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Hay biografías que no necesitan agotarse para rebosar
vivencias. Éste es el caso de la ex gimnasta holandesa Verona van de Leur. A
sus 33 años, ha pasado por situaciones tan extremas que marcan toda una
existencia. Ella las relata en un libro que publicó en 2014 y que sale ahora en
su versión inglesa: 'Simply Verona'. Van de Leur llegó a ser una de las mejores
gimnastas del mundo. Lleva años dedicada a la industria del porno. Gracias a
eso salió de la mendicidad y la delincuencia, tras romper con su familia. Ahora
quiere volver al mundillo en el que triunfó.
Su vida parece una búsqueda repetida e infructuosa de
metas que no terminan de concretarse. Van de Leur se proclamó subcampeona de
Europa, en 2002, con 16 años. Sólo le separaron 50 milésimas de la medalla de
oro, que fue para la estrella del momento, la rusa Svetlana Khorkina. En esa
competición la holandesa subió cinco veces al podio. Meses después también
sería segunda en la final de suelo de los Campeonatos del Mundo.
En esa ocasión le ganó la española Elena Gómez. Ese
año Verona fue elegida como mejor deportista femenina holandesa. Gimnasta de
buena planta, todo apuntaba a que su carrera sería larga y exitosa.
Me ofrecieron tal cantidad
de dinero que no pude rechazarlo, podía darme el futuro con el que había soñado
Pero algo se torció, quizá una rebeldía innata o
experiencias que sólo de adulta ha sido capaz de verbalizar. No volvió a
obtener resultados destacados, inició un declive prematuro y dejó la gimnasia
en 2008. Esa decisión agudizó un conflicto familiar latente. Sus padres, con
los que ya no se llevaba bien, no lo aceptaron y terminaron por echarla de
casa. Al menos ésa es su versión. Ahí empezó su caída a los infiernos.
Van de Leur denunció a su familia por haberse
apropiado de sus ingresos como gimnasta y ganó el pleito. Pero el dinero que
recuperó lo consumió rápidamente en hoteles donde alojarse, junto a su novio.
Cuando se quedó sin blanca, comenzaron a vivir como unos sin techo. Su refugio
fue un utilitario. "Pasamos inviernos muy duros, con la nieve cubriendo el
coche y hielo en los cristales", relata en su biografía.
La pareja hacía sus necesidades en los rincones de un
aparcamiento público y, si reunían algo de dinero, pagaban la cuota mensual en
algún gimnasio para poder asearse. En verano lo hacían en las duchas de las
playas. “Sobrevivíamos. Si no teníamos dinero nos gastábamos 50 céntimos en pan
y un tarro de mantequilla para toda una semana", señala, como ejemplo de
su estado de precariedad. A veces, se veía impelida a cometer algún hurto en cualquier
supermercado para llevarse algo a la boca.
Sin un domicilio, Van de Leur no podía optar a un
trabajo o a ayudas sociales. Su pasada celebridad como deportista era un
salvoconducto caducado. Esa existencia desestructurada, sin horizontes ni
reglas, la puso al borde de la marginalidad y la delincuencia. Un día
fotografió a una pareja mientras mantenían relaciones en un coche e intentó
extorsionar a la mujer, que estaba casada, reclamando una cantidad de dinero
(3.000 euros) a cambio de las imágenes.
Fue denunciada y, al detenerla, la policía encontró
imágenes y vídeos de pornografía infantil en su portátil, más un arma en el
coche que utilizaba como refugio. Un abogado consiguió librarla de la acusación
de tenencia de ese material, pero pasó 72 días en la cárcel por el intento de
chantaje.
La joven que llegó a ser un motivo de orgullo para el
país, había tocado fondo. En esa situación de vulnerabilidad, con una
reputación muy dañada, recibió en 2011 una oferta que volvió a dar un giro
inesperado a su vida. Le propusieron entrar la industria del porno. "Me
ofrecieron tal cantidad que no pude rechazarlo. Eso podía darme un futuro con
el que siempre había soñado", se ha justificado repetidamente.
Cada vez que leo sobre abusos pienso que yo tengo
mucha experiencia y quisiera compartirla
Durante los últimos ocho años, Verona van de Leur, ha
venido trabajado como pornostar, tanto en grabaciones profesionales como
explotando sus propios vídeos en el dominio web que lleva su nombre. Su pasada
celebridad ha resultado una palanca de promoción. "No soy la clásica
actriz porno. Lo considero un trabajo", defiende la ex gimnasta, que
planea dejar esa actividad a finales de este año, cuando venzan algunos de los
contratos que tiene firmados.
La nueva vida de Verona van de Leur
Su deseo, así lo ha expresado, sería volver al
deporte. Lo intentó ya hace unos años, pero no encontró buena acogida en la
federación holandesa de gimnasia. Sus circunstancias personales no eran la
mejor carta de presentación, y sus interlocutores no dieron crédito al relato
en el que ella y otras tres ex gimnastas denunciaron abusos físicos y mentales
en su etapa como deportistas de élite. "Cada vez que leo sobre el tema
pienso que yo tengo mucha experiencia y quisiera compartirla. Quiero dar voz a
los niños, ser su consejera y confidente", dice Van de Leur, que busca un
futuro en su huida constante del pasado.
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