El ídolo de Pachacámac en el
Museo de sitio arqueológico de la zona. Rommel Angeles Falcon
Pachacámac, o
“creador de la Tierra”, fue un dios capaz de predecir el futuro, venerado por
el Imperio inca en los Andes (Perú). El amarillo, el rojo y el blanco son al
menos tres colores con los que, entre el siglo VIII y IX, la civilización wari
pintó una estatua de madera resistente de más de dos metros como símbolo de
culto de este ídolo. La policromía identificada sobre este icono de la
arqueología peruana constituye hoy el único ejemplo identificado con tal
variedad de colores, según cuenta el estudio que se publica este miércoles en la revista científica PLOS ONE.
Lo que está claro es que una estatua de dos metros y
34 centímetros ha sido preservada y seguramente idolatrada durante 800
años
En el pasado, varios
investigadores pensaron que la figura tenía un solo color y que estaba hecha de
la misma madera (Pouteria lucuma) que el resto de las obras del santuario arqueológico de
Pachacámac, antiguo centro de
devoción de 450 hectáreas ubicado a 30 kilómetros de Lima en la costa pacífica.
La figura idolatrada desde hace más de 800 años sigue sin embargo unos patrones
que se diferencian de los demás objetos.
Para empezar, esta
estatua tendría que haber desaparecido durante la conquista de Hernando Pizarro
en 1533. Los españoles negaron su importancia, compararon el oráculo sagrado con
el diablo y quisieron destruir el vestigio. Marcela Sepúlveda, investigadora en
el laboratorio de arqueología molecular y estructural de la Universidad
de La Sorbona (LAMS) y principal
autora del proyecto, explica que los conquistadores no entendían que se pudiese
venerar “un trozo de madera sucio en una sala oscura”. La científica indica que
no se puede saber realmente lo qué ocurrió. “Lo que está claro es que este
objeto fue preservado e idolatrado durante 800 años, lo que constituye un hecho
increíble hoy confirmado”, añade.
¿Es realmente el
Ídolo de Pachacámac? Los debates persisten y nuevas hipótesis se dibujan. En
1938, entre los escombros del Templo Pintado, una figura de madera
tallada con motivos iconográficos asimilados a la divinidad fue
hallada e inmediatamente identificada como este ídolo que se creía
desaparecido.
Trazos inéditos de policromía
La nueva
investigación ha descubierto que este ídolo presenta características novedosas
e inesperadas. Lo que fue inicialmente interpretado como sangre ha resultado
corresponder a restos de pintura que siguen ahí. “Es increíble. Podemos decir
que es el único caso de policromía sobre madera en un objeto sagrado de tal
relevancia y de los descubiertos hasta ahora”, prosigue Sepúlveda. “Esta
práctica policroma fue más común en otros soportes como murales, metales o
tejidos. Es escasamente conocido en iconos como estos”, asevera.
La tecnología
utilizada para observar la estatua. Inca project
La datación por
radiocarbono también es un avance para el estudio del patrimonio peruano y ha
permitido confirmar las hipótesis sobre su antigüedad. Para ello y realizar también
su taxonomía, los arqueólogos han extraído una muestra de madera de un agujero
de la parte inferior de la estatua. Por otro lado, las técnicas análisis
utilizadas por los investigadores del CNRS (el Centro Nacional para la Investigación Científica francés), de la Universidad de la Sorbona
y otras instituciones francesas constituye un aporte metodológico novedoso al
no ser invasiva y destructora. Con un microscopio y varias técnicas de
fluorescencia de rayos X identificaron, además del rojo, los pigmentos
empleados en los dientes blancos de un personaje y los trazos amarillos de unos
tocados.
La historia de un mineral
exclusivo
El blanco y el
amarillo, unos colores también utilizados sobre los muros del Templo Pintado de
Pachacámac, se producían con los pigmentos de minerales disponibles alrededor
del lugar. Los pigmentos rojos vienen en parte del cinabrio, un mineral
brillante que contiene un 85 % de mercurio y 15 % de azufre y se asocia al
poder político y económico de quienes lo emplearon. “Nos sorprendió mucho
encontrar este elemento ya que es un pigmento muy preciado y muy poco
accesible, cuyo uso estuvo limitados a ciertos grupos de individuos”, comenta
la experta. El cinabrio es poco común en la geología de los Andes y se
encuentra a unos 380 kilómetros de Lima en la mina de Huancavelica.
Cualquier descubrimiento sobre las prácticas
artísticas de esta época es esencial para entender el pasado porque tenemos
pocos vestigios en nuestras manos
Antes de ello, el
cinabrio se había encontrado en otros contextos arqueológicos en Pachacámac y
sitios en Los Andes desde el año 1500 antes de Cristo,
aproximadamente. Se empleó para decorar la madera, el metal y otras
pinturas murales. Más tarde, durante la época de los incas se utilizó en
ciertas ocasiones como pintura corporal por miembros de la élite y guerreros
que querían parecer más terroríficos. En Pachacámac, este mineral ya se había
observado en el interior de los textiles y sobre máscaras funerarias.
Peter Eeckhout,
profesor de arqueología precolombina en la Universidad Libre de Bruselas, asegura que los intercambios existen desde hace
mucho tiempo entre las clases sociales más altas de diferentes localidades.
"Es muy interesante que hayan utilizado cinabrio pero tampoco me extraña.
Por ejemplo, nosotros ya hemos encontrado en Pachacámac plumas de pájaros
provenientes de la Amazonia, es decir, de más de 1.000 kilómetros de
distancia", relata.
Para Eeckhout,
cualquier descubrimiento sobre las prácticas artísticas de esta época son
esenciales para entender el pasado porque hay pocos vestigios entre las manos
de los arqueólogos. "El ídolo de Pachacámac es claramente excepcional y
sus colores resplandecientes dan nueva información sobre el arte antiguo",
concluye.
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