Una cena en un resort nudista en Florida. “Me siento más libre cuando
cocino desnudo”, dijo un hombre. Foto: Jason Henry para The New York Times.
Una buena comida satisface.
Una excelente comida hace mucho más. Pero los componentes de una excelente comida no son iguales para todos.
Caren Osten Gerszberg encontró un ingrediente
inesperadamente placentero cuando se encontró en un retiro de meditación en
Massachusetts: el silencio.
“Estar sentada a la mesa —sin hablar, ni leer, ni
desplazarme ni ver una pantalla— fue un auténtico ejercicio de estar en el
momento presente”, escribió en The New York Times. “Pasando por la fila del
buffet, llené mi plato con la colorida comida vegetariana, expresé mi gratitud
(silenciosamente) y conté cuántos colores había en mi plato. Mi mejor
entretenimiento: un alimentador de pájaros exquisitamente colocado afuera de
las ventanas del comedor”.
Jack Clark, un óptico que pasa sus fines de semana en
un resort nudista, pone la mesa para una cena en su patio en Lutz, Florida.
Antes de ser nudista, dijo, era demasiado tímido como para organizar cenas.
Foto: Jason Henry/The New York Times.
Quizás un retiro así sería el entorno apropiado para
algunos de los comensales neoyorquinos que le escriben a Pete Wells, el crítico
de restaurantes de The Times. Ellos encuentran que el ruido cada vez mayor en los restaurantes les deja un mal sabor de boca,
y han pedido a Wells que escriba sobre el problema.
Mientras más tiempo lo postergaba, escribió por fin,
“más difícil era no darme cuenta de que estaba evitando el tema. Y cuando me
pregunté por qué, tuve que admitir que realmente no creo que los restaurantes ruidosos sean un problema. La verdad,
me encantan”.
En opinión de Wells, los restaurantes son uno de los
pocos lugares que quedan donde personas reales aún suenan como personas reales.
“Está el ritmo interrogante del coqueteo; el rebuzne
confiado de las personas haciendo alarde de dinero; el graznido del debate”,
escribió. “Las personas que se están conociendo son ruidosas de una forma, y los
viejos amigos son ruidosos de otra completamente diferente”.
En ocasiones, ese
ruido puede ser tan vital para la experiencia gastronómica como la comida sobre
la mesa, argumenta Wells. De otra forma, las sobras de la
heladera hubieran bastado.
“Salimos por otras razones”, escribió. “Salimos para
echar un vistazo, quizás para ser notados, normalmente para hablar con la gente
que nos acompaña. Algunos queremos un trago o dos y casi todos queremos aflojar
los nudos de tensión provocados por la vida cotidiana”.
Sin embargo, para quienes aflojan todos los nudos,
permanecer en casa probablemente sea la mejor opción.
“Me siento más libre y más
imaginativo cuando cocino desnudo”, dijo Jack
Clark, mientras cocinaba pasta, de pie, para una cena en su casa en un resort
nudista en Florida. Estaba desnudo, por supuesto, al igual que la mayoría de
sus invitados.
Esta era una situación con la que Clark no se hubiera
sentido cómodo en el pasado. Con la velada, no con la desnudez.
“Yo era una persona muy tímida y nerviosa e
introvertida”, dijo a The Times. “Me mantenía aislado y no tenía muchos amigos.
En el momento en que estuve desnudo, eso desapareció en dos segundos. Toda mi
vida cambió”.
Una de sus invitadas, Karyn McMullen, dijo que solía
odiar las veladas como ésta. Salvo que los comensales no estaban desnudos, así
que las veladas realmente no eran como ésta.
“Siempre eran presumidos. Ahora puedo ser yo misma”,
dijo.
Parece ser que hay equidad
entre todos cuando todos están sentados en cueros sobre toallas.
Y aunque los
nudistas tienen que cuidarse un poco más de salpicaduras de
grasa, muchos creen que se cocina mejor cuando se hace al natural.
ALAN MATTINGLY
© 2019 The New York Times
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