El Museo del Hermitage de Barcelona, ahora cancelado, iba a ser diseñado
por Toyo Ito.
Al contrario que Ámsterdam o Málaga, Barcelona no
tendrá sede del Hermitage, el legendario museo de arte de San Petersburgo. Tras
años de especulaciones, campañas a favor y en contra y filtraciones de renders
sobre el edificio que iba a albergar el museo (el último, con la firma del
Premio Pritzker Toyo Ito), finalmente Barcelona ha dicho «no» al proyecto de
levantar una franquicia de la gran pinacoteca rusa.
El Ayuntamiento presentó ayer cuatro informes desde
las perspectivas de movilidad, urbanismo, cultura y viabilidad económica para
justificar su decisión. La razón más evidente es su ubicación en la Nueva
Bocana del Puerto, una zona que se vio muy dañada por el temporal Gloria la
semana pasada con desperfectos cifrados en 12 millones de euros. «Es un espacio
frágil del litoral de la ciudad por su proximidad con el mar», explicó Sanz,
que también incidió en la falta de conexión de la zona con el resto de la
ciudad: la parada de metro más cercana, la Barceloneta, está a dos kilómetros.
El antiguo barrio de pescadores ya acumula suficientes problemas de transporte
y saturación turística como para añadir uno más.
En un contexto de «sostenibilidad» en el que más que
construir, la prioridad debería ser rehabilitar el patrimonio existente, la
propuesta del arquitecto japonés (un flamante edificio cubierto por placas
blancas que simulaban las olas del mar) no ha convencido al consistorio. Sanz
tildó a la propuesta como «una seta» que carecería de «sentido» y sugirió otros
posibles emplazamientos que el Ayuntamiento estaría dispuesto a estudiar, como
la zona del World Trade Center, el 22@ o las Tres Chimeneas.
«Los proyectos
tienen que adaptarse a la ciudad, no la ciudad a los proyectos», afirmó.
Los informes también son negativos a la hora de
valorar la viabilidad económica y el proyecto cultural. El teniente de alcalde
de Cultura, Joan Subirats, calificó las previsiones de visitantes del proyecto
presentado como «excesivamente optimistas». Los promotores cifraban en 850.000
los visitantes que tendría el museo el primer año, un número similar al del
Museo Picasso. El estudio proyectaba un millón y medio de visitas dentro de 13
años, apostando por que el museo recibiría más visitas que el Guggenheim, el
Thyssen-Bornemisza o los museos de Dalí de Figueres, los más visitados de
Cataluña sólo por detrás del Museo del Barça. Unas expectativas que el
Ayuntamiento ha encontrado poco realistas.
La muerte en 2018 de Jorge Wagensberg, ex director de
CosmoCaixa, con una respetada trayectoria museística y designado para liderar
el proyecto, también ha restado solidez a la viabilidad proyecto. El informe
cultural critica la estrategia de «museos satélites» tan en boga últimamente
(¿tiene sentido un Louvre en Abu Dabi?, se pregunta) y critica que primen los
criterios cuantitativos de «turismo, consumo y marca» frente a los
cualitativos: «Es un ejemplo típico de cultura de franquicia: nombres
conocidos, proyecto banal».
«Una franquicia de un gran museo no es un museo; para
serlo, hace falta un proyecto cultural específico», se lee en el informe que el
equipo de Colau le encargó a Josep Ramoneda, director del CCCB durante 21 años.
Las reacciones no se hicieron esperar: la formación de
Manuel Valls tildó de «gran error para Barcelona» la decisión «pese al total
apoyo de los ciudadanos del barrio de La Barceloneta -los más afectados por el
top manta- y de más de 40 entidades culturales». Para Valls se trata de «otro
ejemplo de la oposición ideológica del equipo de Colau al sector privado» al
que hay que sumar «su poco apoyo a la Agencia Europea de Medicamentos y su veto
al hotel Four Seasons». El diputado y concejal Ferran Mascarell de Junts x Cat
-que en 2013 viajó con Artur Mas a San Petersburgo para sentar las primeras
bases del acuerdo- afirmó: «Nadie pondría nada en duda si allí se tuviesen que
situar centros comerciales», afirmó, «en cambio, si se trata de un museo, se
hacen informes a granel», recoge Efe.
LETICIA BLANCO
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