Una voluntaria de Cruz Roja presta ayuda a una persona mayor durante el
estado de alarma. CRUZ ROJA / Europa Press
Después de los niños, los mayores esperan turno para
patear las calles y los caminos. El Ministerio de Sanidad estudia, aunque sin
fecha, aliviar el encierro de los ciudadanos con más años de vida y permitirles el respiro de dar pequeños paseos. El criterio de edad no
convence del todo a geriatras y gerontólogos, que temen que la medida deje
fuera, por ejemplo, a personas de menos de 65 años que sufren trastornos como
la demencia, pacientes que necesitan especialmente retornar al mundo que conocen
para que no se borre de su mente para siempre. Los nueve millones de españoles
que ya han soplado 65 velas, remarcan los especialistas, integran un grupo muy
heterogéneo y, después de lo que han vivido, más resistentes a los malos
tiempos de lo que se suele creer.
“La edad, en
general, no es criterio para nada porque es biológica, no cronológica”. Estas
palabras de José Augusto García Navarro, presidente de la Sociedad Española de
Geriatría y Gerontología, las repiten en términos parecidos todos los expertos
consultados. Este geriatra reclama, en cualquier caso, que los paseos que
autorice el Gobierno sean “controlados”; en solitario o, como máximo, con una
pareja; con mascarilla y “protegiendo al máximo la seguridad”. Se deberían fijar franjas horarias distintas para que no se crucen niños
y mayores, subraya.
Lo ideal sería “priorizar” a las personas que por las patologías
que padecen más necesitan recuperar la actividad física y el contacto con el
exterior. Dolencias como la hipertensión no son propias solo de los mayores
pero sí suelen acumularse con el paso de los años. “El ejercicio físico es un
pilar del envejecimiento saludable junto a la dieta y a la actividad mental”,
explica García Navarro.
“En trastornos mentales, tanto de origen orgánico como psiquiátrico, sí es razonable la medida, como se hizo con el autismo, y se debería dar
también a los cuidadores la oportunidad de salir”, opina el geriatra Miguel
Ángel Vázquez. El presidente de la Sociedad Gallega de Gerontología y Geriatría
rechaza que se comparen los paseos que se permitirán a los niños con los que se
plantean para las personas de más edad porque para estos últimos el riesgo por
la covid-19 es mucho mayor. Pero también recuerda que los mayores son “tan
responsables y están tan informados" como el resto de adultos para
gestionar ese peligro. “No veo lógico el proteccionismo con los mayores, no hay
que tener actitudes diferentes con ellos. Es como cuando se les habla con una
voz distinta. Eso es edadismo, discriminación”, concluye.
Mayte Sancho preside la ONG Grandes Amigos, una
organización fundada para combatir la soledad que sufren muchos ciudadanos de
la tercera edad y que en esta pandemia hace compañía telefónica a un millar de
personas movilizando a voluntarios. Se confiesa “indignada” con el
“paternalismo” hacia las personas de más edad que percibe en esta crisis
sanitaria. “¿Qué es eso de “nuestros mayores”? ¿Qué es eso de tomar decisiones
por ellos?”, se pregunta esta gerontóloga.
Agentes de la Guardia Civil visitan a varios ancianos en Rascafría
(Madrid), el 17 de abril.Ricardo Rubio / Europa Press
Sancho tampoco está a favor de establecer la edad como
criterio pero admite que sería “complejo” no fijar un límite y cree que los
mayores sí pueden tener más necesidad de salir “por cuestiones físicas y de
soledad”. Dos millones de personas que superan los 65 años viven sin compañía
en España y a aquellos a quienes el encierro ha multiplicado la sensación de
aislamiento o residen en viviendas con carencias “les vendrá bien normalizar su
relación con el medio”.
Los voluntarios de la ONG Grandes Amigos recogen estos
días testimonios de agobio y preocupación por el confinamiento, pero “no de
pánico”. Y eso pese a que, según la presidenta de la entidad, los mayores han
sido bombardeados desde ciertos medios con “mensajes alarmistas” y han visto
cómo el 60% de los fallecidos eran residentes en geriátricos. Sancho cree que estas muertes se han producido no por la edad sino “por
la falta de atención a la enfermedad y por las condiciones de las residencias”:
“Este modelo residencial con comedores de 50 personas y habitaciones dobles no
funciona y favorece este tipo de contagios”.
La pandemia que ha puesto todo patas arriba es una
batalla más para los mayores. “Han vivido casi sin luz y ahora mandan fotos por
el móvil a sus nietos. Tienen una capacidad de adaptación impresionante”,
explica Vázquez. Sancho secunda esta impresión: “Hablamos de personas que han
vivido situaciones complicadísimas a lo largo de su vida y que son muy
resilientes. Hay gente muy potente que ha sufrido mucho pero tiene capacidad
para aguantar también este chaparrón”.
La ONG Grandes Amigos ha preguntado a 500 mayores por
su situación tras el primer mes de confinamiento. Un 43% calificó de bajo su
nivel de preocupación; un 24%, de moderado; y un 8%, de alto. En cuanto al
estado físico y anímico, el 55% declaró “estar bien y sin novedades”; el 32%,
“bien aunque con alguna dolencia”; y un 5% indicó “alguna necesidad
específica”. El porcentaje de quienes notaban un moderado empeoramiento de su
salud o de su ánimo no llegó al 2%.
El permiso a los mayores para aliviar el confinamiento
dando pequeños paseos no tiene todavía fecha, pero lo más probable es que se
materialice “a ciegas”, es decir, sin que se hayan realizado test masivos que
marquen con exactitud dónde se esconde el coronavirus y el rastro de
inmunizados que ha ido dejando estos meses. “Lo ideal sería hacerles test antes
a las personas con más riesgo, las que acumulan enfermedades crónicas, y que
tuvieran prioridad en estas pruebas como los sanitarios y los trabajadores de
las residencias”, demanda José Augusto García Navarro. “Y si tras tomar la
medida se disparan los ingresos hospitalarios de mayores, debe cortarse”. El
riesgo cero, advierte el presidente de la Sociedad Española de Geriatría y
Gerontología, es de momento una utopía.
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