Vivimos en una sociedad
marcada por el estrés y la ansiedad, algo que tiene graves consecuencias en
nuestros encuentros sexuales, incluso en los de los jóvenes y atrevidos
solteros
Ese tristemente habitual momento en que tu pareja se queda
dormida cuando más ganas de hacer el amor tienes.
Vivimos en la
era de la (enésima) revolución sexual, en la que los viejos tabúes se han
venido abajo, la mujer puede disfrutar de su sexualidad con mayor libertad y
aplicaciones como Tinder han conseguido que un polvo fácil esté a solo un clic
de distancia. Pero la realidad es muy distinta, y aunque la disponibilidad sea
mayor, han surgido otros problemas que se interponen en la felicidad sexual del
ciudadano moderno. Uno de ellos, y con el que resulta fácil para cualquier
trabajador identificarse, se puede resumir en la siguiente frase: “estoy demasiado cansado para hacer el amor”,
al mismo tiempo el título de un artículo publicado por la sexóloga Laurie B. Mintz.
Como explica la autora, cada
vez más mujeres manifiestan un descenso patente de su deseo sexual, que en
muchos casos es sustituido por una actividad más relajante, como leer un libro,
ver la tele en el sofá o, simplemente, irse
a dormir antes. Pero no se trata de un problema únicamente femenino: los
hombres, supuestamente devorados por el deseo, también prefieren echarse una
cabezadita en lugar de una desenfrenada noche de sexo. Es lo que explica en un
artículo publicado en Mic un joven de 20 años llamado Alex que ante la
disyuntiva de elegir entre una noche con su ligue y sus amigos que
probablemente terminaría entre las sábanas o meterse entre estas sin sexo pero
unas cuantas horas antes, eligió esto último. Donde esté dormir, que se quite
follar.
“No sabes las ganas que tengo de fozzzZZZzzzZZZ...”
Como sugiere el libro de
Mintz A Tired Woman's Guide for
Passionate Sex (Adams Pub), el estrés y la falta de sueño son dos de los
grandes enemigos de la falta de libido, especialmente entre aquellas parejas de
mediana edad que ven cómo el trabajo, los niños y los compromisos sociales y
familiares han acabado con las pasión. Pero este cansancio constante también
está afectando la vida sexual de veinteañeros
solteros que o bien evitan las citas cuando sienten que están demasiado
cansados o, directamente, se quedan dormidos en mitad de la faena, como sugiere
el artículo escrito por Kate Hakala.
Muchos de ellos confiesan en dicho texto haberse quedado dormidos en mitad de
un intercambio de mensajes subidos de tono mientras descansan confortablemente
en sus camas. Ni siquiera el sexting
los excita lo suficiente como para no caer en los brazos de Morfeo.
En ocasiones, el problema se
encuentra en la falta de compatibilidad entre horarios. Si en el pasado las
jornadas de 8 a
5 eran las más habituales, el amplio abanico de alternativas en las que se
mueve el trabajador moderno provoca que muchas parejas vivan en un desencuentro
constante, algo que también puede ocurrir con los ritmos circadianos de cada
cual, que provocan que la excitación sexual aparezca en diferentes momentos del
día. Para los solteros, el problema es el cansancio perenne: una joven de 23
años explica cómo después de esperar durante horas a que la conversación que
estaba teniendo con un pretendiente terminarse por convertirse en una visita a
su hogar, terminó quedándose dormida
y disculpándose al despertar. Una noche de sexo no compensa tres horas de sueño
menos, sobre todo cuando el lunes está a la vuelta de la esquina.
Por cada hora adicional de sueño, las participantes en el estudio
incrementaban la posibilidad de hacer el amor al día siguiente un 14%
Hemos conseguido vivir en una
sociedad en la que estamos alerta las 24 horas del día de los 7 días de la
semana, lo que ha favorecido (quizá) nuestro desempeño en el trabajo, pero ha
perjudicado seriamente aquellas actividades para las que se necesita tiempo,
concentración y descanso, como la lectura, el deporte o el sexo. Ya lo habían
anunciado algunas encuestas sobre hábitos y costumbres sexuales y expertos como
David Spiegelhalter, del
Laboratorio Estadístico de Cambridge: las nuevas generaciones hacen menos el
amor que las precedentes, quizá porque esto ya no se encuentra en un lugar tan
elevado en su lista de preferencias.
Este mismo año, un estudio
realizado por investigadores de la Universidad de Michigan señaló que las mujeres
que dormían más solían tener sexo más a menudo… Y de una mejor calidad. Por
cada hora adicional de sueño, las participantes en el estudio incrementaban la
posibilidad de hacer el amor al día siguiente un 14%. Esto se debe a que una
correcta higiene del sueño no sólo provoca que la libido aumente, sino que también
nos sintamos más enérgicos, relajados y
concentrados. Unas conclusiones que llevaban al autor del estudio, el
profesor David Kalmbach, a
animar a las parejas en crisis sexual a reducir la carga de trabajo o preparar
salidas nocturnas relajantes. Además, como recuerda Mintz, por la noche los
niveles de testosterona descienden, por lo que entre eso y el sueño, quizá las
últimas horas del día no sean las mejores para intentar cumplir en la cama.
Héctor G. Barnés
No hay comentarios:
Publicar un comentario