Una
de las chozas donde viven los hippies de Beneficio, en Granada - L. R.REPORTAJE
Por muchas definiciones que
quieran darse, la libertad será siempre un concepto abstracto, mutable,
relativo y matizable según el momento histórico. En Beneficio, la mayor comuna hippie de España,
sus habitantes se sienten eminentemente libres. Este rincón perdido de La Alpujarra granadina
les dota de un espacio donde pueden llevar a la práctica su emancipación del
heterogéneo sistema imperante, aunque en ocasiones tengan que pagar por ello un
precio que no se mide en dinero.
Beneficio es una aldea sostenible, ecológica y
autogestionada que se creó allá
por 1992 sobre unos pequeños terrenos privados entre los municipios de Órgiva y Cáñar,
pueblos impregnados por el movimiento hippie. Desde su fundación, la comuna no
ha dejado de expandirse por suelo público y actualmente ocupa varios kilómetros
de extensión a lo largo de un barranco boscoso por el que discurre un río. La
estampa, libre
de cualquier rastro de basura, está salpicada por furgonetas,
tiendas de campaña, voluntariosas chabolas y alguna que otra construcción
artesana.
Allí manda el amor libre;
todos con algunos. El alcohol y otras drogas duras no son sustancias aceptadas
por la comunidad, si bien la marihuana fluye con toda naturalidad. Es otro mundo.
Quizás el que habría tras un colapso del sistema. Los carnavalescos ropajes –de
los que no practican nudismo – que visten los habitantes de Beneficio regalan
escenas sacadas de una película postapocalíptica. También en el caso de los
niños, algunos sin escolarizar, que juegan con el espíritu libertario propio de Pipi
Calzaslargas.
Así, sin prisa ni ambición
materialista, viven actualmente unas 200 personas, mayoritariamente
extranjeras; cada cual de su padre y de su madre. Unos van y otros vienen. Cada
uno con un pasado y unas razones que no siempre se explican e incluso se
ocultan deliberadamente. Porque, además de ser Beneficio un redil de
tranquilidad, también se presta a hacer las veces de refugio para los que huyen
a un lugar donde casi nunca nadie busca nada más allá de su
desarrollo como individual.
El precio de la libertad
A comienzos de la semana
pasada, la Guardia Civil irrumpió en la comuna con
la intención de incautar marihuana en plena recta final de la
campaña de cultivo. Cerca de 2.500 plantas fueron requisadas,
muchas menos de las que aún quedan desperdigadas por los montes de La Alpujarra. «Por las
montañas seguimos teniendo muchas, sí, aunque ha sido un buen golpe…», comenta
un vecino de Beneficio que prefiere quedar en el anonimato.
Por casualidad, en un intento
de identificar a los propietarios de las plantas, los agentes repararon en un
joven, un
francés de 23 años que resultó estar en busca y captura por la justicia gala.
Entre sus pertenecías apareció el teléfono móvil de la joven a la que
presuntamente estranguló en su país y la Guardia Civil se lo
llevó detenido. Un caso aislado.
En Beneficio todos
desconocían el oscuro pasado del muchacho. Apenas llevaba un par de meses en el
campamento. En concreto, en la zona de la entrada, el aparcamiento. A
diferencia lo que ocurre en otras partes de Beneficio, para instalarse allí no es
necesario
dar ningún tipo de explicación. Basta con llegar. No se pide
documentación ni el historial de antecedentes delictivos. Allí las normas –no
escritas, pero claras – difieren de las de cualquier otro lugar. Es importante
por encima de todo la presencia, la mirada, el estar.
«No me
gustaban los ojos de ese tío… Sabía que traería problemas, lo dije y así ha
sido», apunta Steve, un irlandés de mediana edad que llegó
a Beneficio a principios de año. Se pregunta cómo pudo el francés pasar la frontera sin
problema y atravesar toda España hasta llegar al sur. Generoso,
ofrece café y porros. De pronto, el silencio del bosque se deshace en gritos:
«Es gente que va a una zona del barranco a quitarse las energías negativas»,
señala Steve en su lengua nativa. Tranquilo, fuma y habla de su vida pacífica
en la comuna. Irónicamente, un cartel corona de la choza que comparte con otro
tipo: «Atención. No pasar. Montería».
Vivir al natural
La mirada, de nuevo. La
mirada del presunto homicida francés tampoco convencía al peruano Edgar Thompson.
