Dos trabajadores en la zona donde se hallaron los restos de mamuts. Foto |
Video: Teresa de Miguel
Un humilde cartel con la leyenda “Proyecto Tultepec
II” alerta de la llegada al último gran descubrimiento arqueológico de México: una excavación donde han
encontrado por primera vez en el mundo dos trampas excavadas con el fin de
cazar mamuts y restos de 14 de ellos. “Los textos de prehistoria
tendrán que reescribirse a partir de esto”, dice emocionada la historiadora
Juana Zúñiga, encargada del proyecto, sobre lo inédito de lo descubierto. La
emoción, sin embargo, no tarda en fraguar. Pese a que el hallazgo representa
“un hito” internacional que ha puesto al sitio en el radar científico, el Gobierno mexicano le ha dado la espalda y le ha asignado casi nulos recursos. Los
investigadores suponen que lo encontrado es mucho más grande, al menos una
decena de trampas y unos 40 mamuts más, aunque admiten que es probable que no
lo sepan nunca.
El arqueólogo
Luis Córdoba intenta hacer memoria: han encontrado muchas trampas para cazar en
el mundo, y muchos huesos de mamuts, pero nunca antes se habían hallado trampas
para estos paquidermos fabricadas por hombres, recuerda.
Según él, los
registros muestran que todas eran naturales o para animales más chicos, como
peces o venados. “Es un hallazgo importante porque cambia la visión que se
tenía de los cazadores, de quienes se pensaba que eran grupos pequeños que
dependían demasiado de la naturaleza”, cuenta el investigador del Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México junto a unos enormes
colmillos. “Las trampas excavadas a propósito prueban una gran organización de
los cazadores”, agrega mientras camina entre algunos restos óseos aún medio
enterrados como si fuera una extensión de su propia casa.
La excavación
en la que recibe a este periódico era hasta hace menos
de un año un proyecto de vertedero en Tultepec, un poblado del Estado de México
de unos 90.000 habitantes. El hallazgo, sin embargo, paralizó la construcción
desde enero. El humilde equipo que trabaja estos días en el sitio se ha limitado
a extraer solo los huesos de la superficie, pero Córdoba asegura que “los
restos sugieren la existencia de una línea de trampas a lo largo de medio
kilómetro”. Esto se traduce en una decena de trampas con entre 40 y 70 mamuts
más. Admite, sin embargo, que es poco probable que vayan a extraerlos de la
tierra.
“¿Qué haríamos con tantos huesos?”, pregunta. Junto a
él, una capa de tierra colocada manualmente esconde, además de una pelvis, una
realidad económica: por falta de recursos México se perderá de saber con
certeza qué hay en su suelo. “Hemos dejado huesos enterrados allí. Incluso si
consiguiéramos los recursos para poder sacarlos, no tendríamos dónde ponerlos o
qué hacer con ellos”.
Prueba de sus declaraciones es el tour por el
interior del Museo del
Mamut, un humilde edificio dedicado a un ejemplar
que encontraron en 2015 cuando instalaban una cañería. Desparramados por los pasillos del edificio, algunos de los huesos
encontrados esperan a ser restaurados. “Estas iban a ser oficinas, pero por
ahora han sido designadas como almacén”, dice Córdoba, un académico que no
acostumbra a usar teléfono móvil pero que estos días no deja de atender
llamadas de la comunidad científica internacional.
El arqueólogo Luis Córdoba muestra sus dibujos de la excavación. Teresa de
Miguel
Tanto los huesos como las trampas forman parte del
patrimonio federal mexicano, pero el financiamiento de la excavación lo ha
hecho por completo el municipio. “Lo que venga va a requerir más inversión y
sabemos que los tiempos económicos no son favorables”, dice Zúñiga en relación
a los recortes que ha sufrido la Administración pública desde la llegada de
Andrés Manuel López Obrador al poder. El único
aporte que ha hecho el Ejecutivo hasta el momento es el sueldo del investigador
del INAH. “Hacemos un llamado al Gobierno para que apoye la cultura y que los
recursos federales también puedan caer en estos proyectos”, agrega. Ante la
ausencia de fondos públicos, señala, no descartan acudir a financiamiento
privado.
No es la primera vez que el Gobierno mexicano da la
espalda a lo que brota de su suelo. A unos 10 kilómetros de la excavación de
Tultepec, otro grupo de trabajadores encontró restos de un mamut mientras
realizaban las obras para la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, uno de
los proyectos más mimados del presidente mexicano. Un segundo ejemplar fue
hallado días después en la misma zona. La construcción, sin embargo, continuó
su curso porque los descubrimientos no cumplían los requisitos para detener la
obra, dijo el director de salvamento arqueológico del INAH. “Todo patrimonio es
importante, no puede ser que las grandes obras como el aeropuerto o el Tren
Maya se prioricen”, reclama Zúñiga. “Estos hallazgos también son importantes
para el desarrollo equitativo de las comunidades”.
Tierra de gigantes
Hace más de 600 años, cada vez que bajaba el nivel de
los lagos en el centro de México, aparecían en las orillas del agua unos
enormes huesos. Un fémur de metro y medio de largo, una cadera de un metro de
ancho, unas muelas del tamaño de un antebrazo humano. Esos restos que asomaban
entre el lodo reafirmaban la teoría que tenían los aztecas que vivían allí en
esa época: los gigantes habían habitado aquel lugar en una vida anterior. Esa
tierra de gigantes, como se pensó hasta muchos años después, no era otra cosa
que la Cuenca de México, una región geográfica ubicada alrededor de la capital.
Y los huesos no pertenecían a enormes humanos, sino a mamuts.
Córdoba recuerda divertido la anécdota registrada en
un manuscrito indígena. “Hay además reportes que escribieron los conquistadores
cuando llegaron a México que hablan de huesos que pertenecían a antiguos
gigantes”, cuenta. En todo el continente americano se han encontrado en varias
ocasiones algunos huesos individuales en países como Estados Unidos o
Argentina. Pero este hallazgo, el más numeroso en la historia de México,
resulta del paso de varias manadas a lo largo de los 70.000 años que se calcula
que vivieron estos animales en el lugar.
Tras el descubrimiento, la hipótesis es que estos
grupos humanos organizados aprovechaban la sequía de los lagos característica
de la época del Máximo Glacial para elegir dónde cavar las trampas. “Una vez
hechas las trampas, los cazadores arreaban a los mamuts con ramas, lanzas y
antorchas hasta que cayeran en los huecos y, una vez allí, los mataban”,
explica.
Con estos casi 900 restos óseos encontrados, la
propuesta de la alcaldía de Tultepec es exponerlos en el museo municipal por
temáticas, como enfermedades o secuencias de crecimientos. El cambio climático
produjo la extinción de estos animales, explica Córdoba, que a causa de la
escasez de lluvia comenzaron a alimentarse mal y, como consecuencia, a sufrir
enfermedades como osteoporosis o artritis. El arqueólogo celebra que el
hallazgo abra “muchas posibilidades de investigación”, pero admite que, con el
acotado presupuesto que tienen, deberán concertar con instituciones públicas
para poder afrontar los costos.
Restos óseos de 14 mamuts hallados en México. Teresa de Miguel
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