Las imágenes poscoitales son tendencia y denotan una característica social
de nuestra era: un erotismo utilitarista que banaliza las relaciones sexuales
Una de las imágenes postcoital compartida en Instagram
Antes se fumaba, o se quedaba uno dormido
tranquilamente. Los más románticos -o cursis- se abrazaban y comentaban lo
vivido, que si cómo ha ido, que si tú bien, yo también, te doy un besito y
hacemos cucharita. Pues se acabó. Hace ya algún tiempo que la tendencia
exhibicionista a la que nos arrastran las redes sociales alcanzó su climax: hay
quienes en lo primero que piensan tras hacer el amor es en hacerse un selfie
para poder mostrarlo en su cuenta de Instagram. Los llamaremos selfies
poscoitales. Aunque suena mejor en inglés: aftersex selfie.
Dice al respecto el sexólogo asturiano Iván Rotella
que el gesto «refleja claramente dónde estamos». Se refiere a que, «en redes
sociales, funcionan dos motores, el de la exhibición y el del voyeurismo; y si
a esto le añades el componente sexual, hagas lo que hagas llamarás la
atención».
Y es así como uno de los actos más íntimos que pueden
darse entre dos personas se convirtió en cosa pública. Algunas parejas -véanse
las imágenes de arriba- escogen mostrarse con cierto pudor y enseñan los pies
para demostrar que hubo intimidad sexual pero la generalidad apuesta por hacer
un selfie al uso: morritos, sonrisa, presunta felicidad.
«Si Instagram no fuera tan estricto, sería
pornográfico», prosigue Rotella, que da clases de educación sexual a los
jóvenes asturianos. «Antes se exhibían las personas públicas, los artistas, los
actores, los cantantes, pero ahora esa posibilidad está al alcance de todos»,
analiza.
Para esta profesional, el selfie poscoital dice más de
cómo somos de lo que, a primera vista, podríamos imaginar. Considera Rotella
que este tipo de imágenes «te posicionan ante los demás: 'yo tengo una buena
relación sexual' y que, de cara a la sociedad, te da estatus». Caché, vaya. Y
también sirve para «marcar territorio», es decir, para comunicarse con las ex
parejas sin necesidad de dirigirles la palabra, como si uno dijera: «Estoy con
Fulano y mira qué bien me va que hasta muestro mi postcoito».
«Ya no basta con tener pareja, sino que además hay que ser feliz y
parecerlo ante los demás», analiza. Y revela que esta tendencia a mostrarse
tras el orgasmo es más propia «de veinteañeros e universitarios que de
adolescentes, pues estos últimos mantienen aún cierto pudor y son vulnerables a
la presión social», características que, a medida que uno crece, se van
perdiendo.
¿Consecuencias? También. Considera Rotella que se puede «acabar por
banalizar la relación porque importa más el resultado final que el trayecto,
pues lo que se quiere es acabar y mostrarlo». Y sentencia: «El sexo es
comunicación no verbal, disfrute, y tendencias como éstas denotan un erotismo utilitarista,
como quien se planta el chandal y se muestra con él para poder contar que fue
al gimnasio».
Iván Rotella, sexólogo
No hay comentarios:
Publicar un comentario