Sor
María Teresa, en el centro - Monasterio de
los Padres Capuchinos
Esta vez el cierre de un convento no es por falta de
vocaciones, sino por una historia de amor. Hace tan solo cuatro años se había
abierto el Monasterio de los Padres Capuchinos construido en el año 1611,
situado en Sansepolcro, municipio de 16.000 habitantes de la provincia de
Arezzo, en la región de Toscana, conocido entre otras cosas por ser la cuna del
pintor Piero Della Francesca (1415-1492). Tras años de abandono, se concedió su
gestión a las monjas benedictinas de la Congregación Olivetana, de vida
monástica. La madre superiora era Maria Teresa Saccente, de unos 40 años, una
monja enérgica, siempre sonriente y con gran capacidad para gestionar la
reestructuración del monasterio y la acogida para el turismo religioso.
El convento, dedicado a San Bernardo Tolomei
(1272-1348),con secular tradición de centro espiritual y de acogida, dispone
hoy de 19 camas, además de diversos bungalós distribuidos entre olivos
alrededor del monasterio, con gran espacio también para la celebración de
bodas, bautizos y comuniones. Sor María Teresa había dado lustre y vida a este
monasterio, un lugar entrañable para generaciones de fieles.
Misteriosa historia de amor
Ahora el convento cierra porque la madre superiora se
ha visto obligada a abandonar los hábitos por una historia de amor, según
cuentan los medios italianos. La superiora, organizadora también con gran éxito
retiros espirituales y conferencias, mantenía una relación sentimental, que se
habría interrumpido en algún momento por su propia decisión, ante su fuerte
vocación religiosa.
Sansepolcro
Pero la aparente renuncia a su historia de amor no le
evitó lo peor: El obligado abandono del convento. Ella misma lo ha confirmado
al diario «La Repubblica»: «Las prácticas están en curso», mostrando cierta
amargura: «La gente llora por el cierre del monasterio y yo también lloro. Lo
que estoy sufriendo me marcará para toda la vida y será difícil que en el
futuro yo disponga todavía ganas de tener relación con la Iglesia».
El obispo de Arezzo, Ricardo Fontana, confirma también
que la superiora ha tenido que dejar el velo y los votos religiosos: «Yo no
tengo nada que ver, ha intervenido la Santa Sede y todo se acabó», afirma el
obispo a «Repubblica», admitiendo que «es un caso muy doloroso para las
personas que están implicadas». El cierre se hizo inevitable porque en el
convento solo quedaba una monja de 80 años y dos novicias. Muy pocas manos para
hacer frente a una gestión compleja del monasterio.
Cierto misterio rodea la aventura sentimental de la
madre superiora. El escándalo del que hoy dan cuenta todos los medios
italianos, ¿es solo una historia del corazón? Maria Teresa Saccente deja
entrever que en el tercer milenio es posible verse en una desventura más propia
del pasado. Esta es su réplica: «Han querido hacer ver que todo ha sido una
historia de amor. Dejemos que lo digan. El caso es mucho más complicado de lo
que parece», afirma la ya ex superiora.
Sansepolcro
Lamento por el cierre del convento
Quienes acudían al monasterio de San Bernardo Tolomei
reconocen que «nunca se había visto semejante entusiasmo, porque el convento
había renacido». En el municipio de Sansepolcro se lamenta ya su cierre, como
reconoce el alcalde Mauro Cornioli: «El pueblo echará en falta este lugar
espiritual y su espacio de acogida». Igualmente sienten pena y contrariedad las
personas aficionadas al turismo religioso. El monasterio aparecía en la página
web donde figuran las 4.000 estructuras de hospitalidad y acogida religiosa en
Italia. Ha sido eliminado también de Facebook. Pero quedan aún en Google
algunas opiniones de sus huéspedes, como la de Gabri Consigli: «Óptima acogida.
Monjas de clausura, sí; pero joviales y disponibles. Ambientes muy limpios.
Habitaciones sencillas con baño privado moderno. Lugar silencioso y con mucho
verde. La comida de las mojas exquisita y abundante. Precios bajos, teniendo en
cuenta el tratamiento». Otro huésped, Rosy, escribe: «Sitio ideal también para
artistas en busca de inspiración».
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