decapitado en el pueblo leonés que lleva parte de su nombre,
Quintana del Marco.
“Cuando se recuperó el busto, la iglesia dijo que era
de ellos, pero como había quedado demostrado que era factible robarlo —pese a
lo complicado de la operación—, se decidió colocarlo en el museo de León, a 60
kilómetros y en contra de la voluntad del pueblo”, cuenta el alcalde recién
elegido, José Luis Cubero (PP). “A mí, como a todos, me sentó muy mal, era un
icono de nuestro pueblo, incluso se llegó a poner una denuncia, y ahora pienso
seguir luchando por recuperarlo”, advierte el regidor. “Aquí hubo una quinta romana,
tenemos el enclave romano de Los Villares, gran parte oculto, y Marco Aurelio
fue uno de los que estuvo aquí”, relata.
No hay estadísticas “porque mucho de lo que se roba ni
siquiera se sabía que existía”, explica un agente del grupo de Patrimonio de la
UCO, que añade: “Podemos decir sin equivocarnos que la mayor parte de lo que se
recupera tras haber sido denunciada su desaparición, no vuelve nunca a su lugar
de origen”. El argumento fundamental de la Administración para justificar este
modo de dejar sin piezas artísticas la “España vaciada” de personas es el de la
seguridad: “Si lo han robado una vez...”. Y así, en esta especie de pescadilla
que se muerde la cola —la gente se va y el arte se roba porque no hay
seguridad, y porque no hay seguridad no vuelve la gente ni el arte— es como
muchos pueblos de España han ido perdiendo esas pequeñas curiosidades que les
hacían atractivos para los visitantes. Y sufren ese doble vacío, en contra de
los reclamos de sus cada vez menos habitantes y de alcaldes que cada vez
predican más en el desierto.
“Antes del robo de Eric el Belga, a finales de los
setenta, recuerdo haber visto el tapiz, con los escudos heráldicos, de niña en
la catedral”, dice María Ángeles, actual guía turística de la Catedral de San
Vicente mártir en Roda de Isábena (40 habitantes), ahora iglesia, pero antigua
catedral románica ubicada en esa población de la provincia de Huesca. Se trata
de la localidad más pequeña de España con sede catedralicia, que fue declarada
Monumento Nacional. Sin embargo, ese pequeño tapiz del siglo XVI (1,25 metros
de alto y 2,5 de ancho), que recuerda María Ángeles y que fue concebido con
esas medidas precisamente para decorar el altar, nunca fue devuelto a su sitio.
De Roda de Isábena a Houston (Texas)
Lo rescataron también los del grupo de la
UCO (operación Telar), que fueron a buscarlo hasta Washington acompañados
incluso del entonces ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. La tela había
recorrido medio mundo desde ese minúsculo rincón de Huesca para acabar en la
sala de la casa de un matrimonio americano de Houston (Texas), que lo había
comprado por 300.000 dólares en una tienda especializada en tapices de Bélgica.
Actualmente se encuentra “por razones de seguridad y conservación” en el Museo
Provincial de Huesca, y María Ángeles —cuando se acuerda— les habla de él a los
visitantes de la catedral.
Tampoco volvieron nunca a Quintanilla de las Viñas (18
habitantes), en Burgos, los relieves de su ermita visigoda recuperados por el
mismo grupo de patrimonio de la Guardia Civil (operación Imposta).
Los robaron en 2004 y los investigadores dieron con
ellos en Londres en febrero de este año. “Fue un chivatazo de un investigador
holandés, llamado Arthur Brand”, cuenta un responsable de la investigación. “Él
sabía quién los tenía, supuestamente un aristócrata inglés decorando su jardín,
y nos hizo entrega de las dos piezas en la embajada de España”.
Como casi todas las obras recuperadas por la Guardia
Civil, que en el momento en el que salen del país ilegalmente pasan a ser de
titularidad de la Administración General del Estado, también los dos sillares
con relieves visigóticos de la Ermita de Nuestra Señora de las Viñas han
acabado en el museo de Burgos. En su momento, el alcalde de Quintanilla de las
Viñas, presente en la entrega de las piezas tras su recuperación, no se
manifestó sobre su destino pero desde la Asociación para el Desarrollo de
Tierra de Lara aseguraron que tratarían de hacer regresar a la ermita lo que
era de la ermita.
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