Warren Buffett y sus dos esposas, Susan Thompon (izquierda en el círculo),
la primera de ellas, y Astrid Menks, a la que conoció estando con su primera
esposa y con quien está casado en la actualidad.
A sus 88 años, el legendario multimillonario Warren
Buffett acaba de anunciar una nueva donación sin precedentes de 3.600 millones
de dólares (unos 3.200 millones de euros) que lo convierte en uno de los
mayores filántropos de la historia. A través de la campaña The Giving
Pledge, desde 2006 ha entregado a obras benéficas casi la
mitad de su fortuna, valorada en 88.000 millones de dólares (más de 71.000
millones de euros), lo cual no le ha impedido seguir siendo el cuarto hombre
más rico del planeta.
Detrás del hombre bonachón y sencillo, el que sigue
viviendo en la misma casa de Omaha (Nebraska) que se compró en 1958 por 31.500
dólares, se esconde uno de los principales gurús financieros del mundo, cuya
biografía sorprende casi tanto por el enorme éxito que ha tenido en los
negocios como por una vida privada de lo más discreta de cara al público pero
apasionante de puertas para adentro.
Con apenas 22 años, el joven Warren Buffett se casó
con Susan Thompson, una chica de Omaha a la que le llevaba dos años y que se
convirtió en una esposa ejemplar, madre de sus tres hijos y una de las piezas
clave de su éxito profesional. Un matrimonio que logró amasar con los años una
de las mayores fortunas privadas del planeta, pero que vivió su relación de
forma muy poco convencional para la época.
Buffett le fue infiel en varias ocasiones a su esposa.
Uno de sus affaires más comentados fue el que mantuvo con Katharine
Graham, editora del The Washington Post
Absorbido siempre por el trabajo, el
"oráculo de Omaha", como es
conocido Buffett, le fue infiel en varias ocasiones, pero uno de sus affaires
más comentados, y el que más enturbió la relación con su Susie, fue el que
mantuvo a comienzos de los años 70 con Katharine Graham, la todopoderosa
editora del periódico The Washington Post que por aquel entonces era una
de las mujeres más influyentes de la capital estadounidense.
Lo que empezó como una cita de negocios en 1973 -el
conglomerado Berkshire Hathaway adquirió por primera vez acciones del Post hasta
acabar convirtiéndose en el segundo mayor accionista del diario- se transformó
en un romance fugaz entre el hombre de negocios del midwest y la gran
dama del periodismo, con escapadas a Martha's Vineyard, el lugar de descanso de
los Kennedy y otras emblemáticas familias de la jet set.
Años después, mientras Warren Buffett seguía sumando
medallas a su brillante historial como inversor, Susie conoció a una joven
llamada Astrid Menks en un club nocturno de Omaha donde trabajaba como
camarera. Se hicieron buenas amigas y en algún punto se lo presentó a su
marido, y él quedó prendado. Las fechas no están del todo claras, pero desde
entonces empezaron un romance que continúa a día de hoy.
Durante 30 años y estando casado, Buffett mantuvo una
relación con Astrid Menks, que se la había presentado su esposa. Ambas conocían
la situación
En 1977 Susan decidió marcharse finalmente a San
Francisco pero la relación entre las dos mujeres continuó durante años, incluso
cuentan que los Buffett felicitaban las fiestas navideñas a sus familiares y
amigos con tarjetas firmadas por los tres. "Definitivamente yo tuve un 95%
de la culpa de que se marchara", reconoció el inversor años después en una
biografía firmada por Alice Schroeder.
Con todo y la distancia, Warren y Susan continuaron en
contacto frecuente a través de los años y ni siquiera llegaron a firmar nunca
el divorcio, hasta que en 2004 el cáncer se llevó a la mujer que marcó su vida,
con el "oráculo de Omaha" acompañándola en su lecho de muerte. Fue
entonces cuando su historia de amor diferente se cerró y el inversor decidió
casarse dos años después con Astrid, quien a día de hoy sigue siendo su compañera.
Tanto Susan como Astrid supieron desde el principio el
papel que jugaban cada una en este triángulo amoroso que nunca ocupó las
portadas de las revistas pero que funcionó para ellos y que tampoco quisieron
esconder nunca. Su hija Susan llegó a decir al periódico The New York Times:
"Fue una relación poco convencional, pero más gente debería tener
matrimonios menos convencionales”.
EMILIO LÓPEZ Nueva York
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