viernes, 20 de mayo de 2016

La comida rápida entra en la sauna

Se abre en Helsinki el primer establecimiento donde comer hamburguesas y, al tiempo, disfrutar de los beneficios de un spa 
Los usuarios son atendidos por camareros en la misma sauna, que tiene capacidad para 15 personas
Si hay una palabra del finés que ha entrado a formar parte de todos los idiomas del mundo, ese es «sauna». Un ritual, más que un espacio, tan íntimamente ligado a la cultura finlandesa como los sentó para los japoneses o los hamam para los árabes. Se calcula que en Finlandia hay entre dos y tres millones de saunas para cinco millones y medio de habitantes, distribuidas por todo el país: en apartamentos, casas de verano, oficinas, gimnasios, hoteles, barcos, en todas las embajadas y consulados en el extranjero y hasta en el Parlamento, donde los legisladores llegan a encontrar más puntos de acuerdo que en los debates durante el pleno.
Durante siglos, las saunas en Finlandia han sido el lugar donde purificar el cuerpo y la mente y desnudarse en todos los sentidos. A pesar de que muchas personas asocian sauna con promiscuidad o aventuras sexuales, para los finlandeses es casi un espacio sagrado y se dice que en ella hay que «comportarse como en un iglesia».
La sauna forma parte de la vida de los finlandeses desde que apenas tienen unos meses de edad y les acompaña el resto de sus días. Las mujeres daban a luz en ellas porque el humo y el vapor que se origina, conocido como loyly, esterilizaban las paredes. Era también el sitio donde se realizaban los rituales de purificación antes de las bodas e, incluso, los muertos se lavaban y preparaban para el entierro en los bancos de madera. Servían, también, de quirófano para realizar pequeñas operaciones de cirugía y todavía existe un proverbio danés que dice que la sauna es «la farmacia del pobre». Espacios de encuentro y de discusión, en Finlandia las decisiones importantes se toman con los cuerpos desnudos y sudorosos, azotados con ramas de abedul, a una temperatura que oscila entre 70 y 100 grados centígrados.
No es de extrañar, por tanto, que un restaurante de comida rápida (Burger King) situado en la calle Mannerheimintie, en pleno centro de Helsinki, haya decidido instalar una sauna para sus clientes. Un ejemplo claro y novedoso de asimilación a la cultura local. Diseñada por el interiorista Teuvo Loman, dispone de bancos de madera pintados con los colores de la marca, una estufa con piedras blancas, duchas, vestuarios y una sala de reposo con televisión y juegos. Tiene capacidad para 15 personas y se puede alquilar por un periodo mínimo de tres horas al precio de 250 euros. Los usuarios no tienen que abandonar la sauna envueltos en una minúscula toalla y hacer la cola para pedir un whopper con queso y patatas fritas ya que son atendidos por camareros que les sirven la comida allí mismo.
Una idea que ha sido premiada por Euromonitor en la categoría de «Nuevos conceptos en restauración» ya que la considera un poderoso ejemplo de «localización». Y es que, después de décadas de globalización, la
vuelta a lo autóctono parece resurgir con fuerza. Además, una sauna después de una hamburguesa doble con bacon y queso puede ayudarnos a eliminar no solo las toxinas y las grasas, sino también el sentido de culpabilidad por habernos pasado de calorías.
- ABCCARMEN CALVOCorresponsal En Copenhague                           

No hay comentarios:

Publicar un comentario