Ocurre igual en Cádiz que en
el País Vasco (donde se han dado más bodas). También en Madrid, en Valencia...
es una moda que recorre el mundo.
Aquí empezó con Ana, que
lleva siete años casada consigo misma... Encontramos 44 casos consumados, y dos
más de chicas 'en capilla'.
Sologamia: la moda de casarse
con uno mismo que se extiende por el mundo
Ana, cabello corto y algo
despeinado, posa para la cámara junto a una amiga. Lleva sombra lila en los
ojos y un vestido púrpura satinado a juego. Luce una sonrisa amplia, de boca
abierta, y una nariz negra de payaso. Es el 10 de octubre de 2010. El día de su boda.
El momento ha quedado capturado en una instantánea. La que ha elegido para
recordar su aniversario y que ha compartido en sus redes sociales. En la descripción se lee:
"Ya van 7 años casada conmigo misma".
Es que Ana Isabel González,
39 años y fundadora de una empresa de risoterapia [Risasana], es una de las primeras
mujeres que se han casado consigo mismas en España. Desde
entonces, al menos otras 43 han seguido sus pasos. Curiosamente, en el mismo año
de la celebración de Ana -a kilómetros de distancia- decenas de mujeres
empezaron a realizar 'autobodas' en Taiwán. La historia más mediática fue el de
Chen Wei-yih de Taipei, que optó por un matrimonio en solitario al no encontrar
un novio digno de ella.
Ese fue el inicio del boom
de una tendencia que vuelve a ganar protagonismo. ¿La responsable? La
italiana de 40 años, Laura Mesi, que con su boda sin novio de 70 invitados y
tarta de cinco pisos ha captado la atención de medios alrededor del mundo. La primera mujer casada
consigo mismo de la que se tiene registro se llama Linda Baker.
Celebró su boda en 1993 frente a 75 invitados. Acababa de cumplir 40 años y, en
su caso, tomó esa decisión cansada de esperar por el novio perfecto.
En el caso de la novia española
la idea de casarse consigo misma le vino en tiempos de su formación como
terapeuta Gestalt en el Instituto de Barcelona. Durante la terapia individual
que se le exigía para titularse hizo un descubrimiento que le impactó. "No sabía quererme,
no sabía cuidarme...", confiesa a Crónica.
Entonces se puso manos a la obra. Lo que aprendió durante esa terapia personal le
pareció "algo tan grande y tan bueno" que quiso celebrarlo.
Cuenta Ana que planeó una
boda muy a su estilo. Con vestido púrpura en lugar de blanco y postres de
chocolate (sus favoritos) en lugar de tarta. Fue una fiesta de tres días -de
viernes a domingo- en su Cadafell natal. Allí hizo cosas que le apetecían.
Como pasar un día en la playa o tirarse del tobogán de 700 metros que atraviesa
la Montaña
Escarnosa. Todo en compañía de familiares,
amigos cercanos e incluso su pareja de entonces. "No estoy
en contra de compartir, del amor romántico o de tener pareja", aclara
seria y luego lanza una gran risotada.
La ceremonia, como tal, se
llevó a cabo en un restaurante en el que había trabajado alguna vez. Allí, con
sus invitados dispuestos en círculo a su alrededor, explicó los motivos de su
compromiso y prometió cuidarse, respetarse, quererse.... Como símbolo de ese amor
lleva una alianza que
le encargó hacer a una amiga joyera a partir de pulseras que tenía guardadas. Y
optó también por entregar recuerdos a sus invitados: botellas de vino con una
carta personalizada para cada uno.
A la historia de Ana se unen
las de May, Juncal, Marie, Julia, Cristina, Amalia, Diana.... Todas ellas casadas
consigo mismas. Con sus variantes y sus motivaciones
individuales. Porque cuando se trata de bodas, cada novia es un mundo.
Es un lluvioso día de
invierno [el 17 de diciembre de 2011]. El reloj marca las 12:00. Vestidas de
blanco -con sus excepciones- 10 mujeres esperan su turno para caminar por el
pasillo de una de las salas del Bilborock. Algunas llevan velo, todas ramos en
su manos. Finalmente, suena la música y de a una se encaminan hacia el altar...
Es la primera de una serie de bodas, que más o menos con el mismo formato, se
replicarían después en otros lugares de España.
May Serrano, de 47 años, es
una de esas 10 mujeres. Ese día se enfundó el vestido que antaño su madre usó
para casarse con su padre y juró -dice con firmeza- "ponerme siempre de primera". Como
recuerdo de su compromiso luce una alianza con una roca del Cantábrico que se
mandó a hacer en su primer aniversario. Juncal Altzugarai, 36 años, optó por un
traje de novia vasca. En agosto había nacido su segundo hijo (una niña) y las
responsabilidades de la maternidad le afectaron. "Sentí que me
diluí", confiesa. La boda, entonces, fue su manera de empoderarse nuevamente.
