Yvonne Farrell (izquierda) y Shelley McNamara - Alice Clancy
«La integridad con que plantean sus edificios así como
la forma en que encaran el desarrollo de su práctica de la arquitectura, su fe
en la colaboración, la generosidad hacia sus colegas, que se ha hecho
especialmente patente en eventos como la Bienal de Venecia de 2018 [de la que
fueron directoras]; su infatigable compromiso con la excelencia en la
arquitectura, su actitud responsable respecto al entorno, su capacidad para ser
cosmopolitas abrazando simultáneamente la singularidad de cada uno de los
lugares en los que trabajan», entre otras cualidades, ha hecho a las
arquitectas irlandesas Yvonne Farrell y Shelley McNamara ser las galardonadas
con el premio Pritzker de este año.
Farrell (1951) y McNamara (1952) se conocieron durante
sus años en la Escuela de Arquitectura del University College Dublin (UCD). En
su carrera, la dedicación a la docencia precede a la creación de su despacho.
En 1976, recién licenciadas, fueron invitadas a ejercer como docentes en la
misma universidad donde se habían formado y, dos años después, en 1978, y junto
a tres socios más, establecieron en Dublín su despacho, Grafton Architects.
Obra de Yvonne Farrell y Shelley McNamara
La enseñanza ha constituido una parte fundamental de
su trayectoria. Han enseñado en la UCD durante más de tres décadas y en 2015
fueron nombradas profesoras adjuntas. Asimismo, fueron titulares de la Cátedra
Kenzo Tange en la Graduate School of Design de la Universidad de Harvard en
2010 y de la Cátedra Louis Kahn de la Universidad de Yale en 2011, además de
haber impartido clase en prestigiosos centros, como la École Polytechnique
Féderale de Laussane y la Academia di Architettura di Mendrisio. «Enseñar ha
sido para nosotras siempre una realidad paralela. Y es una manera de destilar
nuestra experiencia y ofrecerla a las nuevas generaciones de forma que jueguen
un papel en el crecimiento de la cultura.
Obra de Yvonne Farrell y Shelley McNamara
Lo comprendemos como algo que funciona en dos
direcciones: aprendemos de los estudiantes y deseamos que los estudiantes
aprendan de nosotras», afirman.
Bautizaron su despacho con el nombre de la calle donde
éste se ubicaba, a fin de anteponer la idea de la existencia del lugar sobre la
de los individuos. Ésta es la concepción que reviste el discurso que describe
su práctica. Definen la arquitectura como «una estructura para la vida urbana,
que nos arraiga y nos conecta al mundo de una manera en la ninguna otra
disciplina creadora de espacio puede hacerlo.»
Obra de Yvonne Farrell y Shelley McNamara
Medalla de Oro del RIBA este año
Con un carácter versátil, que les ha llevado a
trabajar desde la pequeña a la gran escala, gran parte de su obra construida se
encuentra en su país, donde destacan proyectos como el edificio de viviendas en
la calle North King (Dublín, 2000), el Instituto Urbano de Irlanda (Dublín,
2002), el Centro de Artes Solstice (Navan, 2007), las oficinas para el
Departamento de Finanzas (Dublín 2009) y la facultad de medicina de la
Universidad de Limerick (2012). En el exterior, han desarrollado proyectos en
Italia, Francia y Perú.
Farrell y McNamara, que han sido galardonadas también
este año con la Medalla de Oro del RIBA, insisten en que un esfuerzo constante
de su arquitectura ha sido el de tratar de introducir valores como el
humanismo, la artesanía, la generosidad y de conectar culturalmente con cada
lugar y contexto. Ahondando en ello, el jurado del premio señala la capacidad
de Farrell y McNamara para crear espacios innovadores a la vez que considerados
con historia y tradición, a la vez que poniendo de manifiesto un sólido dominio
de la artesanía constructiva y del entorno urbano, fruto esto último de una
profunda comprensión del «espíritu del lugar» que deriva de su trabajo de
investigación, firme capacidad de observación y de la curiosidad y apertura con
que exploran, así como de su constante respeto a la cultura y el contexto de
éste.
Obra de Yvonne Farrell y Shelley McNamara
«Sus edificios son ‘buenos vecinos’ que quieren
aportar algo más allá de los límites de lo construido y contribuir a hacer de
la ciudad un lugar mejor. Equilibrando fuerza y delicadeza, sus edificios
académicos, cívicos y culturales, así como sus bloques de viviendas, son obras
modernas e impactantes que nunca repiten ni imitan, y son sin duda alguna
expresión de su propia voz arquitectónica».
Obra de Yvonne Farrell y Shelley McNamara
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