Vaya, otra vez un pene cambiando la historia de
España. Pero esta vez es en sentido literal. El rey Fernando VII tenía un
miembro tan grandote que no podía mantener relaciones como hubiera deseado, lo
que ocasionó que le fuera tremendamente difícil tener descendencia.
No hay frase más absurda que la de "el tamaño no
importa". Mentira. Claro que el tamaño importa. No es lo mismo un coche de
dos plazas que de cinco. No es lo mismo un montadito que un bocata. Y no es lo
mismo un pene grande que un pene pequeño. Y si no, que se lo digan al rey Fernando VII.
Por si eras de los que estudiaba sin saber ni lo que
estaba leyendo para aprendérselo de memoria y soltarlo en el examen, te vamos a
poner en contexto. Fernando VII fue rey de España durante el primer tercio del
siglo XIX. Su reinado es complejo de c*jones y difícil de explicar en un párrafo
de un artículo de Yasss, así que si quieres saber más, pues te lees la
Wikipedia. Simplemente te diremos que era hijo de Carlos IV, el que se comió la
Revolución Francesa y nieto de Carlos III, al que suelen llamar "el mejor
alcalde de Madrid" porque le dio un buen lavado de cara a la capital del
reino.
También era el padre de Isabel II.
Isabel II, la que fue reina de España. Y quizás ahora
mismo te estés haciendo esta pregunta: ¿pero cómo que hubo una legítima
heredera que reinó heredando la corona de su padre si en España no pueden
reinar las mujeres que ahora tenemos a Felipe VI en el trono porque la corona
es para hombres y a Elena y a Cristina se las saltaron a pesar de haber nacido
antes?
Por el pene de Fernando VII, el protagonista de esta
historia.
Los Borbones, la familia que sigue reinando en la actualidad
y a la que también perteneció Fernando VII, siempre ha sido conocida por sus
enfermedades, deformidades y problemitas varios. El rey que nos incumbe hoy
tenía una deformidad llamada macrosomía genital, o unos genitales que se
han desarrollado muy por encima de lo que consideraríamos normal. O sea lo de
Nacho Vidal al lado de este hombre era un pulgar de nada.
Según Próspero de Merimée, escritor e historiador
francés de la época, el pene del rey era "fino como una barra de lacre en
su base y tan gordo como el puño en su extremidad". Un puño, amigos. Un
puño. El drama es real, y nunca mejor dicho. Quizás ahora también te estés
preguntando por qué no se le notaba el paquetillo a Fernando VII en sus famosos
retratos, como el de Francisco de Goya que abre esta noticia: pues porque en
aquel momento el canon clásico exigía que los hombres, en el arte, fueran
representados con penes pequeños (como el de David de Miguel Ángel).
Fernando VII se casó primero con su prima, luego con
su sobrina, luego con la hija de una prima, y por último con otra sobrina. Que
quede todo en casa. Ya dijimos antes que los Borbones, como eran muy de
mezclarse para no perder coronas y poderes, luego tenían mogollón de problemas
biológicos. Hasta el cuarto matrimonio no logró tener descendencia, debido a
abortos naturales o fallecimientos de sus mujeres.
Conviene también recordar que fue precisamente en el
siglo XIX cuando el feminismo floreció y empezó a conquistar derechos para la
mujer, para que su única labor social no fuera, como les pasó a las pobres
esposas de Fernando VII, parir para dar descendencia (masculina, a poder ser) a
la familia.
Pero a lo que vamos. Que ya estamos a punto de llegar
al papel histórico del pene de Fernando VII. El rey no tenía descendencia y eso
era un problema de Estado. Algunos médicos le dijeron al monarca que a lo mejor
el problema era suyo. Muy valiente por su parte decirle eso al rey. Pero
suponemos que el rey también era consciente de su problemilla y quiso colaborar
para solucionarlo.
Estos eruditos (los pocos que quedaban en España,
porque Fernando VII, además de un pene grande, también tenía fama de rey muy
regulero, porque había echado de España a todo afrancesado que se cruzase en su
camino, y los afrancesados eran partidarios de la Ilustración, es decir, de
saber cosas) dieron rienda suelta a su creatividad e idearon una especie de
cojín-donuts para que el monarca metiera su pene por el medio. Así, la parte
gruesa de su miembro quedaría fuera de la vagina de la mujer y no la
dañaría.
Este cojín no es el original, es una reproducción,
pero para que os hagáis una idea. Este proto-anillo mullidito para el hombre
facilitó las relaciones sexuales de Fernando VII que consiguió, por fin,
penetrar a su cuarta mujer. Tuvieron dos hijas, Isabel (futura Isabel II, reina
de España) y Luisa Fernanda.
Aunque en España las mujeres no podían reinar por ley,
Fernando VII también se pasó por el anillo-cojín la legislación vigente y dijo
que por su mismísimo que reinaba su hija, que la familia Borbón no iba a perder
la corona solo porque él había nacido con un miembro descomunal.
Y así fue. El rey antes tenía mucho más poder que
ahora, y más aún si hablamos de Fernando VII que gobernó casi como un dictador,
así que se sacó de la manga la Pragmática Sanción de 1830 que restablecía
la sucesión tradicional de las Siete Partidas de Alfonso X de Castilla,
según el cual las mujeres podían reinar si no tenían hermanos varones.
Así que, queridos amigos y amantes de la historia, no
os equivocáis si decís que un pene cambió la historia de España. El descomunal
pene de Fernando VII se las vio y se las deseó para cumplir con su trabajo y
cuando por fin logró que el semen del rey llegase a buen puerto le salió la
descendencia femenina, por lo que el rey tuvo que cambiar las leyes para que su
hija pudiera ser reina, y no su hermano. Que por cierto, ese
hermano, Carlos María Isidro de Borbón se picó mogollón y así nacieron los
carlistas, que aún hoy siguen en activo reclamando la otra línea monárquica que
se truncó porque a Fernando VII se le puso en la entrepierna.
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