Es el líder. Un catedrático de Medio Ambiente que dejó su tienda de productos
peruanos de importación en Estados Unidos para recalar en Beneficio en 1993.
Hoy vive en una de las chozas mejor preparadas de la comuna; en la zona noble, la
original. Una gran tienda de campaña preside el terreno
amurallado por setos que comparte con su familia. Dentro, las alcobas, libros,
discos, ropa, una guitarra apoyada contra la pared y un retrato pop de
Jesucristo. Sale de ahí desnudo y se viste Steve, hippie con
clase- L. R.
-No todo el mundo se lo
monta como tú aquí.
-No, pero aquí yo estoy para
ayudar y enseñar, yo diseño...
-¿Eres diseñador?
-Sí, de permacultura, que es
el rescate de conocimientos ancestrales e implementar la tecnología no
degradante.
En el huerto contiguo cultiva
los alimentos que luego cocina bajo una pérgola que ejerce de salón. El suelo
está recubierto completamente por alfombras. Es preferible dejar los zapatos a
la entrada antes de tomar asiento en los sillones, que como los de cualquier
hogar tienen también monedas por sus rendijas. La esposa de Edgar pregunta si café o té.
Para el aliño, él ofrece yerbas crecidas en La Alpujarra. Mientras, las dos pequeñas de la casa juegan con
una Barbie y un barco pirata de Playmobil.
Llama la atención que los hijos de Edgar no estén
vacunados. Asegura que es raro
que contraigan enfermedades. «Ellos están más sanos que cualquier otro niño».
El líder de Beneficio cree que el hecho de que jueguen en la naturaleza les
hace inmunes a todo tipo de virus: «Agarran un poco de veneno
del suelo, se lo meten en la boca y eso actúa para que se pongan más fuertes».
No parece importarle demasiado lo que tiene que decir la ciencia al respecto:
«Nosotros vamos más hacia medicinas naturales y alimentación natural».
El líder de los hippies
Edgar es el hippie que más
tiempo lleva en la comuna. Hace de líder –también espiritual, que no religioso – en
un territorio al margen de la ley que se rige por sus propias reglas. Prima el
respeto al prójimo, y cualquiera que se exceda tiene difícil su permanencia. De
hecho, el núcleo original de Beneficio lo compone un grupo reducido de personas
que comparten
lo que tienen y
cuentan con un fondo económico común al que llaman «Sombrero Mágico», aunque
tratan «de no dar importancia al dinero».
El resto de personas que
habitan Beneficio, dice Edgar, orbitan en torno a esta comunidad, aunque en
realidad no forman parte de ésta y eso supone que a veces surjan problemas
de convivencia. «Estoy aquí para tener tierra limpia, aire
limpio y una vida en paz», reseña Edgar, quien, como otros en la comuna, se
remiten a un incidente que tuvo lugar hace un mes para dar cuenta de su buena
fe: los propios vecinos de Beneficio, alertados por los gritos de una joven, frustraron un intento de
violación y expulsaron al agresor sexual: lo trasladaron hasta
la carretera, donde la
Guardia Civil –llamaron los hippies – se lo llevó detenido.
'Edgar Thompson, el líder y el miembro más antiguo de
Beneficio, en su casa- L. R.
Sobresaltos como éste son el precio de su libertad:
que cualquiera con malas intenciones recale en esta suerte de edén. Edgar
asiente, lo reconoce y achaca la situación al sino de los tiempos: «Nosotros no queremos aquí
a este tipo de gente, gente que huye cansada del estrés de las ciudades…Muchas
de las enfermedades que hay ahí afuera surgen por la desconexión con la
naturaleza».
Es por eso que reivindica su
modo de vida, en sintonía el Proyecto XXI de la ONU, que incluye la formación de comunidades
sostenibles. «No se ha hecho nada de eso, aunque Beneficio es una referencia
para las pocas ecoaldeas que han surgido después en España», señala Edgar,
convencido de que el futuro de la humanidad pasa por alternativas respetuosas
con el medio ambiente. En Beneficio ya han empezado a notar el cambio climático.
Cada año dura menos la nieve: «Está pasando y va a ir a más, y la sociedad
sigue consumiendo como si nada».
-Entonces… ¿por qué la
gente tiene miedo a Beneficio?
-No lo sé. Madrid o Nueva
York son lugares más peligrosos donde te puede pasar cualquier cosa.
Leo Rama
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