En busca de esas nuevas
sensaciones y partiendo de que el hombre tiene zonas erógenas más allá del
pene, poco a poco se van extendiendo y asentando tendencias sexuales cada vez
más creativas. Uno de los ejemplos más significativos es el del pegging (también conocida como Bend
over boyfriend), la práctica que cambia los roles tradicionales de
la pareja. Algunas mujeres deciden tomar las riendas de sus relaciones íntimas
y ser ellas las que penetren a su novio o marido.
Se puede realizar introduciendo
un dedo, un consolador o con otros arneses de penetración
que todavía se siguen creyendo reservados para las relaciones lésbicas. Nada
más lejos de la realidad.
De todo tipo de materiales,
siluetas y tamaños, los fabricados para el pegging son fáciles de
reconocer, ya que el dildo acoplado al arnés posee la forma tradicional de los
juguetes enfocados a la práctica del sexo anal. Más allá de la longitud, el
grosor y la curvatura, también existen algunos, pensados para el disfrute de la
mujer, que incorporan un doble consolador.
Cada vez son más los estudios
que ponen de manifiesto que los orgasmos masculinos experimentados a
través de esta práctica son más intensos que los que sienten cuando son ellos
quienes penetran.
Doble placer
Al parecer, detrás de ese
placer existe una doble razón. Por un lado, el gozo que produce la estimulación del punto P
(la zona del clímax masculino). Por otro, la excitación que producen
muchos hombres el ser penetrado por una mujer. Un orgasmo mental que sería de
ida y vuelta dado que muchas de ellas también lo sentirían en sus carnes cada
vez que asumen el rol de dominadoras en la práctica sexual.
Uno de los grandes miedos que
impide a muchos varones lanzarse a probar la penetración anal es el relacionado
con en el temor
a sufrir dolor. Por eso, los expertos recomiendan iniciarse con
dildos para
principiantes, pequeños, estrechos y haciendo uso de un buen
lubricante anal. Con sensibilidad y yendo poco a poco no habría por qué
preocuparse.
El otro gran muro que aleja a
muchos hombres y mujeres de la práctica del pegging es el miedo a ser estigmatizadosy encasillados en una opción sexual distinta a la suya. al hacer público que
disfrutan de prácticas en las que unos y otros intercambian los roles sexuales
tradicionales. Como si los juegos de cama pudieran alterar tu orientación de
golpe y porrazo.
A pesar de la creciente
popularidad de esta tendencia, aún existen multitud de prejuicios que actúan
como cortapisas
del placer a través de la autocensura. Sentirse culpable por gozar
del sexo en su máxima expresión no es nuevo. La opción de experimentar con
nuestro cuerpo en busca de la sexualidad plena tampoco.
La clave está en
experimentar. El psicólogo clínico Vicente Briet asegura que introducir
juguetes sexuales, probar nuevas posturas o intercambiar los roles puede
mejorar significativamente nuestras relaciones de pareja. En esa misma línea,
la sexóloga Ana
Sierra recetaba a las parejas "creatividad y valentía"
como medicina para combatir el día a día en la cama. Siguiendo su consejo y el
de otros tantos sexólogos son cada vez más los hombres que, despojados de
prejuicios, están planteando a su pareja la necesidad de abandonar su zona de
confort sexual y experimentar a través de la introducción de nuevos y atrevidos
juegos.
DIEGO BERMEJO
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