Pero
el baño comunal es raro en el mundo moderno. Si bien hay lugares donde sigue
siendo una parte importante de la vida social –en Japón, Suecia y Turquía, por
ejemplo– para aquellos que viven en grandes ciudades, particularmente en la
anglófera, la práctica está prácticamente extinta. La gran mayoría de la gente
en Londres, Nueva York y Sídney se ha acostumbrado a lavarse sola, en casa, en
recipientes de vidrio plexiglás, ducharse como una acción funcional, para
limpiar su propio cuerpo privado de la manera más rápida y eficiente posible.
Biblioteca del
Congreso
Detalle de
Bathhouse Women de Torii Kiyonaga, 1752-1815.
El
eclipse de baño comunal es un síntoma de una transformación global más amplia,
lejos de pequeñas sociedades ritualistas a vastas metrópolis urbanas pobladas
por redes sueltas de particulares. Este movimiento ha ido acompañado de
beneficios extraordinarios, como la disponibilidad masiva y el movimiento de
servicios y productos básicos, pero también ha contribuido a la soledad
rampante, la apatía y la aparición de nuevos fenómenos psicológicos, desde la
depresión hasta la depresión trastornos de pánico y ansiedad social. La
"alienación urbana", un término muy utilizado por los sociólogos a
principios del siglo XX, se ha convertido en un cliché para describir el mundo
actual.
Sweat Lodge
Ritual, Lakota Purification Ceremony
Es
difícil imaginar una contra imagen más potente a la imagen dominante de la
modernidad que la casa de baños arquetípica. Por supuesto, estos espacios
varían mucho. El sento japonés, con sus estrictas reglas y su rápido énfasis en
la higiene, difícilmente podría ser más diferente de los infamemente escuálidos
lavaderos de la Gran Bretaña victoriana. La vasta casa de Hungría, algunas de
las cuales se extienden en varios pisos, proporcionan una experiencia emocional
diferente a la intensidad de la lok-óta sweat-lodge de América del Norte. Lo que
vincula todos estos ejemplos, sin embargo, es el papel que estos espacios
tienen en reunir a personas que de otro modo podrían permanecer separadas, y
colocarlas en una situación de contacto físico directo. Es este aspecto de
proximidad lo que sigue siendo significativo hoy en día.
Reintroducir
casas de baños con tal principio en mente podría ser un medio para abordar la
soledad de vivir en mega ciudades contemporáneas. Estos no serían los spas y
salones de belleza de lujo que prometen la eterna juventud para aquellos que
pueden pagarlos, ni los baños gay de las metrópolis del mundo, sino espacios
públicos reales: baratos, multiusos y accesibles para todos.
Hoy
en día, muchas personas están recurriendo al yoga, la atención plena y otras
prácticas mente-cuerpo como un medio privado para resolver el sentido de "des
comunión" que puede surgir de una vida abarrotada que se pasa en los
vagones de metro y encorvado sobre pantallas de computadora. La casa de baños
podría proporcionar un espacio similar para centrarse en el cuerpo, pero,
crucialmente, lo haría a nivel colectivo, trayendo la corporeidad y el tacto de
nuevo a la esfera de la interacción social.
Los japoneses llaman a este hadaka
no tsukiai ('asociación desnuda') o, en palabras de una nueva generación,
'skinship'.
©
NatCorn
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