A vueltas con los test a los que deben someterse las
42 plantillas de Primera y Segunda división, la evolución del Covid-19 marca
los plazos para la vuelta del fútbol, que se mantiene a la espera de recibir la
autorización del Gobierno para reiniciar los
entrenamientos. Mientras llega el permiso, socios y abonados de los equipos de
la Liga van asimilando con resignación que el regreso se producirá a puerta
cerrada y que no podrán volver a entrar en sus estadios, según adelantó ya el
Consejo Superior de Deportes, al menos hasta enero de 2021. Muchos verán rota
una larga trayectoria de fidelidad porque llevan años sin perderse un solo
partido, pero las medidas sanitarias para combatir la pandemia obligan a una
medida que algunos aficionados todavía se resisten a asumir porque siguen
pidiendo que el campeonato no se reanude hasta que pueda haber público. Un
problema también para sus equipos porque muchos ya han cobrado los abonos y
ahora buscan la mejor fórmula para compensar a los seguidores, aunque algunos
renuncian a su dinero. Ayer, por ejemplo, la Asociación de Pequeños Accionistas
del Málaga anunció que no reclamará la cantidad económica de la parte
proporcional del abono por los seis partidos que restan por disputar La
Rosaleda.
A pesar de que la televisión es, de lejos, la mina de
oro de los clubes de la Liga, el dinero ingresado por abonos, sumado al de las
entradas y las ventas en los días de partido, supone otro importante pellizco
en las cuentas. Esta campaña, y solo por abonos, el Barcelona tiene
presupuestados casi 62 millones de euros, 57 en el caso del Real Madrid o 46 en
el del Atlético de Madrid, el tercer grande del fútbol español. El coronavirus
ha paralizado el campeonato a falta de once jornadas y los abonados de todos
los clubes de Primera se perderán, al menos, cinco partidos de este curso que,
en muchos casos, ya tienen pagados porque en verano desembolsaron el importe
íntegro de sus abonos. Un problema al que los clubes buscan solución para que
sus fieles vean dañados sus bolsillos lo menos posible. La Real Sociedad fue de
los primeros en encontrarla y a principios de este mes ya anunció que
devolvería el 20 por ciento del abono a sus socios donostiarras.
Cuestión de fidelidad
Pero para muchos, el fútbol no es solo cuestión de
dinero. Es sentimiento, es lealtad y es compromiso, más aún si sus equipos se
están jugando el descenso y el calor de la grada supone un estímulo extra para
sus jugadores. «Jugar sin público supone un grave agravio y una adulteración
flagrante de la competición. Es una injusticia y un claro condicionante en el
devenir deportivo de los clubes», denuncia la Federación de Peñas del Espanyol,
el colista de la Liga. Los peñistas piden que el fútbol vuelva cuando se abran
las puertas de los estadios, pero claman en el desierto porque hay muchos
millones en juego de los derechos de televisión y los equipos los necesitan
para que en sus presupuestos no aparezca el temido agujero negro. El club
blanquiazul, por ejemplo, perdería 19 millones de televisión si no se reanudara
la Liga. En el caso de Barcelona y Real Madrid la cantidad superaría los 50
millones. Juan Antonio García, presidente de la Federación de Peñas del Cádiz,
el líder de Segunda, lo tiene claro: «Si me dan a elegir entre que vuelva el
fútbol sin público o que no vuelva, me quedo con lo primero». Los equipos
argumentan que las autoridades son las que no permiten jugar con público y
prefieren renunciar al dinero de los abonos que a perder los ingresos de
televisión. Sin embargo, tampoco quieren perjudicar a sus hinchas.
El Osasuna congelará el precio del abono de la campaña
2020-2021 a los socios actuales que renueven su carnet. Además, la junta directiva
rojilla ha decido que compensará a razón de un 3% del precio pagado por el
abono por cada partido que pudiese jugarse sin público en la próxima temporada.
En el caso de no jugarse ningún partido con público, la devolución se acercaría
al 60% del total pagado.
Pero el Osasuna y el resto de los clubes temen el
impacto y las dificultades económicas que generará el coronavirus en su masa
social. Saben que muchos de sus fieles perderán su puesto de trabajo tras el
paso del coronavirus y les preocupa que el próximo curso descienda de manera
significativa el número de abonados. El Valencia podría llegar a perder 14
millones de euros si esta temporada se acaba a puerta cerrada y la próxima
comienza también si aficionados en las gradas.
Está decidido que, si se llega a retomar la
competición, se hará sin público en las gradas, algo que en el Real Valladolid
consideran «un desastre» desde el punto de vista social, ya que serían «más de
200 partidos solo en España», con los futbolistas ejerciendo su profesión ante
estadios vacíos, sin el aliento de sus aficionados. «El club no va a abandonar
a sus abonados», asegura David Espinar, director del gabinete de presidencia de
la entidad pucelana. El resto de los equipos tampoco.
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