Los investigadores evaluaron la salud cardiovascular
de 112 mujeres (con una edad media de 33 años y un 44% hispana) utilizando las
medidas ‘Life’s Simple 7’ de la Asociación Americana del Corazón al comienzo del
estudio y un año después. ‘Life’s Simple 7’ representa los factores de riesgo
que las personas pueden mejorar a través de cambios en el estilo de vida para
ayudar a lograr una salud cardiovascular ideal e incluyen no fumar, estar
físicamente activo, comer alimentos saludables y controlar el peso corporal,
además de medir el colesterol, la presión arterial y los niveles de azúcar en
la sangre.
Las participantes del estudio informaban a diario de
qué, cuánto y cuándo comieron durante una semana al comienzo del estudio y
durante una semana 12 meses después. Los datos del diario de alimentos
completado por cada mujer se utilizaron para determinar la relación entre la
salud del corazón y el momento en que comieron.
El estudio constató que, si bien la mayoría de los
participantes consumieron algo de comida después de las seis de la tarde,
aquellas que consumieron una mayor proporción de sus calorías diarias después
de este tiempo tenían peor salud cardíaca. Con cada aumento del 1% en las
calorías consumidas después de esa hora la salud del corazón disminuyó.
Concretamente, las mujeres que consumieron más de sus
calorías después de las 6 de la tarde tenían más probabilidades de tener una
presión arterial más alta, un índice de masa corporal más alto y un control más
pobre a largo plazo del azúcar en sangre.
Hallazgos similares ocurrieron con cada aumento del 1%
en las calorías consumidas después de las ocho de la noche. El impacto en la
presión arterial fue más pronunciado en las mujeres hispanas que consumieron la
mayor parte de sus calorías por la noche y persistieron incluso después de
ajustar por edad y estado socioeconómico.
«Hasta ahora, los enfoques de estilo de vida para
prevenir las enfermedades cardíacas se han centrado en lo que comemos y cuánto
comemos –explica la autora principal del estudio, Nour Makarem, científica
investigadora asociada del Colegio de Médicos y Cirujanos Vagelos de la
Universidad de Columbia en Nueva York–. Estos resultados preliminares indican
que una alimentación intencional que tiene en cuenta el momento y la proporción
de calorías en las cenas puede representar un comportamiento simple y
modificable que puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedad cardíaca».
Los resultados deben confirmarse en una muestra más
grande y en otras poblaciones, precisa Makarem, que es miembro del Comité de
Carrera Temprana del Consejo de Epidemiología y Prevención de la Asociación
Americana del Corazón.
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