Recuerda May que antes de la
ceremonia recorrieron las calles de Bilbao para repartir naranjas entre los
transeúntes. "Porque no somos media naranjas de nadie, somos naranjas
completas", lanza. Las reacciones fueron varias. Desde algunos que las tildaban de
"locas", hasta una señora mayor que les dijo que ella hubiera querido
hacerlo también. La que empezó como iniciativa "un poco en
broma" del colectivo Mujeres Imperfectas [al que pertenecen ambas] en contra
del concepto de amor romántico, terminó convirtiéndose en algo "muy
potente real". Ese día, "lloró hasta el apuntador", cuenta May
entre risas.
Una boda "muy en
serio" con la actriz Maribel Salas como maestra de ceremonia y más de 100
invitados. Entre ellos, la actual pareja de May y el marido [padre de sus dos
hijos con el que lleva casada desde 2007] de Juncal.
Hoy, 6 años después del
"gran día", May Serrano -"creadora" con estudios en
publicidad y con experiencia en el mundo del teatro- ejerce como una suerte wedding
planner para otras mujeres que quieren casarse consigo mismas. Lo hace a través de la agencia de organización de bodas
'Sí, me quiero'. Sus servicios van desde dictar cursos
prematrimoniales hasta apoyar a las escuelas de empoderamiento del País Vasco a
poner en marcha nuevas celebraciones de este tipo.
Así, al enlace múltiple de
Bilbao le siguieron otros. En Sopelana, Teruel, Cádiz y la más reciente [en
marzo de este año] en Ondarroa. En junio de 2016 nueve mujeres se casaron en el
Ayuntamiento de Sopela. En esa ocasión, Jone Aureko-extea, concejala de EH
Bildu, hizo de maestra de ceremonias. Marie Nutini fue una de las novias. Con 68 años, dos
hijos y dos matrimonios anteriores fallidos dice que ésta fue su "boda
más
bonita".
Cuenta Marie que ese día vistió de rojo y que en el banquete -ella que
rara vez bebe alcohol- se emborrachó. Después, durante 10 días disfrutó de su
luna de miel en solitario en Balí.
Aunque los detalles de las
celebraciones varían de novia en novia, todas coinciden en que el hecho de casarse consigo
mismas "es una cuestión de amor propio". Y eso fue lo que llevó a Julia
Serrano, 37 años, al altar. Era una idea que venía rondándole la cabeza desde
que su hermana May [son 5 hijas en total] se casó en 2010. Pero en esa ocasión
no tuvo el valor para hacerlo. Ahora como recuerdo de su boda, que se celebró
en Teruel el 26 de noviembre de 2016, luce un tatuaje. Cuatro puntos negros en
su dedo anular que simbolizan que ella es primera. Ante todo.
Antes de Teruel, la oleada
del 'Sí, me quiero' ya había llegado a Andalucía. Cuando se organizó una boda
-múltiple e unipersonal- en el marco del Festival Iberoamericano de Teatro de
Cádiz el 17 de octubre de 2015. Con Ana Camelo, concejala de Igualdad de
Podemos, oficiándola. En ésta participaron una decena de mujeres. Como Cristina
Domínguez, que le pidió prestado a una amiga el vestido blanco de sus nupcias.
Como Amalia Torres, madre de una niña y con pareja desde hace 17 años, que dice
que "se rompió la cabeza" buscando el vestido y la alianza de plata
perfectos.
Explica Cristina, oriunda de
Sevilla [como Amalia] que cuando les contó a sus familiares su 'autoboda' le
dijeron: "¿Es no te quieres casar con nadie?". Al contrario, dice
ella, "estoy abierta a las relaciones y al amor". Con Amalia pasó
algo similar. Aunque le explicó a su padre su decisión, él no terminó de
entender sus razones. "¿Para qué haces esto?, le repetía. "Para
desaprender sobre las relaciones típicas que tanto daño nos han hecho".
El epílogo de esta historia
tiene lugar una noche de martes. En una cafetería de Plaza Callao, en Madrid.
Hasta allí llega la menuda y pelirroja Diana Aller. Periodista, guionista [de
'realities'], bloguera, DJ... Y casada consigo misma. Cuenta
que la suya fue una boda de terraza, en un hotel de la capital. Con 70 de sus
amigos más íntimos. Se trataba también de celebrar esa amistad. Al tiempo va
mostrando en su móvil las fotos del acontecimiento: ella vestida de blanco en
el altar improvisado, ella con cuchillo en mano cortando la enorme tarta
coronada por una 'Barbie'...
Pero antes de la fiesta,
antes de los votos, antes de la amanecida de ese verano de 2015, dice Diana
[separada y con dos hijos] que tuvo que aprender mucho. A aceptarse, a gustarse, a
quererse y perdonarse. Y las mujeres de Bilbao le sirvieron de
ejemplo e inspiración.
- ¿Qué ha pasado desde
entonces?- le preguntamos
-"Han sido los dos
mejores años de mi vida"- lanza sin titubear.
GABRIELA BALAREZO
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